Lo de la portería del Madrid se parece cada vez más a una de esas malas películas que se nos hacen interminables; pero que, además, ahora está evolucionando hacia una cinta de serie B ¡de miedo!
Porque da miedo ver que ni la directiva (Florentino) ni don Carleone dan pie con bola en este asunto. Ahora, por si eran pocos los problemas de tener dos porteros titulares, se ficha a otro que viene, se supone, también para jugar.
¿Qué esta pasando? ¿Cuánto tiempo hace que empezó el culebrón Mou vs Fallillas y por qué lo prolonga Ancelotti? Intentemos desmenuzar este “argumento” analizando el papel que desempeñan en él los diversos actores:
KEYLOR NAVAS (EL BUENO)
Para este jugador, fichar por el Madrid supone un éxito, incluso si no juega. En cambio, para el Madrid, “aparcar” en el banquillo al mejor portero del Mundial (y de la anterior Liga española) sería muy poco inteligente (y caro: dos millones de euros por 6 temporadas: 12 kilos gastados en balde, que no de balde). Sobre todo, sería inexplicable si ocurre porque se prefiere que juegue otro guardameta claramente peor.
En cualquier caso, al igual que se viene sucediendo con Diego López, no parece que se le vaya a permitir a Keylor competir en igualdad de condiciones con el de la “flor en el culo” (dicho sea por sus cada vez más frecuentes cagadas).
DIEGO LÓPEZ (LA VÍCTIMA)
Primero, le aumentan el contrato al final de temporada (¡por algo será!) y ahora pretenden que se vaya sin hacer ruido ni cobrar todo lo estipulado. Un cosa es ser buena persona y otra ser tonto de remate. Los caprichos se pagan y si el Madrid quiere librarse de él (con reincidencia) que suelte la pasta y que deje de tomarle el pelo.
Al final lo aburrirán y se irá, pero por la puerta de atrás, un caballero y un estupendo portero al que nunca se ha juzgado (ni en la prensa ni en el Madrid) no ya con el “cariño” connivente que todo se lo perdona a Falllillas sino al menos con un mínimo sentido de justicia al valorar su trabajo y las condiciones complicadísimas en las que ha tenido que desarrollarlo.
FALLILLAS (EL TRISTE)
El tercer gol encajado ante el Manchester United (en el partido de fútbol “europeo” más visto en la historia de los Estados Unidos) es lo más parecido a una dimisión que puede hacer un portero (aunque no es tan excepcional en él, pues se parece a otro célebre “eclipse” suyo en Champions ante el Ajax).
Lo malo no es que Fallillas está acabado, de lo que ya no cabe ni la menor duda, sino que sigue empeorando todavía más. Y no parece haber límite para esta caída en picado, pues, ahora, a sus limitaciones físicas (fruto de la edad) y técnicas (por prohibirle su religión el juego por alto, las salidas o el juego con los pies), se están sumando problemas psicológicos (o eso parece) que no permiten depositar en él la mínima confianza necesaria para que siga jugando. Basta verle el careto que exhibe últimamente para comprenderlo.
Y ¡ni una palabra más de lo bueno que ha sido o de cuánto le debemos! Si llegó un día en que se tuvo que ir Di Stéfano del Madrid, ¡con todo lo que era!, entonces, de aquí se va todo bicho viviente cuando le toque y punto final (que lo importante es el Madrid, no los jugadores). Sobre todo, tiene que irse cualquiera que se convierta en un auténtico cáncer para el equipo y el hecho es que actualmente su presencia en la plantilla ya no ayuda al Madrid, pues se ha convertido en un cuerpo extraño que hay que extirpar cuanto antes del club.
ANCELOTTI (EL MALO)
Ha desaprovechado varias semanas de preparación sin resolver el dilema (ahora trilema) de la titularidad en la portería del Madrid. Si iba a venir Keylor (todos los sabíamos hace tiempo; todos menos él), debería haber sido fichado desde el principio de la pretemporada y aprovecharla entrenando con sus nuevos compañeros para compenetrarse con ellos.
Por si fuera poco lo anterior, ahora le da a Fallillas la titularidad en la disputa de un título oficial y lo hace después de la tricagada de EE. UU. ¿Qué tiene que hacer el mostoleño para que no le pongan? ¿Dinamitar el Bernabéu?
FLORENTINO (EL MAQUIAVELO)
Pésima gestión, que empezó por no abrir la puerta de par en par a Íker tras su doble fallo garrafal en Lisboa (por no hablar de otros previos y recientes en Liga y Copa de España).
Tampoco ha sabido aprovechar el fiasco del Mundial para librarse de Fallillas y si no lo ha hecho no ha sido por incapacidad para tomar decisiones semejantes (como Özil o Di María saben de sobra) sino por política “madridista”, es decir, para no enajenarse los miles de votos de los fallillistas, que en las próximas elecciones no le perdonarían el despido de su ídolo (ídolo sí, que con lo que tiene que ver es con la idolatría, pero que tiene las manos de barro).
En cuanto al daño económico que esto le supone al Madrid, hay que sumar, a los 22’5 millones que se llevará Íker por ésta y las dos próxima temporadas (en vez de desaparecer libre y sin coste) los 13’5 que habrá que darle a Diego López para que acepte irse con la carta de libertad y finalmente los 10 al Levante por el fichaje de Keylor Navas, que, si viene para no jugar, no hacía ninguna falta traerlo teniendo ya a Jesús. Todo esto, sin contar el lucro cesante de los ingresos desaprovechados por los traspasos de Íker o Diego que no van a tener lugar. Inefable.
Cibeles Madridista.
Post scriptum: Este artículo debería ocuparse en realidad de la ingratitud del Madrid con Diego López y la actitud y aptitud ejemplares del portero gallego dentro y fuera de la cancha; también de la inaceptable situación del “Intocable” (nombrado así por el peligro que supone criticarlo, ya que ello soliviantaría a su mafia mediática particular y a su cla de ciegos deliberados, que lo aclaman cague lo que cague)…
Sin embargo, no merece la pena ahondar más en cuestiones tan lamentables, pues no hay mejor cura para todo que el paso del tiempo, que no se olvidará de nadie y pondrá a cada cual donde se merezca (y a Fallillas en su casa, de una puñetera vez). Lo malo es que este transcurso del tiempo se mide en temporadas de fútbol, o sea, títulos, se aprovechen y ganen o se dejen pasar de largo. Y cada temporada le cuesta al Madrid una fortuna…Pues parece que da igual.
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