Reconozcámoslo: tenemos una responsabilidad. Otros pueden hacer con su vida lo que quieran; nosotros no.
Los madridistas, por mucho que nos pese, no estamos en el mundo sólo para ganar títulos y llevar las correspondientes copas a la sala de trofeos (mientras quepan). No. Además, tenemos que ocuparnos de los que nos odian; que bastante desgracia tienen los pobres con esa cruz que se han echado encima (algo muy malo habrán hecho para merece tamaño castigo).
¿Por qué creo que tenemos que hemos de ocuparnos de ellos? Porque hay en el mundo tanto dolor antimadridista que se le parte a uno el escudo del Madrid percibiéndolo. ¿Cómo vamos a olvidarnos de tanta gente que está permanentemente pendientes de nosotros y de cuanto nos pasa? Se que nos odian, pero del odio al amor sólo hay un paso y sospecho que en el fondo de su corazón, sin querer admitirlo, nos admiran.
Y tienen su mérito también y yo quiero proclamarlo; porque, en realidad, no son los aficionados del Madrid los que más siguen a nuestro excelso club sino los antimadridistas; quienes, mientras nosotros no queremos saber nada de los momentos menos satisfactorios, están pendientes de hasta nuestro más leve tropiezo y se encargan de levantar la correspondiente acta (pero con altruismo: sólo para facilitar la labor de los historiadores). Si hay justicia en el mundo, nosotros no podemos seguir sin reconocer toda esa dedicación.
Así que me estoy haciendo a la idea de que alguien tan pendiente del Madrid, que de hecho no podría seguir existiendo si nuestro equipo desapareciere en un hipotético futuro, se merece que le correspondamos debidamente.
Creo que lo mejor que podemos hacer con todos esos borregos es ser sus pastores. De esta manera, los conduciremos hacia sus rediles tras pastar en los pastos antimerengues y nos ocuparemos de que los lobos (madridistas radicales) no los ataquen.
Claro: reunión de pastores, oveja muerta; no todo va a salir bien en esta peculiar historia de amor mal correspondido. Cada vez que celebremos un título…¡Y celebramos tantos…!
Nadie es perfecto y menos los del Madrid.
Antonimus.
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