En este Plácido Domingo, en el que los merengues rememoramos sin cesar la hazaña de nuestro gran guerrero, Cabezazo Blanco, el implacable verdugo madridista, es hora de analizar los últimos acontecimientos para poder comprender en toda su magnitud cómo se llega a ser un Equipo Diez.
Ayer, en la Ciudad Blanca, que gracias a nosotros no ha sido conquistada por el ominoso lado oscuro del antifútbol, Camero Ramos volvió a clavar sus Colmillos Blancos en la yugular enemiga y a reconducirnos por el camino de la victoria. Por eso, ahora hay que hacerle justicia al Gran Decamadrid, el que da la cara en las grandes ocasiones; el de nuestros grandes jugadores, aún más por su espíritu épico que por su indudable clase; porque si otros "pelean", nosotros forjamos la Historia del Fútbol con nuestro propio ADN.
Hay cosas que suceden por ponerse bajo la advocación del dios equivocado. Los patéticos seguidores de Neptuno, dios del mar, se arriesgan, lógicamente, a que el abrazo deletéreo de su deidad los arrastre al fondo, como el hundimiento que sufrieron el ayer sábado atestigua; en cambio, los madridistas, que hacen sus sacrificios en el altar de la diosa Cibeles, diosa terrestre de la fertilidad (de ahí, la abundancia de las cosechas merengues), juegan con los pies en el suelo, sobre seguro (entre otras cosas, porque, además, ellos sí que saben practicar el fútbol). Por eso, hoy la zozobra preside unas cabezas y otras se ven recompensadas con la recolección del premio ganado con el trabajo bien hecho.
El Hundimiento: De como el Caballo de Troya Enemigo juega en nuestra portería
Pero no fue sencillo lograr este triunfo. Por si fuera poco que nuestro entrenador sea don Carleone, un indolente delbosquino que no sabe reaccionar ni aunque le vaya el cargo en ello, además tenemos la portería ocupada por un Caballo de Troya enemigo llamado Fallillas, alias el Cagapartidos .
Porque después de demostrar a lo largo de toda su carrera que no sabe salir por alto (a pesar de “su” prensa pretende que es el "mejor portero del mundo”), justo cuando menos hay que arriesgar, lo hace dos veces: (Caguillas volvió a ponernos en peligro en la prórroga, después del gol de Bale, lo que pudo llevarnos a tener que jugárnoslo todo en los penaltis contra el gran portero belga del Pateti).
Total, que Fallillas regaló a los Leñeros de Madrid el gol que no sabe meter su delantera, indigna de ese nombre; ya que su juego de "ataque" consiste tan sólo en atentar contra la integridad física de su rival (como demostró Villa, el acabado, agrediendo a Caguillas). Así fue, por deméritos ajenos, como el Pateti gozó de una ocasión de oro para ganar un trofeo que no es capaz de obtener por sí mismo.
Desde ese momento, todo fue cuesta arriba para el Madrid, que alineaba un equipo de circunstancia con bajas inevitables como Pepe (y otra evitable, como Diego López); que tenía dos delanteros, Benzema y Cristiano que no estaban en condiciones físicas para jugar, aunque lo intentasen por pundonor; que carecía por sanción de su ancla y timón en el centro del campo (Alonso); que tenía que poner en su puesto a un Khedira que sólo ha jugado tres partidos (con éste) en lo que va de año…y ¡encima jugábamos sin portero!
Así pues, con un equipo tremendamente mermado, nos vimos obligado además a nadar contra la corriente de un marcador adverso y a jugar contra la angustia del tiempo, que se nos iba escurriendo inexorable entre los remates fallados y los parados por Courtois, el mejor, con diferencia del Patético. Del arbitraje, típicamente uefero, no había nada que esperar (no quiso saber nada del diluvio de patatas patéticas), así que el fatalismo se iba instalando poco a poco en las filas madridistas.
Mejoramos en la segunda mitad y a partir de los cambios (¡menos mal que nosotros sí pudimos hacer tres!); fuimos arrinconando poco a poco a los colchoneros en su portería; pero, aún así, llegó el fin del tiempo reglamentario entre el !huy! de las ocasiones perdidas y el ¡ay! porque el árbitro iba a pitar el final del partido de un momento a otro. Sin embargo, prolongó el encuentro 5 minutos, principalmente debido a los cambios.
De la Ramosplatz de Munich al Largo de Ramos de Lisboa: El Rescate del Madrid y el Indulto (inmerecido) a Fallillas
Y entonces llegó Indulto Ramos; indulto para todo el Madridismo e indulto para ese, digamos, "cagameta" que, hasta el empate salvador, estaba ya despedido del Madrid. El eco de su cabezazo letal llegó hasta Munich. El resto, ya en la prórroga, fue golear 4-1 y devolver al Patético a su infierno antimadridista particular. Porque, parafraseando a Juanito, "noventa minutos ante el Madrid son molto longos" y un partido así sólo acaba cuando los madridistas decimos nuestra última palabra: el gol.
Así que, sin duda, Ramos, con todas sus imperfecciones y virtudes, ha sido el jugador decisivo en esta Décima Copa de Europa (sin olvidar los 17 goles de Cristiano en 11 partidos). Siempre se lo agradeceremos y le tendremos, como uno más de los mejores entre los nuestros, en el altar del sanctasanctórum blanco, pues sin duda se lo ha ganado.
No es partido a partido sino Hazaña tras Hazaña
Si el talento fuera lo mismo que el sudor, los empleados de mudanzas serían los mejores escritores y filósofos de la sociedad y sus obras estéticas y científicas llenarían el mundo...pero eso no es lo que sucede, ¿verdad? Si dejamos a un lado las choludeces, vemos que el Patético sólo puede ganar, primero, evitando violentamente que su adversario haga deportivamente lo que él sí sabe hacer (jugar) y, segundo, aprovechando los errores o los regalos del rival (o del árbitro).
