El fin del periodo veraniego de fichajes ha supuesto un terremoto en el primer equipo del Madrid; no sólo ha venido ¡al fin! Bale el Deseado sino que han salido de la plantilla del Madrid dos jugadores que merecen comentario aparte: Kaká y Özil.
En cuanto al brasileño, que si ha dejado algo demostrado en nuestro club es que debería llamarse Kaka (sin acento agudo), descartada hace tiempo cualquier generosidad o vergüenza torera por su parte a la hora de decir “no voy a seguir robando lo que no me gano”, dan ganas de preguntarle a qué versión de Jesús reza para que los madridistas podamos darle las gracias como se merece, porque sin duda estamos ante un milagro (o un indulto) del que la autoría no puede ser del brasileño. En fin, bien está lo que bien acaba, aunque habría estado mejor si hubiera acabado mucho antes o ni siquiera hubiera ocurrido, porque lo importante es el resultado de esta “liberación”: - -20 millones de euros, importe que ya no tiene que pagarle el Madrid (en matemáticas la doble negación es positiva).
Özil ha sido, para muchos, un daño colateral del fichaje del galés (que va a jugar más o menos donde el teutón, pero con más entrega y rendimiento, es de suponer; por tanto, relegándolo forzosamente a la suplencia al disponer además de Izco como segunda opción de creación y media punta).
Los que dicen eso parecen creer que nuestro club no tiene suficiente dinero (o crédito) para pagar una operación así sin semejante recurso (siendo la institución deportiva con más ingresos del mundo).
También se considera un error soltar a un “gran jugador” como él: Así se piensa especialmente por parte de otros compañeros del vestuario, como Cristiano (que a lo mejor siente celos de Bale y prefiere a alguien más “subalterno” a su lado. Por cierto, que el luso debería estar más ocupado con su renovación que con la gestión del equipo, que ya dispone de gente más preparada que él y más representativa en este terreno).
No es esa mi opinión. Considero a Özil responsable directísimo de la marcha de Mou, el mejor entrenador que ha tenido esta institución a lo largo de toda su historia; por eso, al menos a mí, me sabe a venganza cumplida la marcha del germano.
Me explico: falló un gol fácil en la primera parte del partido de vuelta de semis de la Champions que fue el que nos faltó para llegar a la final y tener la oportunidad de ganarla, en cuyo caso, el portugués no se habría ido. Volvió a fallar, y con reiteración, en la final de Copa ante el Patético, que sólo nos podía ganar matándonos a patadas (con el tradicional beneplácito arbitral) y beneficiándose además de nuestros múltiples fallos ante la portería colchonera; en este último aspecto, la colaboración del turcoalemán fue inestimable.
Pero estas no han sido las únicas veces en las que este jugador no ha dado el do de pecho en los partidos decisivos, pues tampoco ha dejado la impresión de saber desenvolverse en los “campos de minas” (vamos, lo que hizo sobradamente Cristiano en San Mamón, por ejemplo) y ya sabemos cómo se para a un jugador de clase en este país (siempre que no tenga la protección política del Farsa, de la que el Madrid, evidentemente, no goza). Así que me cobro la deuda: lo que me debe él y, de paso, también lo de Guti, ese fantasma ominoso al que el alemán se parece cada vez más. Por mi parte, lo tomo como una lección, mejor un dogma del Madrid: aquí el indiferente, el que no corre, desfila. ¡Basta ya de eternas promesas eternamente incumplidas!
Y a los que se declaran indignados por la marcha de Özil les planteo esta cuestión: ¿saben que tras la pasada temporada, en la que este jugador sólo destaco de verdad en la prensa, tuvo el atrevimiento de pedir al Madrid que le duplicara su sueldo? A mi me parece que Özil en lo que estaba realmente integrado, digan lo que digan sus amiguitos de la plantilla, no era en el equipo sino en nuestra tesorería.
No quiero que dé la impresión de que considero que el resto de los jugadores es intocable, porque no es así. No obstante, con la excepción de Benzema, al que considero a prueba por última vez (la próxima temporada será la última de su contrato y, si no termina de dar el paso adelante en ésta, entonces habrá que traspasarlo) creo que los otros pueden quedarse en principio, con la única duda de Coentrao, que supongo que se terminará yéndose en diciembre y habrá que sustituirlo con garantías para que Marcelo, al que hay que exigir el máximo siempre, no se duerma (pues no sería la primera vez que da más la cara por Brasil que por nosotros).
En el mismo sentido, cuento con que Carvajal presione a Arbeloa para dar más rendimiento este año y que juegue el que más en forma esté de los dos.
De los centrales, Pepe y Ramos, sólo espero, en el primer caso que no se dedique esta vez a apuñalar a su entrenador cuando éste esté en la cuerda floja y en el segundo que se dedique a hablar menos (porque él no decide ni pinta nada en el Madrid) y a jugar más para evitar que el primero en salir la próxima vez sea él, sobre todo cuando se recupere Varane.
