Según cierto chiste, hay dos infiernos, el de los alemanes y el de los españoles. No hace falta explicar que en el infierno alemán todo se hace exactamente a su hora en punto, con exactitud prusiana. Por supuesto, nadie falta a su puesto; no hay puentes; ni enchufados que se libren de las torturas, etc. En cambio, en el español no hay demonios; nunca se cumple el horario; sólo dispone de un local alquilado que está a punto de ser desahuciado…
El infierno del Osasuna, que tiene un pobre diablo disfrazado ad hoc como animador, es del segundo tipo. Si se les quitan la anuencia de la federación de Villar; los árbitros amedrentados por el ambiente “del norte”; las agresiones de sus jugadores “vigorosos”; el público “encantador”; el lanzamiento de objetos (incluidos balones, cuando creen allí que todavía sirven para evitar lo inevitable) y encima no se pilla al Madrid en un día tonto, entonces ese campo no pasa de ser una molestia de poca monta, un bachecillo pequeñito que hay que soportar para recorrer el camino que lleva a ganar la Liga.
Y en eso estamos. El sábado se paseó el Madrid porque pudo y porque quiso en ese estadio “difícilísimo” donde iba a perder “seguro”, según los “entendidos”,(entenderán de otra cosa, porque en esto no dan una, ¿verdad, Mou?). Los pobres no repararon en que estaban hablando del Madrid. ¡Pobrecitos!
Porque resulta que no tocaba perder, pese a tantas esperanzas infundadas en un nuevo pinchazo merengue. Nada más empezar, fabricó el Madrid un gol para la historia. Colada de extremo de Cristiano y centro medido a Benzema que empalmó el balón según venía y éste se coló como una exhalación por la otra escuadra. ¿El portero?…Bien de salud, gracias por preguntar. Igual que el defensa que tenía el francés delante. Ni se enteraron. Menos mal que existe la tele para que puedan verlo en su casita con el debido detenimiento.
Claro que (les ha faltado tiempo a los antis para proclamarlo) “fue mucho más meritorio el gol de Van Basten…”. Pues no. El centro que empalmó el holandés fue un balón mucho más bombeado, lo que quiere decir que tuvo más tiempo para preparar su remate, que además fue más flojo (por eso la trayectoria del balón no es rectilínea); en cambio, Benzema golpeó un balón, que venía a gran velocidad, sin poder esperarla, porque no había tiempo para ello. Además, su remate fue mucho más potente y colocado, casi en la escuadra. Sin embargo, eso sí hay que reconocerlo, el holandés no era jugador del Madrid, así que no hay más que hablar. Pero, no pasa nada, Benzema: estamos acostumbrados. Ladran, luego…Ya sabes, nosotros a lo nuestro.
Mención aparte merece Pata Blanca de Elefante, Colmillos Blancos, también conocido como Cristiano el Maderero (el que no deja de enviar más madera a la portería contraria), C. Ronaldo el implacable, que machaca de nuevo. ¡Y cómo! Dos goles, tres asistencias de gol (si Özil no se hubiera dormido en la suya) y casi llegó a tiempo de arreglar el despiste de Higuaín (que no le pasa un balón ni a su padre, incluso cuando se queda sin aángulo)…Un espectáculo. Y de regalo de la casa, un golazo desde casi el vestuario, de esos que sólo marca él. Pero, eso sí, el muy vago no defendió nada. Este chico no tiene remedio y juega sólo porque es paisano de Mou.
Por eso, dicen las crónicas (no las de los plumíferos desplumados por el huracán blanco sino las de los historiadores del fútbol) que al llegar al vestuario, este portugués (¡ay, qué bueno es!) dijo: “Vini, vidi, marqui”. Así, como Julito Cesar cuando le daba por invadir las Galias. Realmente, no había nada más que añadir.
Nosotros nos limitaremos a levantar acta y acotar respetuosamente: visto para sentencia.
Y ahora, dejemos de festejar por anticipado lo que sólo depende de nosotros y guardemos un respetuoso silencio por la muerte de las ilusiones respecto a la Liga de los ilusos del Farsa. Tendrán que conformarse con un liguero.
Antónimus.
P. S.: Cien goles en 30 partidos. ¿Hay quien dé más?
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