lunes, 11 de noviembre de 2013

¡ES LA INFLUENCIA, ESTÚPIDOS!

Cuentan que algo similar dijo Bill Clinton para explicar una de sus victorias electorales, cuando, ante la sorpresa de sus rivales que no se explicaban la razón de su derrota, les espetó: ¡Es la economía, estúpidos!
Pues bien, esta semana, en un debate en “La Tertulia” de Real Madrid TV, un periodista mereció también ese calificativo, aunque nadie se lo aplicó. Giraba la conversación alrededor de los perjuicios arbitrales que afectan al Madrid, sobre todo tras aquella declaración incalificable de Sánchez Arminio. También se extendió el asunto a los dieciséis errores arbitrales contra el Castilla en doce partidos. (Claro, así va el último). Y ese sujeto, granadino, aunque no sé ni quiero averiguar su nombre, dijo algo que traigo aquí a colación porque es un lugar común. Ante las críticas a los árbitros del resto de contertulios salió él con aquel viejo tópico en el que caen o con el que quieren hacer caer a interlocutores y oyentes. Dijo el interfecto: “¿Vosotros entonces creéis que los árbitros se juntan y deciden perjudicar al Real o acuerdan que el Castilla tiene que bajar?”
¡¡Que desfachatez, que ignorancia, o seguramente las dos cosas!!
Porque es un canalla si (además en Real Madrid TV) intenta llevar a los otros a ese callejón sin salida de la conspiración o el contubernio. Claro está que los otros no le supieron rebatir adecuadamente, porque la imagen de todos los árbitros reunidos para ese asunto no es muy verosímil y sus efluvios merman la idea de las injusticias arbitrales. Pero ¿es que si no se reúnen físicamente y pactan no puede haber perjuicio? Como parece que esa reunión no debió producirse, pues en parte se sale con la suya. ¡Ja, ja, ja!
No merece el sujeto ni una línea, pero es que el argumento es repetitivo en prensa, radio y televisión. Se trata de que parezca un accidente. Son malos los árbitros. ¿Y por qué entonces los errores no son aleatorios? Entonces dicen: Bueno, a la larga se compensarán los errores… el Real y el farsa son los menos indicados para quejarse, etc. etc. etc.
Pues niego la mayor. Perjudican al Real y al Castilla. Y lo hacen por un fenómeno psicológico que se denomina influencia (que los ignotos no confundan con influenza, que esa es la gripe.) Pero, porque este artículo va contra estúpidos, y en la esperanza de que lo entienda, no voy a utilizar conceptos psicológicos, que no comprenderían los que dicen que los árbitros no se reúnen y no se confabulan y para ellos, por tanto, ni hay perjuicio voluntario al Real ni los árbitros determinan resultados.
Tiraré de diccionario, pues supongo que los periodistas, de carrera o asimilados, habrán utilizado alguna vez y quizá les suene de algo. Concretamente el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española. Que dice: Influencia: “Acción y efecto de influir. Influir: 1. “Producir una cosa sobre otra ciertos efectos. 2. Ejercer una persona o cosa predominio o fuerza moral.” Pues eso: Sánchez Arminio (y Villar y Platter…), sin necesidad de reunirse físicamente con los árbitros, sin tener ni siquiera que darles indicaciones explícitas, ejercen predominio y fuerza moral en sus subordinados, que en la soledad de su mismidad y con su escaso cacumen, saben que no es bueno contradecir al jefe, y en los partidos sesgan su percepción para que no exista disonancia entre los que mandan y él. Y pitan perjudicando al Real. Y más aún al Castilla. Y condicionan los resultados sin que exista reunión ni contubernio, simplemente: ¡¡Es la influencia, estúpidos!!
Luigi Vinci
Cuentan que algo similar dijo Bill Clinton para explicar una de sus victorias electorales, cuando, ante la sorpresa de sus rivales que no se explicaban la razón de su derrota, les espetó: ¡Es la economía, estúpidos!
Pues bien, esta semana, en un debate en “La Tertulia” de Real Madrid TV, un periodista mereció también ese calificativo, aunque nadie se lo aplicó. Giraba la conversación alrededor de los perjuicios arbitrales que afectan al Madrid, sobre todo tras aquella declaración incalificable de Sánchez Arminio. También se extendió el asunto a los dieciséis errores arbitrales contra el Castilla en doce partidos. (Claro, así va el último). Y ese sujeto, granadino, aunque no sé ni quiero averiguar su nombre, dijo algo que traigo aquí a colación porque es un lugar común. Ante las críticas a los árbitros del resto de contertulios salió él con aquel viejo tópico en el que caen o con el que quieren hacer caer a interlocutores y oyentes. Dijo el interfecto: “¿Vosotros entonces creéis que los árbitros se juntan y deciden perjudicar al Real o acuerdan que el Castilla tiene que bajar?”
¡¡Que desfachatez, que ignorancia, o seguramente las dos cosas!!
Porque es un canalla si (además en Real Madrid TV) intenta llevar a los otros a ese callejón sin salida de la conspiración o el contubernio. Claro está que los otros no le supieron rebatir adecuadamente, porque la imagen de todos los árbitros reunidos para ese asunto no es muy verosímil y sus efluvios merman la idea de las injusticias arbitrales. Pero ¿es que si no se reúnen físicamente y pactan no puede haber perjuicio? Como parece que esa reunión no debió producirse, pues en parte se sale con la suya. ¡Ja, ja, ja!
No merece el sujeto ni una línea, pero es que el argumento es repetitivo en prensa, radio y televisión. Se trata de que parezca un accidente. Son malos los árbitros. ¿Y por qué entonces los errores no son aleatorios? Entonces dicen: Bueno, a la larga se compensarán los errores… el Real y el farsa son los menos indicados para quejarse, etc. etc. etc.
Pues niego la mayor. Perjudican al Real y al Castilla. Y lo hacen por un fenómeno psicológico que se denomina influencia (que los ignotos no confundan con influenza, que esa es la gripe.) Pero, porque este artículo va contra estúpidos, y en la esperanza de que lo entienda, no voy a utilizar conceptos psicológicos, que no comprenderían los que dicen que los árbitros no se reúnen y no se confabulan y para ellos, por tanto, ni hay perjuicio voluntario al Real ni los árbitros determinan resultados.
Tiraré de diccionario, pues supongo que los periodistas, de carrera o asimilados, habrán utilizado alguna vez y quizá les suene de algo. Concretamente el Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española. Que dice: Influencia: “Acción y efecto de influir. Influir: 1. “Producir una cosa sobre otra ciertos efectos. 2. Ejercer una persona o cosa predominio o fuerza moral.” Pues eso: Sánchez Arminio (y Villar y Platter…), sin necesidad de reunirse físicamente con los árbitros, sin tener ni siquiera que darles indicaciones explícitas, ejercen predominio y fuerza moral en sus subordinados, que en la soledad de su mismidad y con su escaso cacumen, saben que no es bueno contradecir al jefe, y en los partidos sesgan su percepción para que no exista disonancia entre los que mandan y él. Y pitan perjudicando al Real. Y más aún al Castilla. Y condicionan los resultados sin que exista reunión ni contubernio, simplemente: ¡¡Es la influencia, estúpidos!!

Luigi Vinci

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