Por supuesto, todo esto se enmascara con mucha retórica; porque los sofistas como Valdano o Simeone son así, les das un turno de palabra y te colocan una enciclopedia completa sobre lo divino y lo humano y, por supuesto, mientras hablan, te roban la cartera por detrás. Estos falsificadores, que se aprovechan de la inmadurez de los simples para, dicen, conducirlos al Título Prometido, haciéndoles creer que es lo mismo la realidad que el deseo, se aúpan en esa frustración colectiva reconcentrada durante muchos años y manipulando este sentimiento se adueñan de los que los siguen ciegamente (cegados por el rencor anti). Sin embargo, su sucedáneo de realidad triunfal sólo tiene lugar cuando, tan sólo muy de vez en cuando, la torpeza ajena (y ciertas ayudas) les da la oportunidad de apropiarse de lo que como segundones que son, no se merecen.
Pero los patéticos no van a cambiar; nos odian demasiado para aprender de las lecciones que les damos a menudo. Por eso, nuevos charlatanes les seguirán vendiendo su humo de glorias virtuales, evocando cualquier ilusión con tal de escamotear los hechos; y éstos son que han vuelto a perder exactamente igual que su llorado Luis Aragonés. Decían que querían rendirle homenaje en esta final europea y no han encontrado mejor manera de hacerlo que imitar su derrota al pie de la letra, incluso en el momento de encajar el gol enemigo. Bueno, nadie les podrá acusar de no ser fieles a la memoria de Zapatones.
¡Qué manera de palmar!, que diría Sabina el Patético; porque reconozcamos que el Pupas ha hecho de la derrota una seña de identidad (la otra es que los Vikingos no tenemos derecho a la existencia y somos culpables de todo); sería de esperar que, al menos, una “forma de vida” así sepa perder como es debido (aunque sólo sea por lo mucho que frecuenta la derrota). Pero no. Al menos, no Simeone, que no se dio por aludido y montó su numerito autojustificativo. Nos da igual; lo importante no son sus malas maneras sino que nosotros seguimos adelante. Así que, en efecto, ni una lágrima, pero no por el partido (que ya está inscrito en la historia del fútbol europeo y planetario, pese a quien pese) sino ni por los patéticos perdedores, el equipo de los Leños de Madrid, ni por el Cholo, su impotente cuentacuentos.
En cuanto al Madrid Hipercampeón, reconozcámoslo abiertamente: ¡nosotros, si que sabemos organizar una fiesta!, con final digno de un guión de Hitchcock incluido; camuflando nuestro hachazo demoledor hasta el momento en que más va a doler, para, no sólo vencer sino también aniquilar; porque nuestros enemigos no se van a curar de este trauma jamás.
¡Ah! A los que dicen que hemos tardado mucho en lograr este triunfo (cinco años en el Pentacampeonato de Di Stéfano y cincuenta y cuatro más para el Decacampeonato Galáctico), que se pongan a mejorarlo cuando quieran; pero todos ellos van a tardar más que nosotros en hacer algo parecido (si es que lo consiguen) y nunca serán los primeros en lograrlo.
Y un recadito para nuestros jugadores: la victoria no lo justifica todo, porque nunca se gana definitivamente. Por eso, hay que seguir luchando, indefinidamente; porque es la única manera de que el talento destaque una vez igualado el esfuerzo (legal o alegal) de los que sólo saben atacarnos, dentro y fuera del campo. Nosotros siempre tenemos objetivos pendientes y nunca nos podemos relajar. Es el precio por llegar arriba del todo y, sobre todo, por permanecer allí. Porque lo más importante, lo único que va a quedar cuando todos nosotros ya no podamos seguir viéndolo, es el Madrid. Así que no nos equivoquemos: aquí no hay nadie imprescindible porque todos nosotros somos contingentes, sólo él es necesario.
En cuanto a los seguidores madridistas, si alguien nos pregunta si estamos contentos con la Décima Blanca, la respuesta es muy simple: estamos acostumbrados. No es chulería, sino la verdad.. Aquellos que sólo por casualidad ganan un trofeo importante en toda su vida, se vuelven locos y ostentosos, como nuevos ricos que son. Pero, ¿por qué tendríamos nosotros que actuar como unos paletos cuando para los madridistas la normalidad es el éxito? Si esto molesta, que moleste, pero es lo que nos define, hipocresías políticamente correctas aparte. Por eso, lo que nos corresponde a nosotros tras el triunfo es la serenidad; pues nuestra verdadera satisfacción es permanente, ya que consiste en ser del Madrid. ¡Y nada más!
Lo que si es de agradecer es haber erradicado la presión de la prensa respecto a la Décima, con esa artificiosa “urgencia” (¿para quién, si nosotros ya teníamos más que nadie?), esa cantinela cansina con la que nos acosaba hasta ahora. Otra cosa es que nosotros ahora volvamos a tener otra exigencia: la Undécima. Y no será la última.
En fin, ha llegado el momento de brindar por la Décima Blanca: Va por don Santiago, don Alfredo, don José, don Florentino, don Sergio, don Cristiano y por todos los madridistas, de campo o de grada, del mundo entero; porque tenemos tantos seguidores en toda la galaxia que en nuestros dominios nunca se pone el sol.
Cibeles Madridista.
Post datum: La leche, ese primer alimento que todos necesitamos, es blanca; la nieve que corona las montañas más elevadas, también es blanca y son blancas, entre otras muchas cosas, las altas nubes del cielo. El blanco es el color más natural, el más puro y noble. Por eso, es un acto de justicia cósmica que sea él quien nos simboliza a los campeones madridistas, mostrándonos, inmaculadamente, como el mejor equipo de fútbol
jueves, 29 de mayo de 2014
martes, 20 de mayo de 2014
¿QUIÉN GANÓ LA LIGA? EL QUE NO LA PERDIÓ
Ahora que todos los periodistas analizan las bases del “indiscutible” triunfo patético en la Liga; lo mucho que se lo ha trabajado (catorce años de preparativos; así ya se puede); que dicen que es un campeonato ganado con “justicia” (aunque no es sinónimo de la “ilegalidad” en la que ha planteado el Pateti sus partidos; proclaman que el éxito ha sido fruto de la “fe” y lo dicen en un país donde se van cada año miles de personas a la calle porque, “ganas” aparte, no pueden pagar la hipoteca de su piso…en fin, ante esta colección completa de simplezas, por no decir algo más malsonante, ha llegado el momento de hablar claro.
