jueves, 30 de octubre de 2014

GANAR EL BALÓN DE ORO POR LO CIVIL O POR LO CRIMINAL

Como no hay por dónde ponerle pegas a la solidísima candidatura de Ronaldo a ser el próximo Balón de Oro, revalidando así el título que ya tiene y que ha ganado en dos ocasiones en total (hasta ahora), sus enemigos ponen en marcha en esta edición el criterio heterodoxo de que toca premiar con este trofeo a un portero (Neuer); o a un defensa (según afirman los partidarios de Ramos); o a una alemán cualquiera (por ganar el Mundial); o a algún selenita (por joder), aunque allí no se practique el balompié. Todo vale si sirve para quitarle a Ronaldo lo que se ha ganado de sobra y no se le puede discutir ni por la importancia de sus títulos ni por el número de goles marcados este año (también ha obtenido la marca de máximo goleador en una temporada de la Champions).

Resulta que el fútbol es un deporte que se define porque dos equipos se enfrentan para intentar cada uno marcar en la portería adversaria y gana el que lo consigue más veces mientras dura el partido.

“Goal” significa en inglés “meta”. Eso es lo que quiere decir nuestro “gol” y “golear” es alcanzar la meta de este juego. Esa meta, que debe traspasar el balón para marcar tantos es la portería y en ella actúa el “guarda-meta”, para evitar que los rivales goleadores (los que marcan los goles) lo batan a él (o a su meta). El papel del portero es importante, pero no pasa de ser el antagonista de esta competición; el verdadero protagonista del fútbol, del gol (de su meta), es el goleador, generalmente, un delantero, que nada casualmente es además la figura de su equipo.

De la misma manera que todos los toques o pases previos al remate final son meros medios al servicio del único fin necesario y suficiente para ganar un partido de fútbol (lo que convierte a porteros, defensas y medios, salvo que sean capaces de marcar a menudo, en meros comparsas), cualquier acción futbolística o jugador que sólo coadyuve al gol es meramente contingente.
En cuanto a la selección alemana que ganó este verano el Mundial de Brasil, lo hizo de forma colectiva (la propia de la mentalidad germana); recordemos que ninguno de sus jugadores, pese a disputar la final y ganarla, se llevó el premio individual al mejor del campeonato sino que se lo dieron (regalaron, más bien) a Messi. Se puede decir, como Blatter (por una vez habla con razón) que darle al argentino tal distinción fue injusto, pero también fue un síntoma claro de que los alemanes ganaron grupal, no individualmente.

Por otra parte, sólo hay Campeonatos Mundiales cada cuatro años, lo mismo que Europeos de Selecciones (que no coinciden con los anteriores, pero sí con las Olimpiadas). ¿Cómo puede valer el logro coral de una selección ganando uno de estos tres títulos para establecer el factor decisivo para valorar los mayores méritos (personales o globales) de una temporada cuando no se puede usar semejante punto de vista para todos los demás años (la mitad del total) en los que no se disputan ninguno de estos campeonatos?

Por último, se olvida que el Balón de Oro es un galardón otorgado por méritos relevantes que destacan por encima de la práctica del fútbol-asociación por un conjunto de deportistas. De hecho, sería contradictorio premiar a algún jugador resaltánándolo del resto de su equipo si no fuera porque su labor personal, incluso desde la perspectiva de todos los demás jugadores, es la decisiva: golear.
En cuanto a que no se pueda (quiera) comprender en Farsistán que su incisivo goleador, Suárez, no haya sido seleccionado para concurrir al próximo Balón de Oro, resulta no sólo patético sino el triunfo descarado de la hipocresía como valor supremo del Farsalona. ¿No fue este más-que-un-club-una-Farsa el que, en su afán de convertir a sus jugadores en “seres superiores y dignos de imitación” (sólo les faltó decir sobre ellos que además eran más altos que nadie), se inventó que eran, aparte de los mejores futbolistas de todos los tiempos, gente “con valores”. ¿Queremos que un comportamiento antideportivo y reiterado y rereiterado como el de Súarez se convierta en el ejemplo que deben imitar nuestros niños?

O sea, que primero se dice. para meter “goles de despacho” y apuntalar la influencia paradeportiva del Farsa, que actuar bajo ciertas normas (otra cosa es cuáles) es positivo y da legitimidad y ahora, porque conviene decir justo lo contrario, ya no tiene nada que ver la calidad deportiva con la humana? ¡A otro perro farsista con ese hueso! ¡Lo último que le faltaba al Farsita decadente después de sus numerosos líos fiscales de todo tipo es esta salida “más allá del bien y del mal”!

Antónimus.

Post scriptum: Todos esos que decían, con caras resplandecientes de felicidad, que no hay que jugar al fútbol para ganar sino para disfrutar, ¿dónde están ahora que es el Madrid quien gana? ¿Han pasado a la clandestinidad? El que está disfrutando ahora es uno, Isco, que ha logrado el goce supremo: ser titular del Madrid (eso sí, hay que ganárselo por el método Mou: primero sudar, después jugar).

No hay comentarios: