martes, 6 de mayo de 2014

CONTRA EL VIOLENCIA NO HUBO SÓLO MALA SUERTE

Muchos madridistas se lamentan ahora de la oportunidad perdida el domingo al empatar en nuestro estadio contra el Violencia (que, esta vez, ni necesitó dar patadas, por cierto). Después de este resultado, y suponiendo que mañana se gane al Valladolid a domicilio, el Madrid tendrá 86 puntos frente a 85 del Farsa y 88 del Pateti. La única combinación que nos haría campeones con tales números, si los tres equipos ganan en la penúltima jornada, sería que nosotros ganemos en la última (al Español) y el Farsa, que recibe al Leñeros de Madrid, también.

En principio no parece que al farsismo le interese darnos la Liga, pero, aparte de que si actúa demasiado descaradamente sufrirá el correspondiente desprestigio, menoscabando aún más sus “valores” (sería fácil resucitar el debate sobre Tenerife y La Coruña), el Farsa se juega más de lo que parece, pues si queda segundo será quien dispute la Supercopa de España al Madrid, campeón de Copa.

Al final, podría ocurrir que el gol de Ronaldo al Violencia nos dé otro título (por cierto, un golazo que hubiera firmado el mismo Di Stéfano, que metió uno muy parecido al Pucela). En cuanto a si Cristiano hizo falta en el primer gol, es discutible, pero no lo es que, si la hizo, fue al zafarse de un agarrón, previo, del defensa a él, luego, pitando por orden, primero penalti a favor del Madrid y después ya no hay nada más que decir, pues lo demás queda anulado.

Si hablamos del modo en que se produjo nuestro empate in extremis, podemos echarle la culpa a la mala suerte: no es normal meter sólo dos goles tirando a puerta con peligro más de diez veces y encajar los mismos en sólo cuatro ocasiones del Violencia. Los porteros no fueron el factor diferenciador, pues ambos hicieron buenas paradas, sobre todo el violencianista.

Seamos pues más analíticos. Lo que tenemos que hacer es comparara la forma en que jugó y trabajó nuestro equipo en el último partido (contra el Baviera) y determinar qué aspectos lo diferencian, en su caso, del último partido de Liga.
Nada que oponer al juego de contraataque del Madrid, tan merecidamente alabado; el problema tampoco va por ahí. Pero si se trabaja menos en el centro del campo, de un modo más desorganizado e insuficiente que en Munich y, sobre todo, si físicamente no se disputa el balón y la posición en el terreno de juego tanto o mal que el equipo contrario, entonces pueden pasar estas cosas; de hecho, podrían suceder muchas más veces si este riesgo no fuera contrarrestado a menudo por nuestra pasmosa pegada en la delantera (volvemos a alcanzar los 100 goles, como en las últimas Ligas, y aún restan dos jornadas).
La defensa no estuvo tan bien como en Copa de Europa, pero, sobre todo, estuvo desasistida por el resto de sus compañeros.
Así que lo que falla, aparte del consabido abstencionismo técnico de Ancelotti (que sólo está ahí para figurar y sobre todo para tapar el motín de los jugadores, que se han adueñado del club), es la pésima selección de los elementos del centro del campo.
Alonso aparte (aunque con sus conocidos límites físicos por la edad), los otros tres “elementos”, Illara, Isco y Bale (si es que éste jugó en tal posición, pues se habló de un 4-4-2), no fueron los jugadores adecuados para esta zona. Para empezar, en el segundo gol se ve llegar a un rival a rematar netamente desde el centro del campo, sin que nadie le obstaculice, y esta fue la tónica general del partido; como si los madridistas sólo tuvieran en cuenta una de las dos porterías que tiene cualquier estadio.

Illara, una vez más, fue insustancial; es un jugador que no aporta nada, que no marca diferencias ni mejora el nivel del equipo. Como mucho, acompaña la labor de otros compañeros; demasiado poco (y demasiado caro) para ser válido para el Madrid.
Isco será todo lo bueno que se quiera regateando y meterá golazos (de vez en cuando, como hacía Özil, al que se parece demasiado por sus intermitencias, incuso eclipses), pero carece de físico para jugar de centrocampista; si el Madrid precisa un mediapunta, que juegue ahí, si no, que sea reserva, de lujo si se quiere, pero nada más.

Bale es un delantero; fue defensa, cierto, pero actualmente no tiene vocación de mirar hacia atrás sino hacia delante. No es un medio y sólo puede desempeñar esa función en los partidos importantes en los que se sacrifica al igual que los demás (como el mismísimo Ronaldo, tal y como se lo pedía su paisano, por mucho que le molestara).
Precisamente, el problema es el que indicó Mou: el equilibrio táctico como equipo: se tiene o no se tiene; lo malo es que carecer de él se paga muy caro, por ejemplo, dejando de ganar esta Liga.

Luego sacó a Di María, por supuesto, incluso a Casemiro; pero a éste sólo lo puso unos pocos minutos al final. ¿Por qué esperó tanto si es el único jugador capaz de colaborar eficazmente, con fuerza, junto a Alonso, para equilibrar nuestra media y convertirla en un pivote ambivalente, tanto en la defensa previa como en la preparación del ataque (por ejemplo, robando balones a base de correr y entrando al adversario, lo que exige un físico poderoso). Si no le gusta al italiano como jugador, que lo traspase el año que viene, pero éste no tenemos a nadie más para hacer esa labor y tiene que jugar más, incluso ser titular (ya que no puede hacerlo Khedira). Reconocer los errores es de sabios; empecinarse en ellos, de necios.
Así que no basta con tener fe en San Cristiano Metegoles y ponerle todas las velas a él; el resto del equipo tiene que estar bien dispuesto en el campo y actuar solidariamente, como un estructura y no como un grupo de anarquistas, más o menos talentosos, pero incapaces de superar individualistamente a un equipo rival que, aunque con limitaciones, sí que estaba bien organizado.

Ni siquiera vale está vez la excusa del partido de Copa de Europa en la misma semana, pues el Violencia lo jugó también, y dos días después, En cuanto al plus de moral para el Madrid por llegar a la final o la frustración del Violencia por ser eliminado acabando su partido, factores psicologicos bien diferentes que pudieron influir en este partido, no hacen falta comentarios. Simplemente, de lo que se trata es de que alguien inculque a nuestros jugadores que para estar arriba del todo hay que trabajar en todos, todos los patidos, para evitar “sorpresas”; lo contrario, la economía de esfuerzos, sí que tiene que ver con la suerte (la excusa de los que no saben anticiparse a los problemas y resolverlos) y, francamente, los madridistas no queremos jugar a la lotería sino asegurar la consecución de nuestros intereses reduciendo al mínimo el margen de error.

Pero ¡ojo!, que lo más importante que nos queda esta temporada no es la Liga sino la final de Lisboa y allí nos espera el Pateti, archiconocido por jugar fuera del reglamento y además derrochando físico y motivación. Es muy preocupante que encaremos ese encuentro con tan poco espíritu competitivo y haciendo tan mal las alineaciones. Más vale que “alguien” (seguramente, no será nuestro teórico entrenador) tome nota de que va a ser un partido para “atletas” y comprenda que sólo ganando en y trabajo y coraje al antifútbol patético y contando con nuestros mejores jugadores en cada puesto se puede ganar La Décima.

Antónimus.

Post scriptum: Si el fútbol fuera un deporte del tipo del ajedrez, donde sólo contase el talento y sobrara totalmente el aspecto físico, también se jugaría sentado.

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