Este título no es algo conquistado imponiéndose a los rivales, como cuando se llega a los 100 puntos, nada de eso. Al final, ha ganado el menos malo, o sea; el que ha fallado menos (o ha sido más ayudado; verbigracia: “operación la Liga no es cosa de 2”, patrocinada por la Fede de Villar).
Basta ver los siete puntos desperdiciados por el Madrid en las 4 últimas jornadas para comprenderlo (con 4 de ellos habría sido campeón, hiciera lo que hiciera el Patético). Los madridistas seguimos sin comprender quién le ha dado permiso a nuestros jugadores para renunciar a la Liga (si al menos hubiéramos reservado jugadores para la final de la Champions, pero ¡encima van a llegar muchos lesionados!).
En cuanto al Farsa, ya ha reconocido oficialmente que se le ha acabado “el ciclo” y para que no hubiera dudas al respecto (como las que tuvo el año pasado después de los dos Bayerazos) se las ha ingeniado para perder el título en su propia casa (eso sí, aplaudiendo deportivamente al rival, porque al menos no ganaba el Madrid y eso consuela mucho).
Pero lo más preocupante para el farsismo es que nadie sabe cuándo “volverá” la Messita de Noche” de su retiro “espiritual” (con o sin nuevo contrato); basta ver el comentario del Gran-Pagador-de-Hacienda ¡en China! para comprender que él no descarta nada.
En definitiva, hay que felicitar al mejor cuando lo es el que te gana, pero no es el caso.
Antónimus.
Post scriptum: Durante la celebración patética (que ha sido muy concurrida; incluso con asistencia de muchos que hasta ahora no sabían que eran de ese equipo) ha dicho, en su estudiada humildad, el sofista argentino que entrena al Pateti que él sólo habla para los “proletarios”; como el Madrid y el Farsa son, según el Cholo, los galácticos, su discurso no vale para ellos. Semejante “comentario” merece respuesta adecuada.
Resulta que el Patético de Madrid es una institución no precisamente “proletaria”. Su presupuesto en la presente temporada no es “mileurista” sino de 125 millones de euros. Se comprueba su auténtica magnitud económica si se piensa en las cuentas del Valladolid, con poco más de veinte millones de ingresos, el cual no ha optado al título por mucho que pudiera desearlo con toda su alma sino al descenso (seguro que si ha bajado a sido por “falta de fe”, ¿verdad, patéticos?).
El Patético no es un club de fútbol propiedad de su masa social sino que pertenece a unos propietarios privados que lo adquirieron hace años (cuando los demás socios no quisieron poner el dinero preciso para suscribir las acciones; en contradicción con tanto amor patético como se proclama habitualmente). Entre los dueños destaca Miguel Ángel Gil Marín, conocido empresario del sector inmobiliario (ese donde se han dado tantos pelotazos recientemente). Es hijo del ya fallecido Jesús Gil y Gil, que le antecedió tanto en la presidencia patética como en el mundo de la construcción
Su presidente desde 2003 es Enrique Cerezo Senís, conocido productor cinematográfico (actividad nada común entre los “proletarios”, dado el nivel económico que exige); también es accionista de la entidad colchonera.
Desde el mismo 2003 es presidente de honor de la entidad el príncipe de Asturias, heredero de la corona de España, persona no precisamente “proletaria” sino noble (de sangre azul, no rojiblanca).
La Hacienda Española tiene en marcha un proceso de intervención de los ingresos patéticos debido a los impagos previos de impuestos (con lo que va a pagar el Pateti en total al Fisco, intereses incluidos, sobra para fichar a Cristiano y Bale). Asimismo, son cuantiosas las deudas con la Seguridad Social.
El entrenador patético cobra anualmente 2’5 millones de euros (más premios), lo que se parece más a los ingresos de un millonario que a los de un “proletario”.
Diego Costa tiene un contrato anual de unos 6 millones brutos de euros, o sea, más “galáctico” que “proletario”.
El precio actual de una camiseta del Patético de Madrid en su tienda oficial es de casi 70 euros (69’90 en oferta, porque hasta ahora costaba 81); sería bueno saber cuántos parados patéticos pueden adquirirla (aunque ellos pueden pagar con “fe”; también es verdad).
Francamente, será prejuicio madridista, pero no nos parece que el club de los Leños de Madrid sea ni “proletario” ni mucho menos ejemplar.
Se podría explicar aún mejor al “señor” Simeone que lo que ha dicho es tan sólo una gran tontería (una más de las que suele colocar a su “clientela” patética, como confundir “intensidad” con “violencia”, por ejemplo); pero verdaderamente no nos merece la pena ahondar más en una cuestión tan irrelvante para nosotros.
Porque, en realidad, el problema de fondo no es de falta de entendimiento entre madridistas y patéticos sino de rencor de éstos hacia nosotros y, francamente, los que sólo quieren construir “su” personalidad con el odio al adversario (a nosotros los blancos, por la sencilla razón de que existimos); los que se creen justificados para seguirnos acusando de ser el “equipo del gobierno” (cuando es el Patético de Aviación, siguiendo el modelo de la Luftwaffe nazi, es el que lo ha sido oficialmente y encima en el momento de mayor represión del franquismo); quienes sólo saben opinar con una envidia tan repugnante que parece mentira que no intenten disimular para no hacer tanto el ridículo exhibiéndola; semejantes “formas de vida” (“de antivida”, sería más exacto), en fin, sólo demuestran una cosa: que no son personas sanas mentalmente y, en consecuencia, no somos nosotros sino los psiquiatras los competentes para ocuparse de semejante trauma colectivo; sin duda digno de estudio tanto por su intensidad como por su persistencia (y que además es epidémico).
