El Dalái Lama rumia contento en su guarida; el botín ha merecido la pena. Cierto que ha tenido que aflojarse un poquito el antifaz y se le ha visto el colmillo retorcido; pero no pasa nada mientras se disponga de tan buenos portavoces en la prensa que se lo van a disimular todo. O a mandar en su nombre o “anónimamente” los correspondientes mensajes al colectivo arbitral y a la federación, como indica muy bien Julian Ruiz aquí:
O Jesús Alcaide aquí:
El guardialato no es el villarato. La diferencia consiste en que el grueso de su ataque se desarrolla en las mentes y no en los terrenos de juego. Es como una preparación psicológica de los árbitros para que no dejen de ser influidos de modo que siempre tengan en cuenta los intereses del Farsa y no se atrevan a desafiarlos (repárese: no se trata de acabar con los privilegios sino de realzarlos).
El jueguecito consiste en acusar a los colegiados de robar la Liga para regalársela al Madrid, o sea, no para conseguir que haya justicia sino para que no la haya; es decir, para que el equipo del Dalái se beneficie de toda clase de “errores humanos” mientras que, simultánemente, no se consiente que se le perjudique en nada sin montarla (pero “sin quejarse”; aunque amplificando mediáticamente tal “silencio indignado” que clama en nombre del bien del fútbol). Es un modo de “estimular” similar al empleado en Tenerife, pero más sofisticado (la experiencia es un grado).
Otra pieza clave del guardiolato es cómo trabajar los arbitrajes de los equipos modestos contra el Madrid. Se dice que equipos como el Racing, el Rayo, el Málaga o el Villarreal no tienen “poder” para influir en los árbitros cuando juegan contra el club blanco; pero, menos comentado es que, si el poder interesado farsalán en la sombra logra influir (y lo logra), entonces esos “enanos” futbolísticos, aupados a hombros de “otro” más influyente, sí pueden disputar el partido al Madrid con “posibilidades” (compitiendo por lo civil y a la vez por lo criminal).
Como Pepe o Callejón pudieron comprobar frente a Paradas Romero, contra nosotros todo vale. Así, las tarjetas estuvieron desniveladas desde el mismo comienzo del partido (Lass no fue tratado como el villarrealista que derribo a Cristiano ya casi entrando en el área enemiga; ni tampoco el lateral izquierdo que, reiteradamente, no permitió sacar de banda al Madrid y no fue sancionado). Y no hablemos de amonestar dos veces a un jugador y no expulsarlo (lo que pone en el acta no cambia los hechos). ¡Si llega a ocurrir con un madridista!
Y de verdad que me gustaría tener una toma desde detrás de la porteria de cierto centro del Madrid al área del Villarreal que sacó un defensa casi bajo los palos haciendo un moviento corporal bastante sospechoso.
En cuanto a que el empate desquiciara al Madrid, es un intento muy burdo de justificar en nuestros nervios el sesgo descarado del colegiado contra nosotros desde el pitido inicial; porque hay que recordar que Farías ya no estaba en el campo cuando Senna marcó; Lass y Callejón tampoco.
Lo que cabreó de verdad a los madridistas fue sentirse perseguidos por parte del árbitro, que estaba claramente sobreexcitado y pasado de vehemencia, como si el arbitraje fuera algo “personal”, una vendetta de especial interés para él como “malaguista” (Walter García dixit).
Pero no siempre es “tan valiente”. Aquí hay buena prueba de las tragaderas que tuvo con el Farsa esta misma temporada:
En cuanto a la falta del gol del Villarreal, suponiendo que quien ya ha jugado el balón (Altintop) pueda cometerla porque un adversario (que busca el contacto) simula derribo, sólo se podría pitar en esta ocasión un indirecto, no el tiro libre que otorgó el antequerano José Luis Paradas Romero a los levantinos.
Y ahora que no nos vengan los listillos selectivos de siempre a hablar de dos penaltis contra el Madrid no pitados en Villarreal;porque sabemos que son los mismos que hace tres días no querían saber nada de otros dos penaltis tampoco pitados a nuestro favor en el Bernabéu. Y hablando de dos, es también el número de faltas pitadas injustamente en los últimos dos partidos contra el Madrid para “probar suerte” a fin de que la Liga siga abierta hasta el partido de Camponuevo; que es la meta del guardiolato.
Es cierto que no jugamos bien (como que los equipos rivales hacen su partido de la temporada contra nosotros, sobre todo de “antifútbol”), pero esa no es la explicación completa del empate de ayer.
Por tanto, el Madrid perdió no sólo por el árbitro pero también por el árbitro.
Antónimus.
No hay comentarios:
Publicar un comentario