Otra jornada de Champions y otra vez el Pelota Mayor de la Prensa a jugar de titular en la portería del Madrid; tan increíble como lamentablemente cierto.
Para eso querían (él y los periodistas) a un entrenador chantajeable como don Carleone; alguien con quien pudiera funcionar el “a-que-me-voy” típico de los amiguitos farsalanes de Íker.
¡Pobre Diego López! ¡Menos mal que el Madrid acaba de reconocerle económicamente la verdadera importancia de su trabajo! Ahora ya pueden decir los medios lo que quieran, porque en el club sí se sabe lo que vale lo que hace cada cual.
Pero es triste ver cómo se le cargan a Diego los goles encajados por el equipo sin hacer un valoración adecuada de su trabajo, que no se puede objetivar considerando exclusivamente los goles recibidos y dividiéndolos por los minutos jugados (cuando él era suplente eterno no le metieron ningún gol en años y años y a nadie le parecieron tan maravillosos sus números inmejorables).
Debería calcularse el número de remates por partidos que le hacen a él o le hacían a Fallillas y, de éstos, ver cuantos para o encaja. También habría que ver a cuantos balones aéreos sale o no, cuantos despeja; las salidas con el pie y su resultado; la capacidad de mandar los saques a sus compañeros en lugar de a los rivales; su disposición a combinarse con los defensas en lugar de permanecer ajeno a ellos atornillado en la raya de gol…Y todo esto, tanto con él como con el mostoleño. Sólo así, calculando el desempeño de todas las facetas del juego de un portero, se pueden hacer verdaderas comparaciones con otro; por supuesto, hablando siempre del estado de forma actual de los guardametas madridistas, porque si nos ponemos a hacer historia…habrá que poner a Ricardo Zamora, que también fue alguien bajo los palos.
Es una infamia que se le culpe especialmente a Diego López de encajar 5 goles en los dos últimos partidos de Liga cuando en ellos se le han pitado al Madrid ¡¡¡¡4 penaltis!!!!, de los cuales han venido 3 de esos cinco tantos. Por cierto, ¿se habrían atrevidos los árbitros a hacer algo parecido con el Farsa? ¡Ya está bien de oír que “así gana el Madrid” y no “cómo” le pitan!
Pero retomando el asunto de la conjuración, es insufrible volver a ver en la portería blanca al “autista” (y lo es, pues siendo el capitán, no se ocupa de ninguna otra cosa que de que su culito le escueza si pasa mucho tiempo en el banquillo).
Como muestra de cómo vela por sus intereses su “entorno”, valga esta crónica:
“Íker contra la sangría”
http://www.marca.com/2013/11/04/futbol/equipos/real_madrid/1383573500.html
En sus cuatro párrafos, no le queda más remedio al plumífero que reconocer que Diego López no es un problema sino parte de la solución de la fragilidad defensiva del Madrid (que no trabaja ni de lejos como lo hacía bajo el mandato de Mou). No obstante, considera que la vuelta del pelota-chivato al marco “…puede aportar una dosis de tranquilidad muy necesaria al equipo” ¿? Por cierto, “al equipo” tiene que ir en la frase tras “aportar”, ¡que no sabéis redactar!
En cuanto al título…otra genialidad del reportero; esperemos que los bares y restaurantes no se lo tengan en cuenta a Fallillas, que parece promover un boicó a la tradicional bebida.
Y tanta manipulación, ¿para qué? Nuevamente ha demostrado Fallillas que no sabe salir por alto, pero sí liarla a base de bien en “su” área pequeña, en la que no para sino deambula perdido; también que sabe rebotar los balones que le tiran al cuerpo, aunque no blocarlos, y sigue sin saber sacar de puerta a sus compañeros; o sea, no hay ninguna novedad reseñable en su actuación, nefasta como casi siempre en las últimas temporadas; porque Íker ya sólo está para los leones.
Sobre si Fallillas puede mejorar las prestaciones como portero de Diego Lopez, la respuesta la da inapelablemente el marcador y es demoledora: un partido y dos goles encajados, de los cuales sólo uno fue de penalti (todavía no se ha enterado de por dónde entró); el otro se lo tragó, una vez más, clavadito en la raya de meta (eso sí, tras descolocarse con su “pasito de baile del cobarde”, un clásico ya en él), porque este inepto no llega a los balones que van junto a los palos; en cambio, Diego López sï. Pero, ¿qué importa eso con todo lo que le debemos a nuestro Íker?
Veremos si después de esta nueva hazaña de Fallilas tienen los secuaces de su entorno mediático la cara de seguir pidiendo su titularidad también en la Liga. De momento, ley del silencio tras cada fallo del compadre, por supuesto. Seguramente, incluso si le da por dedicarse a robar niños le seguirán apoyando y poniéndolo por las nubes. ¡Qué ridículo de uno y otros! ¡Más dura será la caída cuando más lo levanten artificialmente, pero, entretanto, los que pierden son el Madrid y Diego López.
Respecto al último comentario de “robar niños”, aparte de que es una hipótesis, hay que aclarar que ya no le ampara a Fallillas su derecho al honor, pues la “justicia” acaba de desestimar una querella de Mou contra Palomares (MARCARRA) por decir que el portugués era (afirmación tajante) ese tipo de persona capaz de “provocar un accidente y abandonar después a las víctimas ”. Según el juez, esta perla está amparada por el derecho a la libre expresión. Pues, entonces, esto también.
Antónimus.
Postdata: El verdadero problema de Íker no es ni Mou, ni Diego López, ni que los años no se olvidan de nadie…sino Cristiano.
En los planes de Fallillas estaba ocupar el lugar de número uno del imaginario madridista y vivir de este chantaje emocional como intocable durante todo su declive deportivo, que empezó hace tiempo. Para ello, contaba, naturalmente con la inestimable colaboración mediática, ya que la prensa es siempre amiga de sus amigos, y más de quien está casado con ella y le suministra “informaciones” reservadas.
Sus méritos para obtener semejante apoteosis eran los títulos del Madrid de los galácticos (no todos suyos) unidos a los de La Floja, que le permitían ocultar puenteándolas las últimas temporadas en las que no ha brillado especialmente y le convertían en el mítico Gran Capitán del equipo.
Lástima que “en eso” llegó el Comandante Cristiano y le arrebató el corazón de la afición blanca por goleada. Desde entonces, la envidia y el rencor se le traslucen en su permanente cara avinagrada al ahora degradado Fallillas.
Todo esto sin olvidar que los porteros no ganan los títulos sino que, como mucho, evitan que se pierdan. Porque, además de parar, para ser campeón hace falta que alguien marque en la otra portería. Por eso le hace tanto daño al marido de doña Sara que un señor de su mismo club meta más de un gol por partido jugado y se llevé toda la atención de la afición.
Ayer, sin ir más lejos, tanto Cristiano como Íker tuvieron mucho que ver con los dos goles del Madrid y de la Juventus, sólo que uno tuvo el mérito y el otro la culpa.
Y una pregunta. ¿quién era el portero de La Floja que jugó este año, por deseo expreso del Sr. marqués, la final que perdió ante Brasil por 3-0? Viendo los reportajes, no parece que fuera Diego López, ¿verdad? Una pista: es el mismo que, en la edición anterior de la misma competición (Copa Confederaciones) perdió 2-0 en semifinales contra la gran potencia futbolística llamada Estados Unidos del Rugby. Parece que tan talismán no es, ¿no?
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