Este título no es algo conquistado imponiéndose a los rivales, como cuando se llega a los 100 puntos, nada de eso. Al final, ha ganado el menos malo, o sea; el que ha fallado menos (o ha sido más ayudado; verbigracia: “operación la Liga no es cosa de 2”, patrocinada por la Fede de Villar).
Basta ver los siete puntos desperdiciados por el Madrid en las 4 últimas jornadas para comprenderlo (con 4 de ellos habría sido campeón, hiciera lo que hiciera el Patético). Los madridistas seguimos sin comprender quién le ha dado permiso a nuestros jugadores para renunciar a la Liga (si al menos hubiéramos reservado jugadores para la final de la Champions, pero ¡encima van a llegar muchos lesionados!).
En cuanto al Farsa, ya ha reconocido oficialmente que se le ha acabado “el ciclo” y para que no hubiera dudas al respecto (como las que tuvo el año pasado después de los dos Bayerazos) se las ha ingeniado para perder el título en su propia casa (eso sí, aplaudiendo deportivamente al rival, porque al menos no ganaba el Madrid y eso consuela mucho).
Pero lo más preocupante para el farsismo es que nadie sabe cuándo “volverá” la Messita de Noche” de su retiro “espiritual” (con o sin nuevo contrato); basta ver el comentario del Gran-Pagador-de-Hacienda ¡en China! para comprender que él no descarta nada.
En definitiva, hay que felicitar al mejor cuando lo es el que te gana, pero no es el caso.
Antónimus.
Post scriptum: Durante la celebración patética (que ha sido muy concurrida; incluso con asistencia de muchos que hasta ahora no sabían que eran de ese equipo) ha dicho, en su estudiada humildad, el sofista argentino que entrena al Pateti que él sólo habla para los “proletarios”; como el Madrid y el Farsa son, según el Cholo, los galácticos, su discurso no vale para ellos. Semejante “comentario” merece respuesta adecuada.
Resulta que el Patético de Madrid es una institución no precisamente “proletaria”. Su presupuesto en la presente temporada no es “mileurista” sino de 125 millones de euros. Se comprueba su auténtica magnitud económica si se piensa en las cuentas del Valladolid, con poco más de veinte millones de ingresos, el cual no ha optado al título por mucho que pudiera desearlo con toda su alma sino al descenso (seguro que si ha bajado a sido por “falta de fe”, ¿verdad, patéticos?).
El Patético no es un club de fútbol propiedad de su masa social sino que pertenece a unos propietarios privados que lo adquirieron hace años (cuando los demás socios no quisieron poner el dinero preciso para suscribir las acciones; en contradicción con tanto amor patético como se proclama habitualmente). Entre los dueños destaca Miguel Ángel Gil Marín, conocido empresario del sector inmobiliario (ese donde se han dado tantos pelotazos recientemente). Es hijo del ya fallecido Jesús Gil y Gil, que le antecedió tanto en la presidencia patética como en el mundo de la construcción
Su presidente desde 2003 es Enrique Cerezo Senís, conocido productor cinematográfico (actividad nada común entre los “proletarios”, dado el nivel económico que exige); también es accionista de la entidad colchonera.
Desde el mismo 2003 es presidente de honor de la entidad el príncipe de Asturias, heredero de la corona de España, persona no precisamente “proletaria” sino noble (de sangre azul, no rojiblanca).
La Hacienda Española tiene en marcha un proceso de intervención de los ingresos patéticos debido a los impagos previos de impuestos (con lo que va a pagar el Pateti en total al Fisco, intereses incluidos, sobra para fichar a Cristiano y Bale). Asimismo, son cuantiosas las deudas con la Seguridad Social.
El entrenador patético cobra anualmente 2’5 millones de euros (más premios), lo que se parece más a los ingresos de un millonario que a los de un “proletario”.
Diego Costa tiene un contrato anual de unos 6 millones brutos de euros, o sea, más “galáctico” que “proletario”.
El precio actual de una camiseta del Patético de Madrid en su tienda oficial es de casi 70 euros (69’90 en oferta, porque hasta ahora costaba 81); sería bueno saber cuántos parados patéticos pueden adquirirla (aunque ellos pueden pagar con “fe”; también es verdad).
Francamente, será prejuicio madridista, pero no nos parece que el club de los Leños de Madrid sea ni “proletario” ni mucho menos ejemplar.
Se podría explicar aún mejor al “señor” Simeone que lo que ha dicho es tan sólo una gran tontería (una más de las que suele colocar a su “clientela” patética, como confundir “intensidad” con “violencia”, por ejemplo); pero verdaderamente no nos merece la pena ahondar más en una cuestión tan irrelvante para nosotros.
Porque, en realidad, el problema de fondo no es de falta de entendimiento entre madridistas y patéticos sino de rencor de éstos hacia nosotros y, francamente, los que sólo quieren construir “su” personalidad con el odio al adversario (a nosotros los blancos, por la sencilla razón de que existimos); los que se creen justificados para seguirnos acusando de ser el “equipo del gobierno” (cuando es el Patético de Aviación, siguiendo el modelo de la Luftwaffe nazi, es el que lo ha sido oficialmente y encima en el momento de mayor represión del franquismo); quienes sólo saben opinar con una envidia tan repugnante que parece mentira que no intenten disimular para no hacer tanto el ridículo exhibiéndola; semejantes “formas de vida” (“de antivida”, sería más exacto), en fin, sólo demuestran una cosa: que no son personas sanas mentalmente y, en consecuencia, no somos nosotros sino los psiquiatras los competentes para ocuparse de semejante trauma colectivo; sin duda digno de estudio tanto por su intensidad como por su persistencia (y que además es epidémico).
lunes, 12 de mayo de 2014
YA HAN EMPEZADO LAS VACACIONES EN EL MADRID
Ayer se confirmó en Vigo lo que todos los madridistas sospechábamos: nuestra plantilla está de vacaciones en lo tocante a las competiciones españolas. Si bien es cierto que la Liga no ha terminado, a nuestros jugadores les da absolutamente igual. Ellos sólo piensan en reservarse para Lisboa; únicamente les interesa ganar La Décima y pasearla por Cibeles, recoger los parabienes por su “descomunal” temporadón y desaparecer del mapa hasta julio.
