viernes, 29 de agosto de 2014

EL IRREVERSIBLE HOMBRE ENFERMO DEL FÚTBOL ESPAÑOL

Simeone, el enfermo mental; por supuesto; enfermo de egocentrismo, de soberbia y de megalomanía; porque piensa que el balompié es exclusivamente lo que a él le dé la gana y le convenga, no lo que define el reglamento de dicho deporte. Y el mayor problema del Cholo, aparte de sus trampas endémicas y de su demagógica agitación del patetismo, es que ya no sabe distinguir sus alucinantes neuras de la realidad.
Aún es peor cuando pierde, porque entonces aparece en escena el depredador que lleva dentro. Por eso fue expulsado en Lisboa, porque no sabe como se escribe “educación” o “deportividad” ni “saber perder” (basta ver sus gestos amenazadores al árbitro, a Varene y a todo aquel que se le ponía delante para calarle). Es un asocial del deporte; un leñador retirado de dar leña personalmente, pero no de basarse en ella para definir, extrarreglamentariamente, la “táctica” del Patético.
Lo más triste es que muchos alaban a este verdugo del fútbol (él no lo oculta: va vestido de negro como le corresponde a su función de enterrador). Sobre todo los patéticos lo necesitan psicológicamente, pues están dispuestos a todo para poder aparcar su perenne complejo de inferioridad envidiosa y antimadrista. Ya se verá, dijo el ciego; a ver si después de montarse en el tigre pueden bajarse cuando quieran o él los arrastra en su caída.
La propuesta del “fúrbor” del Cholo es muy simple: como mi equipo no juega al fútbol ni un ápice más de lo que yo jugaba (o sea, absolutamente nada que sea reglamentario), apuesto por el tremendismo; por la demolición del deporte mediante la implantación del terror en el terreno de juego: que el adversario tenga que pensar en su integridad física permanentemente, que así no intentará jugar. Y todo ello con la colaboración inestimable y necesaria del arbitraje (es un modo de hablar), según se interpreta en la Federación de Villar, el gran tapado en la operación de reflotar “deportivamente” al Pateti.
Ahora viene una sanción más que comedida para los grandes deméritos, reiteraciones y antecedentes del argentino. Ocho partidos en total, cuatro a cumplir en el campeonato de Liga y cuatro en próximas Supercopas de España. Estos ocho partidos se distribuyen así: cuatro por las dos agresiones al cuarto árbitro; dos por ser expulsado; uno por sus aplausos irónicos al árbitro mientras abandonaba (es un decir) la cancha; y uno por permanecer en la grada del estadio tras su expulsión.
Ha fracasado su numerito del oportuno arrepentimiento estudiado (e interesado) y le ha sido desestimado el recurso de dicho castigo. Le toca perderse, entre otros, el encuentro del Bernabéu contra el Madrid. Le va a salir cara la Supercopa al Pateti.
La única sanción justa hubiera sido de más de diez partidos de suspensión como sanción ejemplar por la acumulación de infracciones en un mismo encuentro (el Madridista Pepe, como referencia, sólo fue sancionado por una acción punible y recibió diez encuentros). Por supuesto, todo el periodo de castigo debería cumplirse de inmediato y exclusivamente en la Liga. Además, con la amenaza añadida de que si hace otra parecida se le priva de su licencia para entrenar en España y se le notifica su actitud a la FIFA, por si quiere ocuparse de él.
Es el único lenguaje que entienden las fieras: la fuerza superior; así se regula la jerarquía en las jaurías. Todo lo demás se lo va a pasar por donde todos sabemos, por ejemplo, dirigiendo telefónicamente a su equipo mientras está sancionado. (¿le habrían permitido algo así a Mou? Aún recordamos la persecución al técnico madridista que llevó a cabo la UEFA cuando lo sancionó).
Por lo demás, ya se han visto las consecuencias de plantear un partido de atletismo-lucha libre en lugar de uno de fútbol: su “superequipazo” no ha podido con el Rayo Vallecano en el primer partido de Liga.
Y no es una sorpresa, porque el Pateti no es más que un equipo carroñero, que vive de explotar, como parásito que es, los errores o debilidades de su adversario de turno. O sea, necesita que el otro equipo sí quiera crear fútbol dejando así huecos atrás y dando por eso menos patadas que los Leñeros de Madrid. Pero si se encuentra con un plantel dispuesto al mismo antifútbol, el Pateti se queda sin guión ni alternativas; a la vista está.
Todo ello tiene lugar ante el complaciente colaboracionismo de la prensa, que no denuncia el continuo atentado contra el fútbol que perpetra el Pateti de Simeone sino que lo silencia y fomenta (pues le conviene para su labor principal, que no es informar, sino atacar al Madrid).
Antónimus.

Post scriptum: El patético (en todos los sentidos imaginables) Moñino, que se ocupa en EL PAISITO de los intereses, es decir, de la desinformación del Patético de Madrid, intentó hace pocos días equiparar, de alguna manera dos situaciones muy distintas del partido de vuelta de la Supercopa de España.

La primera fue una acción en un córner en el que Ronaldo se revolvió para soltarse del agarrón de turno (le hacen penalti en casi todos los saques de esquina y faltas). Esta vez ,la “víctima” de Cristiano fue ese santo futbolístico llamado Godín, que es incapaz de darle una patada al…balón, y que se ha “formado” en la misma escuela futbolística nacional que cierto delantero incisivo, canino y molar, de cuyo nombre no queremos acordarnos aquí ahora; vamos, que es un “canchero”.

Pero Moñino habla aquí de “puñetazos” (así los define este imparcial comentarista, que previamente ha llamado “collejas” a los golpes que le dio el Cholo al cuarto árbitro)

Que no haya habido sanción para el madridista (ni el árbitro ni el Comité de Competición han visto tal agresión por ningún sitio), pero, sobre todo, que si la haya habido para el entrenador del Leños y Leñeros de Madrid, ha provocado la indignación del Patético.

La verdad es que no lo entendemos: los patéticos deberían haber acogido los puñetazos de nuestro portugués (si es que fueron tales) con admiración y entusiasmo; pues sólo demostrarían (en su caso) que nuestro 7 es ahora, para los patéticos, “uno de los nuestros”; que es un jugador “más completo”; que va progresando adecuadamente en su conocimiento de lo que es verdaderamente el “fúrbor”.

Seguro que no se apostaría este dignísimo plumífero patético la venta como esclavos de todos sus familiares en algún mercado del Golfo Pérsico contra la posibilidad de encontrar abundantísimos ejemplo gráficos (en foto o vídeo) de claras agresiones previas (incluso en ese mismo encuentro) del Leñeros de Madrid y de otros “equipos” (como el Farsa, el Atávico de Bilbao, el Lisiante o el Osegunduna) perpetradas sistemáticamente contra Cristiano. Pero, claro, eso es información y ya no es competencia del incompetente y patético plumilla, el señor (mera forma de mencionarlo y clasificarlo do procede) Moñino.

Lo peor de todo es que el Patético, sin denunciar formalmente al madridista, había puesto en marcha la campaña de “mentalización” para que el Juez Ünico picara el anzuelo “por sí mismo”.

¡Cuidadín! Cuando se tienen unos antecedentes tan turbios es mejor no remover la mierda, no termine uno teniendo que comerse mucha más de la que puede digerir.

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