El Chelsea era el único equipo de los que ha entrenado Mou que no había conquistado la Champions. Era. Pero ahora que al fin lo ha logrado, conviene recordar que el jugador decisivo para ello es uno de sus antiguos pupilos y además un convencido mourinhista: Drogba. Seguro que el portugués ya le habrá felicitado por el título. Y se habrá alegrado al comprobar que su “espíritu”, la lucha indomable y el trabajo infatigable, sigue vivo en el equipo londinense.
Ahora no faltarán los que, alarmados por el triunfo del “mal fútbol”, harán sonar las alarmas para que no se pierdan las esencias “farsistas” ante la dictadura del resultado. Seguramente serán los mismos que, ante la reciente “Cienliga” de las Plusmarcas (puntos, goles y triunfos) del Madrid (que se escribe con “M” de Mourinho), han preferido callar a reconocer; empecinarse en sus puntos de vista a aceptar el derecho a la existencia de los criticados por ellos aunque no les “obedezcan”; cambiar de táctica (ahora van a evitar el enfrentamiento directo con el Madrid, buscado constantemente desde que llegó el portugués hace dos años) a admitir que ellos no son quién para imponer sus gustos ni a este equipo ni a su entrenador. Porque los que mandan al final, son los resultados. Siempre. Y por eso, Mou ha ganado. Y ellos han perdido; le guste a su ley del silencio o no.
Por eso, para tratar de explicar lo inexplicable (desde su visión fundamentalista y excluyente respecto a lo que es el auténtico fútbol), hablarán de posesión (¡ellos si que están “poseídos”!), de córneres, de tiros a puerta (incluso fuera), etc. Harán de todo menos mirar al marcador. Y se quejarán, por ejemplo, de la derrota “injusta” en la final de la Champions , tan sólo debida a una cuestión de “suerte” en el lanzamiento de penaltis.
Pero se cuidarán mucho de decir que fue esa misma “suerte” la que evitó que la final la jugara el Madrid; porque el Bayern no superó en nada al conjunto de Chamartín (además, para demostrar lo gran equipo que es, el conjunto bávaro acaba de perder la Liga y la Copa en Alemania: este año se queda en blanco).
Esta es la quinta final de Copa de Europa que pierde el Bayern de 9 jugadas (un 55 % de derrotas del considerado “gran” campeón! Por el mismo y sus coreutas, claro). Su última victoria continental fue…también de penalti (ante el Valencia). Los tres titulos anteriores son de la época de ¡Franco!
No hace falta decir más sobre tanta “grandeza”. Porque los equipos con “valores” (con campañas mediáticas detrás, más bien) al final acaban igual: cuando los resultados les “rascan” el maquillaje periodístico que los recubre, esa “humildad, tan estudiada como trabajadamente construida y resaltada en “sus medios” se eclipsa y deja ver la auténtica naturaleza “humana, demasiado humana” que realmente les corresponde: detrás de tanto autobombo soy hay un “emperador” desnudo.
El mejor ejemplo es Neuer, presumiendo de jugar finales perdidas ante un jugador que acaba de ganar una de las Ligas más importantes de Europa y del mundo con varias plusmarcas de propina.
Será por tanta “calidad humana”; el caso es que en Alemanía todo el mundo sabe cuál y cómo es el equipo de los Hochnässigen (traducción: “engreidos, arrogantes”) de Baviera. Lo mismo pasa en…la Península Ibérica con los farsistas, que presumen hasta de saber perder mejor que nadie (pues que se vayan acostumbrando a su nuevo rol).
Antónimus.
P. S.: Al final va a resultar que Mou es como el Cid, porque sus equipos ganan títulos incluso después de irse de ellos el portugués.
No hay comentarios:
Publicar un comentario