¿Se han parado a pensar estos genios que el Madrid nunca ha ganado todas las competiciones disputadas en una temporada? Esta era una buena oportunidad para luchar por ello, pues no abundar las ocasiones para conseguirlo.
¿Imaginan la que les va a caer encima (y a todos nosotros, los seguidores) si fracasan también en la Champions y se quedan con la Copa de España (torneo de segunda importancia, al menos cuando lo ganó Mou) mientras el Farsa gana la Liga y el Pateti se corona Campeón de Europa (o se lleva dos títulos verdaderamente de primer nivel, si además vence en la final liguera en Farsalona)?
Hay que ser un poquito más ambicioso (y honrado) para ser jugador del Madrid de pleno derecho; no basta con tener un contrato en vigor: ¡además hay que merecerlo y seguírselo ganando cada día! A listillos así habría que pedirles que devuelvan el pastizal que cobran sin merecerlo.
Así que nos tendremos que conformar con asistir impotentes a un final de Liga que disputarán otros porque nosotros hemos logrado la proeza de perder 7 puntos en tres jornadas (¡en 7 días!). ¡Muchas gracias por obligarnos a hacer el ridículo tan magistralmente!
Es de suponer que los mismos que auparon tanto a don Carleone por sus méritos técnicos “muniqueses” lo tendrían que defenestrar ahora; pero no hay peligro, porque él es “su chico”, no alguien con personalidad y capacidad como entrenador que estorbaría a tantos egos hipertrofiados, dentro y fuera del club (no hace dar el nombre en el que todos estamos pensando en comparación con esa lamentable sombra italiana que vaga por nuestro banquillo ahora).
Antónimus.
Post scriptum: Que Florentino, por prudencia, no tome ninguna medida contra la plantilla blanca hasta que se juegue la final de Lisboa, es comprensible; pero en cuanto se juegue, con total indiferencia del resultado, debe rodar alguna cabeza en el vestuario (mejor en plural) para “marcar el territorio”. Si no lo hace, que se dé por suplantado en su presidencia por connivencia con el golpe de estado deportivo que están llevando a cabo de sus “subordinados” en sus mismas narices.
¿Se han parado a pensar estos genios que el Madrid nunca ha ganado todas las competiciones disputadas en una temporada? Esta era una buena oportunidad para luchar por ello, pues no abundar las ocasiones para conseguirlo.
¿Imaginan la que les va a caer encima (y a todos nosotros, los seguidores) si fracasan también en la Champions y se quedan con la Copa de España (torneo de segunda importancia, al menos cuando lo ganó Mou) mientras el Farsa gana la Liga y el Pateti se corona Campeón de Europa (o se lleva dos títulos verdaderamente de primer nivel, si además vence en la final liguera en Farsalona)?
Hay que ser un poquito más ambicioso (y honrado) para ser jugador del Madrid de pleno derecho; no basta con tener un contrato en vigor: ¡además hay que merecerlo y seguírselo ganando cada día! A listillos así habría que pedirles que devuelvan el pastizal que cobran sin merecerlo.
Así que nos tendremos que conformar con asistir impotentes a un final de Liga que disputarán otros porque nosotros hemos logrado la proeza de perder 7 puntos en tres jornadas (¡en 7 días!). ¡Muchas gracias por obligarnos a hacer el ridículo tan magistralmente!
Es de suponer que los mismos que auparon tanto a don Carleone por sus méritos técnicos “muniqueses” lo tendrían que defenestrar ahora; pero no hay peligro, porque él es “su chico”, no alguien con personalidad y capacidad como entrenador que estorbaría a tantos egos hipertrofiados, dentro y fuera del club (no hace dar el nombre en el que todos estamos pensando en comparación con esa lamentable sombra italiana que vaga por nuestro banquillo ahora).
Antónimus.
Post scriptum: Que Florentino, por prudencia, no tome ninguna medida contra la plantilla blanca hasta que se juegue la final de Lisboa, es comprensible; pero en cuanto se juegue, con total indiferencia del resultado, debe rodar alguna cabeza en el vestuario (mejor en plural) para “marcar el territorio”. Si no lo hace, que se dé por suplantado en su presidencia por connivencia con el golpe de estado deportivo que están llevando a cabo de sus “subordinados” en sus mismas narices.
jueves, 8 de mayo de 2014
MARCHANDO OTRA MÁS DE RACANEO MADRIDISTA
Esperemos que Sus Majestades Merengues, los hipermillonarios que pagamos los seguidores madridistas, parados y jubilados incluidos, hallan pasado buena noche y ninguna tenga el culito escocido por el inefable esfuerzo del partido de ayer en Valladolid, donde nos despedimos del título de Liga salvo carambola inimaginable, por deméritos propios.
Como hemos comentado en algún otro artículo reciente, la ley del mínimo esfuerzo es la vigente en la plantilla madridista; aquí tenemos una prueba más. Y que no hablen del árbitro, de la dureza del adversario o de si los ángeles tienen las pelotas verdes o azul marino: ¡no les dio la gana empeñarse a fondo para sacar los tres puntos! y no hay nada más que decir, sobre todo si son excusas.
Sin Bale ni Ronaldo, el Madrid no fue más que un eclipse, una abdicación inexplicable, pero evidente. Los demás “delanteros” (es una manera de hablar tan sólo) ya han dejado claro todo lo que no tenemos que esperar de ellos.
Fallillas a lo suyo, a no llegar al palo ni en los balones flojitos; pero nada que objetar, porque no jugaba el maldito Diego López (culpable de haber sido fichado por Mou el Malvado), así que todos los blandridistas contentos.
