El Madrid ha ganado en Mallorca un partido, mejor dicho, una encerrona de las que suele preparar el inefable Caparrós, y eso ha dolido mucho y no sólo en Farsaluña.
Ahora resulta que un árbitro (el andaluz Pérez Montero), el mismo que no expulsó a un jugador que cosió a patadas a Cristiano, que anuló un gol de Ramos por fuera de juego dudoso y que, sobre todo, no pitó un clarísimo penalti a Callejón (y otro a Ronaldo) fue el artífice de la victoria del Madrid; como si Mou y los jugadores madridistas no hubieran hecho nada de nada (además de regalar un gol a un equipo que casi no tiró a la portería blanca).
Hace falta tener mucha cara para aprovecharse de un error arbitral con el fin de hacer una jugada que lleva, segundos después, a acusar al mismo árbitro precisamente de equivocarse cuando no conviene lo que decide (tras haberse callado cuando favoreció previamente su fallo). Porque eso es justamente lo que hace ahora el Mallorca; que, como no pudo ganar ni siquiera por lo criminal, ahora se lamenta por lo civil (tras pisotear el reglamento); pero se olvida convenientemente de contar entera la secuencia de los hechos.
Por supuesto que no se puede pitar fuera de juego a un delantero que parte de su campo; pero, en realidad, de donde parte es del penalty de Callejón, no de la nada.
Es curioso ver que las consignas están cada vez está más presentes en el fútbol. Hace poco nadie del Farsa “protestó” en la jugada discutida del fin de un partido en la que los culos reclamaron penalti (pero su “silencio” resonó “humildemente” para dejar muy claro que se sentían perjudicados); ahora, nadie del Mallorca, ni Caparrós, ni los periodistas, parecen conectar el derribo de Callejón en el área mallorquinista con el contraataque inmediato invalidado por el árbitro; que no fue gol anulado (pitó fuera de juego antes) pero sí un error.
Pero el del pito sí que relacinó las dos jugadas. Una cosa es perjudicar constantemente al Madrid no cortando el juego violento del Mallorca y otra decidir, sin solución de continuidad, que una jugada de penalti claro, pero no pitado, se convierta en un gol en contra del equipo al que no se había amparado previamente aplicando el reglamento. A tanto no se atrevió el muy cobarde. Eso, y no la ayuda al Madrid, es lo que explica “toda” la serie de errores.
Y para muestra de que no hablo por hablar, aquí van estos números: Cristiano recibió, él solo, 7 faltas (la mayoría de su marcador, Cendrós, que nunca debió terminar el partido en el campo) de un total de 25 del Mallorca. El Madrid sólo hizo, con sus 14 jugadores, las mismas que le hicieron a Ronaldo (media falta por jugador frente a casi 2 cada mallorquinista). ¿No hubo ningún mallorquinista al que expulsar por doble amarilla?
Por tanto, queda claro que vale todo en los “comentarios” postpartido, porque lo único que importa es perjudicar al Madrid, no criticarlo argumentadamente. En definitiva, si se puede atacar a nuestro equipo dentro del campo, vale, pero si tiene que ser fuera, vale también.
Pues, muy bien. Mensaje recibido. Arrieros somos.
Antonimus.
Postdata: En cualquier caso, no nos engañemos; esto tiene que ser así. Ya se oyó en Mallorca de nuevo que “así gana el Madrid”. Y es de lo que se trata: para ellos, de que los ha ganado el ladrón del Madrid; y para nosotros, de que ladran aquellos a los que ganamos, luego, sus quejas son la necesaria banda sonora de nuestra cabalgata en pos del campeonato. Porque, cuantas más veces ganemos, otras tantas les oiremos decir que nosotros sólo sabemos robar. Pues ellos, que vayan aprendiendo a perder, ya que lo único importante para nosotros no es que los convenzamos sino que los venzamos.
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