Después de ver que al Pateti le resultó incluso fácil eliminar al Farsa ayer en la Champions, porque aún tuvo suerte el “más-que-un-club-un-ridículo” de no salir goleado; tras comprobar que la Messita de Noche no está ni se la espera (quizá le preocupa más presionar con su huelga de piernas caídas para mejorar su contrato que jugar para defender a su equipo); que Iniesta tiene menos físico que un renacuajo y va a tener un envejecimiento muy malo; que Xavi está no acabado sino extinguido (y falla goles decisivos a pares); que Alves ya sólo se puede dedicar a hacer monerías; que el mejor del Farsa fue un portero tan mediocre que se ha tenido que hacer íntimo del Kapo Messi para que no lo despidan hace años; que el entrenador-amiguete de Messi no tiene ni idea de qué hacer con semejante embolado (salvo desvincularse de él en junio); tras todo esto, se llega a la conclusión de que el Farsa no es, en estos momentos, otra cosa que algún arabesco de Neymar y muy, muy poquito más (ni en la portería, ni en la defensa, ni en el centro del campo, ni en la delantera).
El Cholo Simeone, quien cuando Mou entrenaba al Inter pasó por Milán y pidió permiso al “demonio de la prensa” para estudiar sus métodos de trabajo (nunca se le oirá al argentino criticar al portugués), sabe que su plantilla tiene pocas cartas para jugar y que algunas están marcadas (o sea, jugar tan violentamente que su equipo se pasa casi todo el partido fuera del reglamento); pero, las utiliza bien, porque es tan consciente de sus limitaciones como también lo es de las virtudes que precisa el Pateti para compensar sus carencias: el trabajo y la fe.
Todos sabemos que la fe mueve montañas y por eso nunca se valora suficientemente que cuando el humano aprende a ver las cosas de otra manera en el interior de su cabeza, también cambia su mundo exterior. Y en cuanto al trabajo, parafraseando a Carlos Marx, es el medio por el que el hombre transforma el mundo adaptando la realidad a sus necesidades. Es una actividad ejercida libre y deliberadamente, negándose a asumir pasivamente su existencia como un destino ineluctable; por tanto, también es una re-creación de lo existente.
Luego está el concepto estructural de juego en equipo, en lo cual tiene ventaja Simeone, pues; cuando se tienen figuras endiosadas es mucho más difícil hacerlas trabajar como conjunto. Bueno, dicho más brutalmente, lo difícil es hacerlas trabajar de cualquier manera, como sabemos muy bien en el Madrid. Por eso, por los intereses creados en una plantilla de supermillonarios (tolerados por una directiva cómplice de tal estado de cosas); si llega un entrenador…, digamos Mou, y exige a Sus Excelencias que se quiten el modelazo de Armani para ponerse el mono y sudar como esclavos, lo que está garantizado no son mejores resultados sino que haya un motín y, sea eliminado el “elemento desestabilizador”.
Después de semejante “golpe de estado”, restablecida la “normalidad”, los auténticos Dueños del Club pueden seguir viviendo a capricho, a lo Guti (“¡Así me gusta! ¡Que nadie te diga cuando tienes que correr!”). Por eso, al final cada uno está donde se merece; porque lo importante no es ser muy bueno teóricamente sino en la práctica y en un deporte en equipo esto se nota especialmente. Y la praxis de esta temporada es que el Gran Madrid no ha ganado (en Liga) los partidos de enfrentamiento directo con el Pateti. Toca reflexionar, pero no sobre lo qué es criticable en el equipo de Simeone sino en el nuestro.
Si nos planteamos en qué consiste el éxito actual del Patético, además de advertir un montón de violencia tolerada federativamente, también hay que asumir la cantidad (ya que no destaca por su calidad) de trabajo aportado, que es muy digno de análisis y, en cierto modo, incluso de respeto. Porque en el adversario hay que saber admirar lo bien hecho y aprender de ello; y en lo propio hay que saber eliminar la mala hierba para que no nos den “los nuestros” gato por “perro”. Puede no quererse saber nada de tan necesaria lección vital, pero ignorarla se paga caro.
En cuanto al vencido, aunque el farsante Xavi diga cada vez más tonterías, que sólo evidencian que él no sabe perder (y esto sólo lo disimulaba la inacabable cantidad de ayudas que ha estado recibiendo su Farsita durante los mejores años de “su” historia), veremos ahora cuanto le dura la “no-crisis”; porque hasta la FIFA y Hacienda tienen al Farsa señalado (con perdón del Sr. Cardenal) y su condición, hasta ahora, de Valido Oficial de la RFEF o la de la UEFA van a resentirse por ello. Para empezar, si fracaso era que el Madrid no llegara a las semis de la Champions, en un pretendido supermegaequipazo esto es todavía más fracaso (con “f” de Farsa). Pero no es una crisis, claro. Por supuesto que no: en el Farsa hasta la mierda huele bien.
Por lo que se refiere a los madridistas, aparte de saber escarmentar en cabeza ajena (ya veremos, dijo un ciego llamado Modric), ahora no nos conviene hacer saltar la liebre atacando la decadencia farsista, no. Tenemos que ser más crueles: hay que permanecer callados y disfrutar del dolor farsigrana, pero ayudando con nuestro silencio a que dure el máximo posible, sin sacar a los farsistas de su estupor de bellas durmientes con nuestros gritos de júbilo.
Antónimus.
Post scriptum: Si el Madrid le gana al Farsa la final de Copa, entonces sí que va a llegar a la plantilla farsista la Noche de los Cuchillos Largos, incluso aunque no puedan fichar durante un año.
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