Don Carleone bien, gracias por preguntar; él a lo suyo, a seguir apostando por Illarra en lugar de poner a cualquier otro en el puesto de Alonso para jugar la final. Pero no pasa nada (todavía), que es un magnífico entrenador y sobre todo, ¡qué simpático!
Esta claro como el agua que Sus Excelencias no están interesadas en otra cosa que en jugar en Lisboa y el resto se lo toman como periodo de descanso; por cierto: con este “espíritu benzemista” mejor sería no presentarse allí para jugarla (habría que poner “disputarla” pero eso ni se contempla en el léxico del vestuario blanco), porque a estos merenguitos se los van a tragar los leñadores patéticos sin molestarse en masticarlos.
En fin, dos partidos más y cuatro puntos de menos: velocidad de fracaso (aunque no faltará quien lo maquille con el título de Copa de España).
Una apuesta final; el Madrid no va a ganar tampoco en Vigo el domingo.
Antónimus.
Post scriptum: Es discutible si a los jugadores blancos les trae cuenta racionar sus esfuerzos tan a menudo (pues dependen de un contrato que podría no ser renovado); lo que es indudable es que al club y a sus seguidores no nos interesa y además nos molesta que nos tomen el pelo.
Como hemos comentado en algún otro artículo reciente, la ley del mínimo esfuerzo es la vigente en la plantilla madridista; aquí tenemos una prueba más. Y que no hablen del árbitro, de la dureza del adversario o de si los ángeles tienen las pelotas verdes o azul marino: ¡no les dio la gana empeñarse a fondo para sacar los tres puntos! y no hay nada más que decir, sobre todo si son excusas.
Sin Bale ni Ronaldo, el Madrid no fue más que un eclipse, una abdicación inexplicable, pero evidente. Los demás “delanteros” (es una manera de hablar tan sólo) ya han dejado claro todo lo que no tenemos que esperar de ellos.
Fallillas a lo suyo, a no llegar al palo ni en los balones flojitos; pero nada que objetar, porque no jugaba el maldito Diego López (culpable de haber sido fichado por Mou el Malvado), así que todos los blandridistas contentos.
Don Carleone bien, gracias por preguntar; él a lo suyo, a seguir apostando por Illarra en lugar de poner a cualquier otro en el puesto de Alonso para jugar la final. Pero no pasa nada (todavía), que es un magnífico entrenador y sobre todo, ¡qué simpático!
Esta claro como el agua que Sus Excelencias no están interesadas en otra cosa que en jugar en Lisboa y el resto se lo toman como periodo de descanso; por cierto: con este “espíritu benzemista” mejor sería no presentarse allí para jugarla (habría que poner “disputarla” pero eso ni se contempla en el léxico del vestuario blanco), porque a estos merenguitos se los van a tragar los leñadores patéticos sin molestarse en masticarlos.
En fin, dos partidos más y cuatro puntos de menos: velocidad de fracaso (aunque no faltará quien lo maquille con el título de Copa de España).
Una apuesta final; el Madrid no va a ganar tampoco en Vigo el domingo.
Antónimus.
Post scriptum: Es discutible si a los jugadores blancos les trae cuenta racionar sus esfuerzos tan a menudo (pues dependen de un contrato que podría no ser renovado); lo que es indudable es que al club y a sus seguidores no nos interesa y además nos molesta que nos tomen el pelo.
miércoles, 7 de mayo de 2014
EL ESTRAPERLO DEL FÚTBOL
¿Qué significa estraperlo? En esta sociedad de consumo “de escaparate”, la inmensa mayoría ya no sabe que en la postguerra de la guerra civil española se generalizó este término como sinónimo de chanchullo o negocio fraudulento relativo a la venta especulativa de bienes, principalmente alimentos con precios intervenidos oficialmente; como el valor establecido no convenía a los suministradores de dichas mercancías, éstas eran desviadas al mercado negro, donde su valor se disparaba gracias a su escasez estudiada. Esta especulación es el sentido en el que se va a usar en este artículo dicha palabra, pero específicamente en relación con el fútbol.
Hay más de un tipo de estraperlo futbolístico; mencionaremos tres:
El triki-atraka.
La intensidad.
El racaneo.
Ejemplo indudable del primero es el cuento chino del todavía entrenador del Baviera de Munich; consiste en convertir el fútbol en un bien escaso y “administrarlo” adecuadamente. Repárese en que si se convierte el medio “posesión del balón” en un fin en si mismo, se actúa igual que un órgano canceroso, que en lugar de trabajar solidariamente para el organismo al que pertenece, lo parasita y destruye, eso sí, con beneficio (temporal) para este elemento especulativo.
El Farsa viene prácticamente esta alienación futbolística hace años. En sí misma, esta estrategia no vale tanto; si ha funcionado mejor ha sido por factores externos a este sistema: los frecuentes apoyos políticos (arbitrajes incluidos) al que se autoproclama como “más-que-un-club” (luego, a confesión de parte…) y la aportación excepcional de un jugador que actúa como un autista del gol (en contradicción absoluta y al margen de la táctica proclamada), porque la verdad es que él solo ha ganado muchos partidos que el estancamiento del balón en el centro del campo no habría resuelto (evidentemente, estos factores externos no reafirman sino que contradicen la viabilidad del tiki-atraka, igual que la quimioterapia, facilitada a un paciente de leucemia desde fuera de su organismo, es la que lo ayuda a seguir vivo, no la enfermedad).
Simeone es el impulsor de la segunda versión. Su paso por el Pateti ha dado lugar a una recuperación (títulos incluidos) del equipo; al menos “oficialmente”. Y es que en un mundo donde lo único que cuenta son los resultados, el argentino representa un modus operandi lícito para muchos que no hacen preguntas sobre el precio a pagar para obtener el objeto de sus deseos, sea por lo civil o por lo criminal (literalmente). Pero no es tan sencillo justificar al argentino o a su táctica. Para empezar, las palabras “lícito” o “justificar” no son aplicables a quien, consciente y sistemáticamente, hace jugar a los patéticos “más allá del reglamento”. Sólo la impunidad, llamativa e innegable con la que los árbitros y los periodistas lo miman, permite seguir arriba a un equipo que apenas tiene quince jugadores válidos (bastaría un mayor número de tarjetas, de cualquier color, para mermar irremediablemente el rendimiento “deportivo” de este club, con lo que no podría disputar los campeonatos).
