viernes, 13 de enero de 2012

LA MANIPULACIÓN CONCEPTUAL DEL LENGUAJE DEL FÚTBOL

No está de moda pensar. Uno se encuentra cada día con tópicos que muestran una y otra vez lo poco que se reflexiona sobre lo que se dice, o que lo que se dice tiene sólo una discutible relación con lo que pasa.

Pero lo más preocupante es la manera en que se condiciona a los ciudadanos por parte de los medios mediante el uso manipulador del lenguaje al narrar los acontecimientos. Al final, lo que „sucede“ es más bien lo que nos „cuentan“ y, sobre todo „cómo“ lo hacen (por supuesto, desde una perspectiva viciada que está al servicio no de la verdad sino de los intereses de los „intermediarios“ de la información; mejor dicho, de sus amos o de quienes los utilizan en provecho mútuo).

A veces, se trata de comentarios poco meditados, pero la mayoría son conscientemente utilizados para enseñar a la gente a pensar como les conviene a sus manipuladores, no a sus propios intereses. Pondré varios ejemplos:

Le han preguntado a Di Stéfano que le parece el supuesto malestar de Cristiano Ronaldo al ser silbado por un grupo de madridistas en el Bernabéu cuando el portugués no marca (él no ha hecho ninguna declaración al respecto, pero no parece contento con la situación). Según don Alfredo, el público tiene razón porque es el que paga; por tanto, no cabe quejarse de lo que haga.

Puntualicemos: ¿quién es el público? ¿Ha habido algún referendo para decidir que un grupo minoritario representa a todos los madridistas? ¿Son disidentes de la corriente mayoritaria madridista los que pitan a Ronaldo o todos los madridistas piensan igual sobre esta y otras cuestiones? ¿No hay la menor alteración de la composición “esencial” de ese público en cada partido? ¿Están incluidos los seguidores de los equipos visitantes (que también pueden silbar a los jugadores del Madrid) en el concepto “público-del-Bernabéu”? ¿Qué pasa con la opinión de los madridistas con carné que no vamos al campo? ¿No tenemos derecho a opinar a pesar de que pagamos nuestra cuota de forma análoga a los socios? ¿Y los que no pagan pero se sienten madridistas de corazón?

En realidad, el “público” no existe ni existirá jamás como algo delimitado; es un concepto-saco donde todo cabe y ninguna de las partes puede representar su conjunto. Además, ¿faculta su mera existencia (en su caso) al “público” a atacar sus propios intereses malquistándose con su mejor jugador? Aunque fuera lícito, también sería estúpido.

Otro ejemplo clamoroso de manipulación farsista con colaboracionismo mediático: Guardiola no se queja de los árbitros. ¿Razón? No sirve de nada. Esta es la noticia que transmiten “inocentemente” los medios periodísticos; mejor dicho, ese es el modo de contar, de uno y de otros, lo que Guardiola dice que piensa sobre los árbitros (postura que se quiere presentar como una filosofía que se mama desde la cantera de la Demasía y que impregna todos los estamentos del Farsa).

Sí, esta, nos dicen los periódicos, es la línea respetuosa con las decisiones arbitrales del equipo del Farsa. Lástima que algunos aún recordemos que se trata del mismo equipo que se inventó conceptos como “equipo del gobierno” o “goles de despacho” para impugnar los éxitos del Madrid; el mismo, además, que recusó de por vida a Guruceta, que, casualmente, era un árbitro. Demasiado tiempo siendo lobo para ponerse a estas alturas un chaquetón de piel de cordero para despistar.

Renuncio a un examen más exhaustivo de todo lo que está implícito en la frase; sencillamente, tiene demasiadas ramificaciones (terminaríamos hablando de política y de la colonización económica y hasta cultural de España por el farsalanismo); pero sí quisiera señalar lo que me parece más descarado:

En primer lugar, el entrenador del Farsa está perfectamente enterado de que su club sí obtiene beneficios cuando se queja. Y lo hace continuamente: vetando que se “juzque a Cataluña”, como pasó cuando Stoikhov agredió a un árbitro en el Camponuevo (que no fue clausurado pese a la gravedad del hecho); planteando ante la justicia ordinaria la clausura de su campo por incidentes graves contra Figo mientras esperaba a ser indultado por la misma federación que, supuestamente, tenía que sancionarlo:


la misma que lo perdonó también por no jugar la copa cuando se negó a hacerlo (1999-2000, con Guardiola todavía de jugador y capitán; o por convertir la final de 1984 con el Atávico de Bilbao en el campeonato mundial de lucha libre (quiza por lo humildemente que sabe perder el Farsa):


Evidentemente, si le hubieran aplicado a los dos equipos el “baremo Pepe” no hubieran podido disputar las competiciones de la temporada siguiente por falta de efectivos. Pero como no se trataba del Madrid, perdón general y aquí no ha pasado nada.

Así que está claro que el Farsa sabe de sobra que hay maneras de influir en “decisiones futuras” del estamento arbitral (o del federativo) y hace uso continuado de ellas aprovechando que es “más que un club”, o sea, que las reglas no son las mismas para él que para los otros equipos.

Además, que concretamente Guardiola no se queja de los árbitros es mentira; así de claro lo digo. Pruebas:




O sea, que decir ahora que Guardiola no protesta


es lo mismo que tapar sus salidas de tono anteriores (la intención mediática es tan evidente como torpe, de puro descarada) con la intención de dotar a don Perfecto de un aura moral-filosófica tan artificial como estudiada, según se constata consultando su verdadero historial y el de la institución para la que reinterpreta la “realidad” según le conviene.

Y no olvidemos que Guardiola aún no ha sido “derrotado” en una eliminatoria por varios errores manifiestos en la ida y en la vuelta (como el Madrid de Pepe, Cristiano y Mourihno en la pasada Champions). Ya habrá tiempo para (re)conocer al auténtico Guardiola cuando pierda (igual que al resto de las personas). Basta recordar su actitud como jugador para saber cómo se va a comportar entonces. Por ejemplo, cuando Casillas le haga dos penaltis a Messi sin que se piten (empatando así lo ya hecho por Valdés a Cristiano), ya veremos lo que suelta esa boquita de piñón.

Por cierto que la “prensa” (yo también sé englobar a todos los que trabajan en los medios como a mí más me convenga) aprovecha el viaje para decir de paso que “Hay quien suma los errores de los colegiados que han perjudicado al Barcelona y le salen siete puntos menos en esta Liga”:


Esta es otra variante de la manipulación del lenguaje: el uso de la indefinición (“hay”, “se dice”, “según fuentes bien informadas”, etc.) como sujeto de una afirmación que crea una propuesta de interpretación no demostrable, pero que “se” da por (auto)demostrada.

O sea, “se” es parte, juez y brazo ejecutor a la vez; porque, ¿son 7. 6, 3 o ninguno los puntos que habría (hipotéticamente) que sumar al Farsa? ¿Cúantos habría que restarle? ¿Podemos fiarnos de estas clasificaciones oficiosas e interesadas? En la mía, Messi no puede jugar el domingo próximo como sanción por reincidente en el uso de la mano para amañar resultados. Además, el Madrid lleva 5 puntos más (sin entrar en que, expulsado Messi en el partido del Bernabéu, ya veríamos quién se había llevado los 3 puntos).

En cualquier caso, hay que reconocer que esto sí que es una crónica hecha desde el cariño (el de Farsalona a su brazo armado, como bien lo pondera su alcalde) y no las que el DDT y sus compais le hacen al Madrid en el mismo periódico (EL PAISITO). Aquí nunca nos hacen la cuenta de los errores que favorecieron al Racing o al Levante a nuestra costa; pero sí la de las jugadas dudosas (pero nunca demostradas) del campo del Violencia o del Sevicia.

Un ejemplo más de hipocresía mediática: Khedira “se ha lesionado” en Málaga. No es cierto: Khedira “ha sido lesionado”; concretamente, por un jugador del Málaga que, según la prensa, no tiene por qué ser reconocido en el futuro (bastaba mencionar repetidamente su nombre) por su entrada salvaje, ya que, al no tratarse de Pepe, tan apoyado siempre por los plumíferos, ni se dice el nombre de a quién tiene Khedira que agradecerle sus “vacaciones”. Por supuesto, tampoco entrará de oficio el “Comité-Pro-Piqué” a sancionar. Pruebas:


Según este artículo, parece que Khedira es el causante de su estado (“se lesionó”. Casi resuena el “se autolesionó” deliberado de la mili, que era delito militar); es decir, nadie tuvo nada que ver con el esquinze, se lo hizo él sólo. ¡Será gilipollas! (du, meine Flasche!, le estará diciendo Özil). Pues no es así. Según este vídeo del partido


se ve a un jugador del Málaga (el 27) que tiene mucho que ver con la lesión, que es causada por su entrada sobre Khedira. ¿Resultado? Impunidad para el malaguista que cazó al alemán y para éste un mes en el dique seco (y no es la primera lesión de Khedira en el poco tiempo que lleva en España) con los consiguientes problemas para la eliminatoria de Copa con el Farsa y varios partidos de Liga.

Alguno dirá que lo único que pasa es que el árbitro era de esos que no se meten en nada de lo que se reparte en el campo. De hecho, este malaguista no recibió ni siquiera tarjeta amarilla por su entrada (tampoco se le pitó penalti); en cambio, Arbeloa, que sólo hizo dos faltas sí recibió dos tarjetas del colegiado, que, por cierto, se llama Pérez Lasa, el del penalti “exteriorizado” en Almería (por sólo citar uno de los tres que no le concedió al Madrid en aquel partido). Mourinho podría haber comentado bastante sobre este antimadridista declarado con pito, pero no lo hizo; y, claro, tampoco lo hizo en su lugar la prensa, tan “respetuosa” siempre que ella quiere.

¿Qué pretendo decir con todo esto? La manipulación del “público” por parte del uso artero del lenguaje, tanto si lo hace la gente del fútbol como si es cosa de periodistas, nos plantea una cuestión muy simple: la prensa (con contadísimas excepciones) no es neutral y condiciona siempre que puede (o al menos lo intenta) a los futboleros en contra del Madrid. A tal efecto, silencia o no resalta lo que quiere y hace una campaña de la nada (como ahora sucede con Cristiano Ronaldo) cuando le conviene al “interés informativo” que con tanto celo sirve.

En definitiva, es inevitable plantearse si los aficionados al fútbol, en su mayoría, están capacitados para hacer frente a esta marea mediática sesgada (en un país con un elevadísimo fracaso escolar y un nivel cultural lamentable). Pensémoslo: ¿son lo bastante inteligentes o no los seguidores de los equipos de fútbol para evitar ser manipulados? Me temo que la respuesta sólo puede ser pesimista.

Antonimus.

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