miércoles, 12 de febrero de 2014

EL VERDADERO PELIGRO DEL PATÉTICO DE AVIACIÓN PARA EL MADRID

Érase una vez un patito feo que soñaba cada noche con ser un gran y maravilloso cisne blanco. Pero al despertarse cada mañana comprobaba que no era más que un miserable monstruo incomparable con su modelo ideal. Llegó un momento en que ya no lo pudo soportar y entonces decidió que si él no podía ser una maravillosa ave nívea nadie lo sería y se fue a por el auténtico cisne blanco para matarlo.

Lo mismo les pasa a los agredidores (no son jugadores) del Patético, que en cada partido intentan cargarse a patadas a los futbolistas blancos. Ni siquiera que el Madrid tras marcar el 0-2 decidiera echar el freno (en lugar de hacer sangre, que es a lo que se dedican los Leñeros de Madrid) significó nada para esos forúnculos aneuronados que se alzan sobre sus hombros: sólo querían hacer daño; sin embargo, lo único que lograron fue volver a hacer el ridículo (y perder otra vez); porque demostraron hasta la náusea que cuando no pueden con nosotros (lo habitual) ya no quieren saber más de fútbol y prefieren liarla. Por eso, por repetición de su guión hasta el aburrimiento, ya no engañan a nadie.

Por supuesto, para hacerlo sin castigo cuentan con amparo arbitral, que para eso estaba en el campo el bueno de Undiano, don yo-no-veo-nada-si-no-vas-de-blanco; porque entonces es tarjeta incluso saltar limpiamente con un jugador (Cristiano debe de ser el mismísimo Belzebú, porque se gana tarjetas sólo por existir mientras que otros se pasan todo el partido protestando, empujando, golpeando y no les pasa nada: Por ejemplo, Miranda pudo ser expulsado por su agresión a Jesé, pero el navorrico no quiso).

Capítulo aparte merece el nada respetable público patético que demostró en las gradas que ni tiene educación, ni sabe perder (y eso que se entrena: ¡tres derrotas en 7 días y 7 goles encajados por ninguno marcado!) ni respeta al adversario. Hubo agresiones colectivass de jaurías patéticas contra madridistas aislados que demuestran de qué ralea está hecha esa escoria y cómo traslada su impotencia en el terreno de juego a un lugar donde la superioridad numérica era de 44.500 a 600. ¡Qué valientes! Además, habrá que ver qué sanción le imponen a la pocilga patética tras el mecherazo a Cristiano Ronaldo; tendrían que cerrarla ya que la seguridad patética “no pudo” localizar al agresor.

Y ahora, después de una eliminatoria ganada por 5-0, a los patéticos sólo les queda volver a ladrar a los que envidian y temen, porque, ¡oh, desgracia! la Era Blanca se ha reanudado como si nada hubiera pasado, al menos en el Mierdanares (donde siguen sin ganarnos desde el milenio pasado). Y lo peor de todo es la carga de profundidad psicológica que les hemos tirado a sus paupérrimas psiques, para que vayan rumiando que en menos de un mes volvemos a su cochiquera y si les ganamos les mandamos de vacaciones ligueras a primeros de marzo (tras darles vacaciones coperas ayer). Así que están temiéndose que pronto van a tener que volver a comer mierda con pala, porque no darán abasto con las manos para tragar tanta (de que no se les acabe ya nos ocuparemos nosotros).

Pero ellos, los Acheros de Madrid, a los suyo, que es chascar tibias y protestar encima. Por eso, volverán a plantear el partido contra nosotros por lo criminal y volverán a gozar de la correspondiente impunidad de un árbitro colaboracionista con ellos para ver si así, evitando que se celebre un partido de fútbol, pueden con nosotros.

Antónimus.

Post scriptum: El problema de los madridistas al jugar con el Patético de Aviación no es el riesgo de ser derrotado, siempre presente en cualquier competición, sino la cantidad de golpes que los colchoneros nos dan invariablemente y sin sanción (que todavía se atreven a ladrar después, fingiéndose las víctimas cuando son los verdugos). O sea, que la cuestión no es que nos den miedo sino el asco que sentimos sólo con verlos.

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