Por supuesto, no sé qué pasa con Alonso, si va a seguir (¿renovará?) o si es recuperable físicamente al nivel que cabe exigirle; tampoco si ha acabado de llegar Illaramendi; al que, como a los soldados, se le supone valor, pero que aún lo tiene que demostrar.
Quiero alabar expresamente a Casemiro. Este brasileño es el negativo exacto de Kaka: no se dedica a “figurar” sino a trabajar (no sé si el problema era que la religión particular de nuestro ya exjugador no se lo permitía, pero lo cierto es que se ha ido del equipo sin sudar nuestra camiseta). Además, Casemiro no ha costado casi nada y no descarto que a la larga se haga con un puesto titular, quizá el de Khedira, pues Modric está bastante bien y además tiene otras funciones en el centro del campo.
Y quiero criticar expresamente a Di María, el otro tipo de jugador a eliminar de nuestra plantilla: el intermitente. Ya en época de Mou, dio muestra de ser un excelente administrador de esfuerzos (una vez que obtuvo su nuevo contrato). No sé que pensaría él si su sueldo le llegara también sólo algunas veces en vez de regularmente. En cualquier caso, los “contables” sólo los necesita el Madrid en las oficinas, no en el terreno de juego. No me parece mal que siga (antes que Özil) porque es capaz de trabajar más, pero sometido a vigilancia y con el finiquito preparado; por si dentro de un tiempo le da por pensar que ya “paso el peligro” de ser traspasado (y es que el traspaso es la única arma efectiva que tienen los clubes para presionar a sus futbolistas y exigirles que cumplan efectivamente lo firmado en sus contratos).
En fin, sé que tengo un prejuicio a la hora de juzgar a los jugadores, a los que examino no sólo por su clase sino también, y especialmente, por su esfuerzo, pero es lo que pasa cuando se es seguidor del tipo de club que fundó La Saeta Rubia dejándose el alma en el campo (aunque por su clase podría haberse dedicado a mirar como corrían otros) y demostrando que el talento sin esfuerzo no basta. Desde entonces, está claro cuál es nuestra meta y cuál es el único camino que tenemos que seguir para alcanzarla.
Y, sobre todo, sé que el balompie es un deporte de competición, no una actividad “artística”; por eso, los rivales salen al campo con la idea de anular a nuestros jugadores más creativos; así que no basta con ser bueno sino que hay que demostrarlo y para eso hay que entregarse a fondo; no limitarse a pensar en la carrera profesional o en lograr otro contrato mejor antes de cumplir el vigente; porque la causa que logra semejante efecto (la mejora económica del jugador) es el rendimiento deportivo (títulos) previamente del equipo, que es la única finalidad que interesa en el Madrid; ya que nosotros no somos un banco.
Es una simple cuestión de prioridad, en definitiva, como todo en la vida. Por eso los jugadores no pueden dirigir un club sino los representates electos de los socios; lo contrario sería poner el carro a tirar de los caballos.
Antónimus
Postdata: En cuanto a la polémica artificiosa (además de artificial) de Diego López versus Fallillas (una cosa es lo discutido, otra lo discutible y otra lo indiscutible, que es que la prensa no está informando de este asunto objetivamente sino actuando como lobby fallillista), aparte de apoyar la titularidad del primero a muerte (parece que don Carleone le está saliendo rana a lo esperado por los chicos de Sara tras la marcha de Mourinho), sólo quiero añadir esta reflexión que creo que sí que defiende los intereses madridistas:
Si el mostoleño “es” (presente de indicativo, luego los que así opinan presumen que sigue siéndolo en la actualidad) el mejor del mundo en la portería y se quiere ir para no ser suplente (¿tan deshonroso es para Su Excelencia?), dado que tiene firmados varios años de contrato todavía, supongo yo que, por una cuestión legal pero también por el gran amor que (sin duda) tiene nuestro gran portero al club, habrá que pedir un buen pellizco por él para autorizar su marcha, ¿no? Propongo 50 millones, para que sea el traspaso más caro de nuestra historia, a modo de reconocimiento del club a su gran valía; seguro que él, desde su conocido altruismo amén de su condición de capitán abnegado no quiere otra cosa para su estimado Madrid.
Y si de lo que se trata es de que como Íker “fue” (pretérito indefinido, que no sólo se refiere al pasado sino que le añade el matiz de “aspecto perfectivo”, de acción acabada completamente) un gran portero (no por alto, ni con el pie), pero ya no lo sigue siendo, y, sin embargo, consideramos que estamos en deuda con él, y le queremos adjudicar a modo de homenaje (más bien de derecho de pernada) la titularidad eviterna, entonces propongo que también siga jugando de delantero centro Alfredo Di Stéfano, que no puede tenerse de pie el pobre (ni siquiera parece que pueda abandonar su domicilio), pero sin duda también se lo ha ganado.
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