En los programas de “balón rosa” (así hay que llamarlos por su preocupante parecido con los telecotilleos telecinqueros) se habla y no se acaba sobre Mou: si se va a ir; si tiene que hacerlo; si ha de confirmarlo o desmentirlo…
Los pobrecitos plumíferos aún no han descubierto (con honrosísimas excepciones como Juanma Rodríguez o Walter García) que los que, a lo peor, se tienen que ir al final de temporada van a ser ellos.
Porque, ¿cómo van a cuadrar su “balance informativo” los medios si Mou gana la Liga (probable) o la Champions (posible) y no digamos si hace doblete? ¿Qué va a pensar el público, por manipulable que sea, cuando tenga que reconocer que el título va a parar a las vitrinas del Bernabéu por mucha metafísica barata con la que intenten intoxicarlo los emborronapáginas con sus plumas viperinas?
Alguien tendrá que sacrificar su cuellecito mediático en el altar de la “verdad”, o sea, de los resultados, si ganan algún título el despreciable Mourinho y el mancillado Madrid Pepiano (pero no Migueliano ni Nivaldiano, ni Goicocheano, ni Simoneano, ni Alveldiano, ni Alfariano…). Lo conseguirían inmoralmente, lo sé; pero no por eso dejaría de ocupar su sitio en nuestra repleta Sala de Trofeos; que es lo que cuenta (como muy bien sabe el Chelsea).
No habría manera de encajar un golpe semejante contra el pensamiento único y supremacista de la prensa deportiva española (con paladines destacados en esta línea, como el grupo Prisoe) después de tanta sandez que se ha escrito para explicar (más bien ocultar) lo inexplicable: que el Supermega Farsa, el mejor equipo de tosos los tiempos…de ese club va a siete puentos de “este” Madrid; el del vestuario beligerante contra su entrenador; quien, además, es contestado hasta por la afición blanca (y no me extrañaría leer cualquier día que su señora madre lo ha desheradado, como sin duda se merece ser tan despreciable).
Pondré un ejemplo de la (in)competencia mental de nuestra prensa citando al Dalaí Lama (rapado e independentista, o sea, azulgrana y en botella), personaje (nunca mejor dicho) que, al parecer, sí está legitimado para plantear por qués cuando le conviene; o para “no hablar” de algo sin parar; porque él no habla “de” sino “con” los árbitros cada vez que lo necesite (él; su capitán; el coro de todos sus jugadores sin excepción, el antiguo agresor reincidente Stoichkov, el vendehumos Cruyff; sus presidentes, actual y anterior; el resto de las directivas correspondientes; su equipo técnico y utilleros; Rafel Casanova, el san Jorge de los huevos; Joan Fivaller, el jinete enmascarado…).
Así que va el Dalaí y se pregunta “inocentemente” por qué no le pitan apenas penaltis al Farsa a pesar de la sobradamente conocida (no paran de repetírnosla) y enorme posesión de balón que tiene partido tras partido.
¿Qué sucede entonces? Pues que nadie, pero lo que se dice nadie de los medios de comunicación, le contesta que sus jugadores retienen el balón casi todo el tiempo en sus líneas defensivas o de medio campo (es un hecho que Valdés, y no los delanteros, es el jugador farsigrana que más tiempo “posee” el balón); que allá abajo marean el balón hasta que se muere de aburrimiento y que sólo los resultados (mientras duren) pueden justificar ese antifútbol especulativo (además de los arbitrajes favorables, claro).
Si alguien se molestare en calcular el tiempo total de posesión del Madrid (y el del Farsa) en lo que va de Liga y dividiera esos minutos por los goles marcados, a lo mejor se enteraba de lo que podríamos llamar “productividad de la posesión” de cada equipo. O sea, que si el Farsa tiene más tiempo el balón y marca menos goles que los merengues (ambos son datos indiscutibles), ·”rinde” menos que su rival objetivamente. Y eso es incontestable guste o joda (sin entrar en otras “cuestiones”; como la superprotección de su figura en comparación al acoso de “barra libre” de Cristiano; la teatrería de las interpretaciones a que ya nos tiene acostumbrados la “compañía” farsista…).
Además, no sé de qué se queja el Venerable, porque si se los pitaren los fallaría la Pulga Impisable.
Otra hipótesis que se me ocurre en relación al tema de Mou es sobre quíen manipula a quién realmente; si la prensa atacando sin tregua al demonizado Mou o éste logrando que sólo hablen de él y no del Madrid y, de paso, quitándose de encima las ruedas de prensa gracias a Karanka (que ya ha demostrado que le sobra cintura para decir lo mismo, aunque más suavemente). Mientras Florentino lo apoye, Mou no necesita el visto bueno de nadie más. Esa es la triste realidad para los enemigos de nuestro entrenador.
Desde este punto de vista, el que marca las reglas del juego es el portugués no los prensavernícolas que sólo persiguen su sombra, no a él. Porque, aún no se han percatado esos espabilados de que Mou sólo tiene que mantener abierto el “tema” de su marcha del Madrid al final de temporada (con dos años de contrato pendientes) para que dejen de atacar a lo que realmente le interesa a él, que es preservar a su plantilla de la jauría mediática.
Así que no lo olvidéis, listillos emplumados: todo cerdo tiene su San Mourinho; y no cae precisamente en noviembre sino en junio.
Antonimus.
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