viernes, 4 de abril de 2014

BLATTER ES EL NUEVO COLÓN

Nadie pone en duda el mérito de Cristóbal Colón como Descubridor de un Mundo Nuevo (lo más que se discute es de dónde era él; pero lo importante es que Castilla y León lo supo “fichar” y por eso ahora una buena parte del mundo habla nuestro idioma castellano). El caso es que su Descubrimiento fue muy importante porque, si bien no creó algo que antes no existía, fue él quien lo dio a conocer y desde ese momento el mundo, tal y como había sido concebido hasta entonces, cambió para siempre.

Pues bien, ahora tenemos la suerte de vivir, como contemporáneos, una nueva gesta totalmente equiparable: Blatter, el presidente de la FIFA, acaba de hacer un nuevo y decisivo Descubrimiento; tras el autobombo del Farsa que pretender ser la encarnación de la ejemplaridad positiva y la virtud social, (del que se hace tanto eco el colaboracionismo mediático profarsista) sólo existe una cosa: ¡la Nada!

Porque de lo único que es ejemplo sobresaliente (y reincidente) el Farsa es de indeseable y prepotente Enemigo Público del juego limpio y de la igualdad en obligaciones y derechos de todos.

Por eso, incluso EL PAISITO, del grupo PRISA POR CARGARSE AL MADRID, tan amigo normalmente de loar cada “éxito” del Farsa y de poner sordina a sus múltiples escándalos, publica que este “más-que-un-club-un-escándalo” quiere estar en un limbo alegal y no acepta que la normativa deportiva vigente sea también de obligado cumplimiento para él:

EL BARCELONA QUISO SALTARSE LAS NORMAS

http://deportes.elpais.com/deportes/2014/04/03/actualidad/1396537410_731677.html

El propio Farsa (su entonces presidente, Rosell) intentó que la FIFA lo eximiera del cumplimiento de una regla que se había saltado a la torera. ¿De qué se queja ahora? Porque tal “gestión” es una confesión (o autoinculpación) en toda regla, ya que, de la misma manera que no hay delito sin ley previa (nullum crimen, nulla poena sine praevia lege), no se puede pedir un indulto sin haber delinquido anteriormente. Además, hace más de un año que el Farsa estaba avisado por la FIFA de que tenía que cambiar de “métodos”. No hay lugar para la sorpresa.

La paranoia farsista alcanza tal cota que se le ha oído declarar a alguno de sus directivos que hay una “mano blanca” detrás de esta sanción; como si el Farsa no hubiera hecho nada ilegal que deba ser sancionado ahora; como si “su reino no fuera de este mundo”. Quizá los “herrados” somos nosotros, que carecemos de suficiente capacidad mental para comprender que los farsistas no se sientan nunca en la “taza” sino que no lo necesitan, pues levitan por encima de ella, pues ellos están en un “más-allá” ubicado fuera del alcance de nuestra torpe comprensión humana, que no puede trascender el “más-acá” del reglamento vigente.

Su caradura alcanza a algún abogado de pleitos pobres, que ha alegado que la reglamentación de la FIFA no es normativa “legal” (no es norma positiva integrada en el ordenamiento jurídico de un estado de derecho) y por tanto no es exigible su cumplimiento.

Este “iletrado” “olvida” interesadamente lo que no le conviene tener presente (como lo hizo el Farsa, cuando llevo a los tribunales ordinarios la sanción de cierre de su estadio por dos partidos tras el cochinazo farsista). “No recuerda” que el fútbol es una actividad privada que se basa en la asociación libre a la organización de la FIFA, que es independiente de cualquier gobierno, y que ésta institución queda así legitimada por sus propios miembros para ordenar las actividades de estos clubes mediante reglas que se justifican con el previo “acuerdo entre caballeros” de someterse a las mismas, esto es, la aceptación implícita de que todas las cuestiones futbolísticas se resuelven exclusivamente en el seno del fútbol. Claro, esto se da por sobreentendido entre “caballeros”, no entre fulleros.

Desde luego, no es extraño que con tanta “imaginación jurídica” termine el Farsa, y sus más destacados miembros, bien directivos bien jugadores, teniendo tantos problemas con la Hacienda “real”.

Por supuesto, el Farsa puede fundar su propia organización “mundial” de fútbol y desde ella poner en marcha competiciones ad hoc, por ejemplo, la liga farsalana. Y puede poner, como regla, que él la tiene que ganar todos los años; que puede alienar a tantos jugadores como le dé la gana, etc. Aunque no parece probable que haya otros clubes interesados en ser parte de una encerrona semejante.

Volviendo al punto de vista farsista de que el modelo de La Demasía es legítimo, ¿a qué viene tanta preocupación en un club que dice basarse prácticamente en exclusividad en su cantera? Más allá de la hipocresía que supone oírlo de quien ha tenido en sus filas, como fichajes carísimos, a tantos jugadores extranjeros (incluyendo a unos cuantos españoles), queda la cuestión abierta de ¿por qué, precisamente ahora, no le da una lección a la FIFA y al mundo entero demostrando que le sobra y basta con “su” fútbol-base para seguir siendo el mejor equipo de toda su historia y, de paso, aprovecha para ahorrar y equilibrar su maltrecha economía?

Que no se preocupe el Farsa, porque por supuesto que va a seguir habiendo un “espaci farsista” en nuestro mundo, donde hay sitio para todo, bueno y malo; incluida la mierda, la podredumbre y la lepra moral que el tan descarnadamente representa.
Pero no pasa nada, ¡por favor! Que el Farsa “no renuncie a las esencias” de las que tanto, aunque injustificada y contradictoriamente, presume, que si sigue así, pronto asistiremos a sus exequias.

Antónimus.

Post scriptum: Pues sí: el Farsa, autoproclamado Rey del Fútbol, iba desnudo y además estaba lleno de llagas purulentas y hediondas. A ver cuándo se atreven a decirlo todos sus vasallos. ¡Cardenal, toma la palabra!

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