Por último, el racaneo es, dicho claramente, la variante que emplea el Madrid, mejor dicho, su autogestionaria plantilla, para escamotear trabajo a sus seguidores (con riesgo para los resultados) o para poner de titular, por amiguismo, a quien los mandamases del vestuario quieren.
Racionar el esfuerzo no es una novedad aquí; ya en la época de plata de la Copa de Europa (3 títulos en 5 temporadas de 1998 a 2002) se dio esta circunstancia, como demuestra que alguno de estos años, de no haber ganado este trofeo, ni siquiera hubiera disputado la Champions siguiente (como consecuencia de la pésima campaña liguera correspondiente).
Tampoco el amiguismo es tan raro en un equipo que se declaró en rebelión abierta cuando Florentino fichó a Ronaldo el brasileño, lo que iba en detrimento de la titularidad del amigo Morientes (por eso “nuestros” jugadores no quisieron celebrar con el público del Bernabéu un título de Liga y se metieron al vestuario, donde estaba con ellos el ínclito señor marqués, el “entrenador ideal” para muchos; pero ese día, don “perfecto” no quiso saber nada del motín que ocurría en sus narices. Por eso, cuando el presidente le preguntó qué pasaba se escabulló. Esa fue la causa directa de su despido, por pasota, que es lo único que es, no un director técnico; como demuestra su compadreo con los pesos pesados de La Floja y que emplea una táctica heredada de Luis Aragones y del Farsa).
Pero donde quedó aún más claro este asunto fue en la época de Mou: primera temporada, título de Copa después de que en Liga el Farsa goleó al Madrid en su estadio, cuando se jugó como querían nuestros jugadores (en el Bernabéu, con el sistema de Mou, se empató). ¿Cómo se ganó aquella final al mismo Farsa? Con estajanovismo. Segunda temporada, la Liga de los Cien Puntos (la primera y todavía con más goles que nadie y tantos puntos ganados fuera como en casa, incluso derrotando al Farsa a domicilio); lo mismo, se obtuvo gracias al trabajo, trabajo y trabajo, además de un sistema de juego definido e impuesto por el técnico. Tercera temporada, Supercopa frente al mismo enemigo y luego…huelga de celos de los jugadores importantes, que no soportaban que su entrenador fuera el que mandaba (si ganaban otra Liga con el mismo procedimiento, quedaban condenados a seguir jugando con este estilo currante indefinidamente). Por eso se tuvo que ir Mou (porque no lo echó el club) y por eso vino don Carleone, otro Del Bosque, otro templagaitas para apaciguar a las fieras del vestuario y de la prensa.
Lo que muestran estos tres ejemplos es que hay varias formas de estafar su dinero a los espectadores del fútbol; todas sirven para un mismo propósito: especular con el suministro de un bien de utilización general para que aumente su valor al ofertarlo con cuentagotas y para beneficio exclusivo de los estraperlistas de cada caso. No deberíamos pasarlo por alto tan fácilmente, porque esto no tiene por qué ser así, pues no es más que un engaño, un timo; con la prensa colaboracionista como cómplice. El que gana así no es “nuestro” club sino el especulador y el que pierde es el público y el fútbol, cada vez más raro en los estadios.
El problema, inmoralidad aparte, es que en la vida nada sale gratis y encima el precio de estas trampas lo pagan los demás, no quienes las perpetran; por eso siguen actuando así, porque sus actos siguen siendo impunes, como tantas otras corrupciones en este malhadado país.
Cibeles Madridista.
Post scriptum: Lo peor de la falsificación no es que carece del valor de lo auténtico sino que lo llega a suplantar completamente.
Hay más de un tipo de estraperlo futbolístico; mencionaremos tres:
El triki-atraka.
La intensidad.
El racaneo.
Ejemplo indudable del primero es el cuento chino del todavía entrenador del Baviera de Munich; consiste en convertir el fútbol en un bien escaso y “administrarlo” adecuadamente. Repárese en que si se convierte el medio “posesión del balón” en un fin en si mismo, se actúa igual que un órgano canceroso, que en lugar de trabajar solidariamente para el organismo al que pertenece, lo parasita y destruye, eso sí, con beneficio (temporal) para este elemento especulativo.
El Farsa viene prácticamente esta alienación futbolística hace años. En sí misma, esta estrategia no vale tanto; si ha funcionado mejor ha sido por factores externos a este sistema: los frecuentes apoyos políticos (arbitrajes incluidos) al que se autoproclama como “más-que-un-club” (luego, a confesión de parte…) y la aportación excepcional de un jugador que actúa como un autista del gol (en contradicción absoluta y al margen de la táctica proclamada), porque la verdad es que él solo ha ganado muchos partidos que el estancamiento del balón en el centro del campo no habría resuelto (evidentemente, estos factores externos no reafirman sino que contradicen la viabilidad del tiki-atraka, igual que la quimioterapia, facilitada a un paciente de leucemia desde fuera de su organismo, es la que lo ayuda a seguir vivo, no la enfermedad).
Simeone es el impulsor de la segunda versión. Su paso por el Pateti ha dado lugar a una recuperación (títulos incluidos) del equipo; al menos “oficialmente”. Y es que en un mundo donde lo único que cuenta son los resultados, el argentino representa un modus operandi lícito para muchos que no hacen preguntas sobre el precio a pagar para obtener el objeto de sus deseos, sea por lo civil o por lo criminal (literalmente). Pero no es tan sencillo justificar al argentino o a su táctica. Para empezar, las palabras “lícito” o “justificar” no son aplicables a quien, consciente y sistemáticamente, hace jugar a los patéticos “más allá del reglamento”. Sólo la impunidad, llamativa e innegable con la que los árbitros y los periodistas lo miman, permite seguir arriba a un equipo que apenas tiene quince jugadores válidos (bastaría un mayor número de tarjetas, de cualquier color, para mermar irremediablemente el rendimiento “deportivo” de este club, con lo que no podría disputar los campeonatos).
