miércoles, 20 de junio de 2012

EL ALCORCONAZO: SU VERDADERO SIGNIFICADO

En el día de ayer, hundido y derrotado, fue confirmado el Alcorcón en el sitio que le corresponde: la división de los segundones. Desde ese 16 de junio de 2012, el uso impropio del término “alcorconazo” ha terminado.

¿Por qué decimos esto en un foro madridista? Todos los que llevamos varios años oyendo hablar del “alcorconazo” nos preguntamos por qué se hizo popular esa denominación. Recordemos su antecedente más inmediato:

Cuando el Madrid perdió la final de la Copa en su estadio contra el Antideportivo (ese día dio tantas patadas que es el nombre que le corresponde), se llamó a la derrota blanca el “centenariazo”; es decir, se uso un nombre que hablaba de algo relacionado con la conmemoración de cien años de nuestra fundación para ridiculizarnos. Repito: se establecío una relación inequívoca entre la derrota y el derrotado.

¿Había pasado así siempre? Por supuesto que no; cuando el Toledo eliminó al Madrid no hace tanto (por no hacer arqueología de otros resultados negativos madridistas más antiguos) nadie habló de “toledazo”. Entonces, ¿a qué se debe este empeño en bautizar cada traspiés del Madrid? Porque es una manera de atacarlo por otros medios, especialmente cuando ya han acabado los partidos, por parafrasear a Carl von Clausewitz. En definitiva, se usa una palabra como recurso mnemotécnico para prolongar el ataque contra el Madrid por parte de los antis Por supuesto, nadie menciona el “tenerifazo”, y eso que fue repetido. Sólo se habla de lo que interesa y todos sabemos a quién le conviene no menear demasiado este asunto.

Así pues, el “alcorcorazo” fue un modo inadecuado de poner nombre a un acontecimiento para establecer una relación entre lo sucedido y a quién. Hubiera sido más adecuado, por ejemplo, llamar a ese partido el “copazo” o el “pelegrinazo” (por cierto, se confirma que no fue Mou el culpable de ese resultado, sino su antecesor en el cargo, el ingeniero ingenioso chileno).

El Alcorcón se prestó al jueguecito: hizo su seña de identidad no de su logro deportivo sino de humillar al Madrid. Al configurarse como cómplice, autoriza a los madridistas a tratarlo como se merece cuando nos convenga; y ahora, ha llegado la ocasión de hacerlo. Así que este artículo es el merecido pago al Alcorcón por sus servicios de mercenario antimadridista.

Este fracaso alcorconero, nueva seña de identidad de la que, esperemos, presumirá tanto como de la anterior, establece un antes y un después. En consecuencia, a partir de ahora, cuando alguien nos hable del “alcorconazo” a los del Madrid, ya sabemos lo que tenemos que contestar:

“¿El “alcorconazo”? ¡Ah, sí! Te refieres al ostión que se dio el Alcorcón en Valladolid” cuando alardeaba de que iba a ser un equipo de primera y se quedó con las ganas y en la división de los perdedores”?

Antónimus.

P. S.: ¡Que no sufran donde “hacen los botijos sin culo”! (que todo se sabe al final), porque al año que viene podrán jugar contra el los blancos; eso sí: los del Castilla.

Y no nos olvidemos de Anquela: Cibeles Madridista quiere apoyarlo como se merece en esta hora tan difícil que está viviendo. Nos referimos a su salida del Alcorcón de su corazón (pero, por lo visto, no de su cartera) para ser, al menos él, de primera. Tiene que ser durísimo dejar atrás la casa de uno, todo ese cariño acumulado, esa cantidad indescriptible de éxitos...Y todo por…el parné. ¡Maldito vil metal!

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