jueves, 1 de marzo de 2012

RAMOS: AL ENEMIGO NI AGUA Y CON LA BOQUITA BIEN CERRADA

Sergio Ramos, uno de nuestros mejores hombres dentro del campo está creando demasiados problemas al equipo fuera de él por su inconsciencia. Su última “gracia” ha sido decir que sobró el codazo al rayista Diego Costa en el partido Rayo Vallecano-Madrid del domingo pasado:


Después de oir al exárbitro Ramos Marcos en Punto Pelota explicar que un codazo es un movimiento del codo dirigido al cuerpo del rival, lo cual no se aprecia en la toma de TV de la jugada, va Sergio Ramos y dice lo que se tenía que callar. Estupendo.

Para empezar, alguien debería explicarle a Ramos que en un mundo en el que, a menudo, “honor” se escribe con “h” de “hurto” los ingenuos están condenados a la extinción. Que se extingan ellos, puede ser lamentable (o necesario por su incapacidad para la adaptación al mundo real), pero que arrastren consigo a otros a los que sus actos afectan necesariamente (y con los que evidentemente no han contado) es sencillamente inadmisible.

En Cibeles Madridista no creemos en la perfección del Madrid ni de sus miembros. Sabemos que nadie es incriticable y no esperamos milagros de “buenismo” de los nuestros; una actitud que sólo se encuentra en el territorio de la ceguera deliberada. Aceptamos los defectos humanos porque son inevitables; pero la más elemental prudencia enseña que no hace falta autoproclamar los nuestros y ayudar así a los antimadridistas a atacarnos: ya lo hacen ellos sólos encantados.

Por eso, cuando se tienen tan buenos enemigos, uno no puede ser su amigo ni está obligado a actuar íntegramente con ellos; porque la vida es como un contrato con intercambio recíproco de deberes y derechos: el que no respeta no puede exigir ser respetado. Es lo mismo que pasa con los equipos que plantean sus partidos frente al Madrid a base de antifútbol, incluyendo la violencia en sus acciones y todo tipo de representaciones de lesiones o agresiones (en las que el Farsa se lleva la palma, pero no es el único).

Diego Costa no salió al campo a jugar al fútbol (la verdad es que nos quedamos sin saber si sabe hacerlo o no) sino a la hacer la guerra. Quería ganarnos por lo civil o por lo criminal, pero mejor empezando por lo segundo. Por eso decidió buscar el contacto con la espalda de Ramos en el área en vez de correr hacia donde estaba el balón, que no era allí.

El delantero rayista tiene a su favor que cuenta con el colaboracionismo de una prensa enquistada contra el Madrid que lleva la cuenta de cada entrada que hace Pepe, pero no quiere ver las que sufre (como una muy clara de Diego Costa desde el suelo). Si esa opinión publicada y tendenciosa lo apoya, tanto mejor para él; pero, ¡no insistamos nosotros en facilitarles la labor haciendo el canelo!

A nosotros nos da igual si Ramos y Pepe se fueron con el rayista a tomar unas cañas después del partido o quedaron para darse de navajazos; pero no nos da igual que las tonterías o las simplezas de los componentes del Madrid salpiquen a una institución ya suficientemente perseguida por la envidia y la enemistad permanentes de muchísimos enemigos, tanto aficionados como plumíferos, árbitros o federativos.

Si a Sergio Ramos no se le ocurre todo esto por sí mismo, entonces alguien debería abrirle los ojos por el bien del club y explicarle que es responsable de las consecuencias de sus acciones no sólo para él sino para todos nosotros los madridistas.

Antonimus.

Post scriptum: Para que quede claro que esto es una guerra y vale absolutamente todo, no nos resistimos a reproducir un artículo de ELECONOMISTA.ES sobre las tarjetas de Pepe y Messi. Contabilidad aparte, llama la atención poderosamente que Messy no sea considerado violento en las acciones que comete y le acarrean tarjeta. ¡Así se construyen las leyendas!

Dejando a un lado la “violencia antifutbolísta” que implica meter goles con la mano (y lleva unos cuantos impunemente manoteados), con intento de robo de títulos y reincidencia incluidos, lo que sucede con el argentino es que cuando le tienen que sacar tarjeta no se atreven a hacerlo:



Sumando estas dos más que merecidas tarjetas a la cuenta de la Pulga, resulta que sí llevan las mismas amarillas Pepe que el farsista. Y no son acciones “inocuas y ejemplares” precisamente las que faltan en su palmares:



Ya puestos a hablar de los ejemplares valores farsistas, veamos un poco más:

Este es el educado Piqué:


Así de ocurrente es Piqué:





No hay comentarios: