“Sé que estáis especulando con si me voy o no me voy. Bueno. Os voy a decir una cosa: me voy. ¡Me voy a cagar en la leche que os han dado a todos!”
Así podría ser una respuesta de Mou a la prensa deportiva, que tanto lo quiere y apoya, a la pregunta de si seguirá la próxima temporada o se va a ir en junio.
El estilo es agresivo, descarnado, directo al objetivo; como es el portugués.
No tiene nada que ver con la manera en la que el Dalái Lama abordaría (por así llamarlo) el mismo tema.
Éste prefiere ser menos exotérico y no quiere pronunciarse todavía, mientras medita a fondo en “su” asunto. Entre otras cosas porque la gran cuestión para él es otra muy distinta: el Dalái no quiere salir “mal” del Farsa. ¿De qué le van a servir sus temporadas exitosas si al final se lo recuerda como el entrenador al que echó Mou a patadas tras tomar al asalto la hegemonía del fútbol español e incluso europeo?
Guardiola tiene varias dudas más que razonables: ¿Puede permitirse no ganar la Copa en la final frente al Atávico de Bilbao? ¿Está garantizado que si juega la final de la Champions frente al Madrid la ganará? ¿Existe la posibilidad de que el Madrid pierda tantos puntos y el Farsa ninguno en la Liga como para poder ganar todavía este campeonato?
Demasiadas incógnitas. Además, el orden de los factores no ayuda al producto deseado; porque si el Dalái gana la Copa , será al final del todo de la temporada, tras dos fracasos estrepitosos en los títulos más importantes. Va a sonar demasiado a premio de consolación.
Sería patético ver al Farsa haciendo una procesión con la Copa y el Sant Jordi de los Huevos por la ciudad después de criticar tanto al Madrid por celebrar lo mismo como un gran trofeo (en realidad se celebraba así porque se ganaba con gran dificultad después de eliminar, entre otros, al Patético y al Sevilla además de imponerse a su archienemigo el Farsa). Se iba a parecer demasiado a la procesión del silencio de un entierro.
En cuanto a la Liga , nada es imposible, teóricamente; pero en la práctica hay cosas muy, pero que muy difíciles y más cuando se es el equipo menos regular de los dos que se disputan el título. Estadísticamente, si alguien va a fallar no va a ser el Madrid; anímicamente, el que sabe recortar distancias importantes es también el Madrid, no el Farsa. Sólo le quedan los árbitros.
Así que todo esto ocupa la cabeza del GRI (Gran Rapado Independentista). ¡Qué pena que la gente sea del último que llega! Es tan voluble que aunque aceptaría una renovación del entrenador farsigrana para luchar contra el Madrid la próxima temporada, sería difícil que soportara una nueva serie de fracasos. Eso es lo que le quita el sueño al Dalái.
Porque el amará mucho al equipo de toda su vida, pero no va a poner en juego por él ni un trocito de su prestigio personal si puede evitarlo. Y una retirada a tiempo también es una victoria; quizá la única que él puede garantizarse en este momento; porque ésa sí depende enteramente de él.
Antonimus.
Post scriptum: El problema de la incierta continuidad del Dalái Lama tiene, como las monedas, dos caras. La otra es la postura del club ante la incertidumbre que está ocasionando el Gran Elefante Farsigrana al posponer sine die su decisión sobre si seguirá la próxima temporada.
El Farsa no parece tener plan B. El presidente está a la entera disposición de Meacolonia, pero, ¿qué otra cosa podría hacer? No va a ser fácil encontrar un entrenador alternativo suficientemente convincente para los farsistas o suficientemente valiente para ariesgarse a las inevitables comparaciones si no se gana todo.
Para empezar, tiene que ser un hombre “de la casa” para no traicionar el “espíritu de la cantera” que todo lo preside (dicen) en el “más que un club”. Porque si fichan a golpe de talonario a un primer espada de los banquillos van a quedar los farsistas como unos “Florentinos” prepotentes y plutócratas.
En cuanto a los jugadores, hay la lógica preocupación por no saber todavía si seguirá el Dalái.
Además, el tiempo no se olvida de nadie y más de uno está terminando sus baterias aceleradamente. No sería raro que un nuevo entrenador, sin compromisos personales con la plantilla actual, pidiera algunos fichajes (¡anatema!); y no tampoco extrañaría que esos nuevos jugadores fueran titulares con las consiguientes “tensiones” en el vestuario farsalanista.
Así de oscuro pinta el futuro en Farsistán.
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