Primer “tiempo” (como diría Mou) de la semifinal de Champions del Madrid con el Baviera de Munich. Los muniqueses parecían el Farsa (con gran disgusto de Beckenbauer) y se limitaron a ganar la posesión del balón sin enterarse de qué iba el asunto en el fondo. En cambio, para el Madrid se trataba de dominar en el marcador y, sobre todo, de que no marcase el equipo visitante; ambos objetivos se cumplieron; en cambio, el Dalai Lama sólo logró exhibir su mala leche ante su derrota, que aún pudo ser más abultada.
Ciertamente, el Madrid empezó demasiado replegado, incluso arrollado por el despliegue del Baviera, que amontonó a casi todos sus jugadores en el centro del campo para apoderarse de la pelota. Pero olvidó que el fútbol se resuelve en las áreas y ahí fracasó; en ambas.
Un contraataque madridista maestro (otro más) en el que el tocado Cristiano sólo pudo ejercer de pasador preciso, puso a Coentrao en condiciones de dar un centro excepcional que dejó solo a Benzema para rematar nuestro gol. Después hubo otras oportunidades blancas, pero ninguna se aprovechó. La ironía de nuestro juego de ataque fue marcar en el momento en que el Madrid estaba más sometido; pero el dominio aparente no cotiza en el marcador, a diferencia de la puntería.
La incapacidad muniquesa para hacer daño se evidenció en sus infructuosos acercamientos (más que ataques) a la portería merengue, jugadas en las que nuestros cuatro defensas estuvieron a gran altura. Hubo múltiples córneres a favor de los bávaros, cierto, pero apenas tuvieron alguna ocasión clara de gol, como evidencia que Íker sólo necesitó hacer una parada.
Así que hubo en el juego del Baviera más amenaza que peligro real. Esto se debe a que algunos se creen seres superiores y confunden su “realidad” virtual con la auténtica, ésa en la que sí pasan las cosas; por eso, el crédito de Guardiola se va acabando en Alemania y habrá que ver, en el caso de que el Madrid le elimine, si podrá sobrevivir a semejante fracaso.
En definitiva, el “maestro”, que venía a impartir un curso magistral a los “ignorantes”, se encontró con un aprendiz de brujo que le robó la cartera y por eso no pudo superar a un Madrid con serias bajas (sólo pudo reunir un delantero a medio gas a base de sumar medio Ronaldo y medio Bale). De hecho, el partido se le hizo largo a los pupilos del “rey loco de Baviera” y además tuvo que reorganizar su defensa para evitar males mayores.
Por tanto, queda abierta la eliminatoria que los cerveceros pretendían cerrar en Madrid. Sin duda, falta lo peor (el infierno alemán), pero ahora si que cabe decir que la eliminatorio está al 50 %, que no era precisamente lo que los pronósticos auguraban.
Antónimus.
Post scriptum: La clave para el partido de vuelta, aparte de recuperar a nuestros dos puntas, es jugar un 4-4-2, para cerrar mejor los espacios, y aumentar la capacidad de trabajo de nuestro equipo planteando relevos en determinados puestos para que cada jugador dispute sólo un tiempo, pero vaciándose (Isco / Illarramendi o Benzema / Morata). El Bayern no aguantará la segunda parte (como no lo ha hecho en Madrid) si no logra poner el marcador a su favor en el comienzo del encuentro.
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