Por último, el racaneo es, dicho claramente, la variante que emplea el Madrid, mejor dicho, su autogestionaria plantilla, para escamotear trabajo a sus seguidores (con riesgo para los resultados) o para poner de titular, por amiguismo, a quien los mandamases del vestuario quieren.
Racionar el esfuerzo no es una novedad aquí; ya en la época de plata de la Copa de Europa (3 títulos en 5 temporadas de 1998 a 2002) se dio esta circunstancia, como demuestra que alguno de estos años, de no haber ganado este trofeo, ni siquiera hubiera disputado la Champions siguiente (como consecuencia de la pésima campaña liguera correspondiente).
Tampoco el amiguismo es tan raro en un equipo que se declaró en rebelión abierta cuando Florentino fichó a Ronaldo el brasileño, lo que iba en detrimento de la titularidad del amigo Morientes (por eso “nuestros” jugadores no quisieron celebrar con el público del Bernabéu un título de Liga y se metieron al vestuario, donde estaba con ellos el ínclito señor marqués, el “entrenador ideal” para muchos; pero ese día, don “perfecto” no quiso saber nada del motín que ocurría en sus narices. Por eso, cuando el presidente le preguntó qué pasaba se escabulló. Esa fue la causa directa de su despido, por pasota, que es lo único que es, no un director técnico; como demuestra su compadreo con los pesos pesados de La Floja y que emplea una táctica heredada de Luis Aragones y del Farsa).
Pero donde quedó aún más claro este asunto fue en la época de Mou: primera temporada, título de Copa después de que en Liga el Farsa goleó al Madrid en su estadio, cuando se jugó como querían nuestros jugadores (en el Bernabéu, con el sistema de Mou, se empató). ¿Cómo se ganó aquella final al mismo Farsa? Con estajanovismo. Segunda temporada, la Liga de los Cien Puntos (la primera y todavía con más goles que nadie y tantos puntos ganados fuera como en casa, incluso derrotando al Farsa a domicilio); lo mismo, se obtuvo gracias al trabajo, trabajo y trabajo, además de un sistema de juego definido e impuesto por el técnico. Tercera temporada, Supercopa frente al mismo enemigo y luego…huelga de celos de los jugadores importantes, que no soportaban que su entrenador fuera el que mandaba (si ganaban otra Liga con el mismo procedimiento, quedaban condenados a seguir jugando con este estilo currante indefinidamente). Por eso se tuvo que ir Mou (porque no lo echó el club) y por eso vino don Carleone, otro Del Bosque, otro templagaitas para apaciguar a las fieras del vestuario y de la prensa.
Lo que muestran estos tres ejemplos es que hay varias formas de estafar su dinero a los espectadores del fútbol; todas sirven para un mismo propósito: especular con el suministro de un bien de utilización general para que aumente su valor al ofertarlo con cuentagotas y para beneficio exclusivo de los estraperlistas de cada caso. No deberíamos pasarlo por alto tan fácilmente, porque esto no tiene por qué ser así, pues no es más que un engaño, un timo; con la prensa colaboracionista como cómplice. El que gana así no es “nuestro” club sino el especulador y el que pierde es el público y el fútbol, cada vez más raro en los estadios.
El problema, inmoralidad aparte, es que en la vida nada sale gratis y encima el precio de estas trampas lo pagan los demás, no quienes las perpetran; por eso siguen actuando así, porque sus actos siguen siendo impunes, como tantas otras corrupciones en este malhadado país.
Cibeles Madridista.
Post scriptum: Lo peor de la falsificación no es que carece del valor de lo auténtico sino que lo llega a suplantar completamente.
martes, 6 de mayo de 2014
CONTRA EL VIOLENCIA NO HUBO SÓLO MALA SUERTE
Muchos madridistas se lamentan ahora de la oportunidad perdida el domingo al empatar en nuestro estadio contra el Violencia (que, esta vez, ni necesitó dar patadas, por cierto). Después de este resultado, y suponiendo que mañana se gane al Valladolid a domicilio, el Madrid tendrá 86 puntos frente a 85 del Farsa y 88 del Pateti. La única combinación que nos haría campeones con tales números, si los tres equipos ganan en la penúltima jornada, sería que nosotros ganemos en la última (al Español) y el Farsa, que recibe al Leñeros de Madrid, también.
En principio no parece que al farsismo le interese darnos la Liga, pero, aparte de que si actúa demasiado descaradamente sufrirá el correspondiente desprestigio, menoscabando aún más sus “valores” (sería fácil resucitar el debate sobre Tenerife y La Coruña), el Farsa se juega más de lo que parece, pues si queda segundo será quien dispute la Supercopa de España al Madrid, campeón de Copa.
Al final, podría ocurrir que el gol de Ronaldo al Violencia nos dé otro título (por cierto, un golazo que hubiera firmado el mismo Di Stéfano, que metió uno muy parecido al Pucela). En cuanto a si Cristiano hizo falta en el primer gol, es discutible, pero no lo es que, si la hizo, fue al zafarse de un agarrón, previo, del defensa a él, luego, pitando por orden, primero penalti a favor del Madrid y después ya no hay nada más que decir, pues lo demás queda anulado.
Si hablamos del modo en que se produjo nuestro empate in extremis, podemos echarle la culpa a la mala suerte: no es normal meter sólo dos goles tirando a puerta con peligro más de diez veces y encajar los mismos en sólo cuatro ocasiones del Violencia. Los porteros no fueron el factor diferenciador, pues ambos hicieron buenas paradas, sobre todo el violencianista.
Seamos pues más analíticos. Lo que tenemos que hacer es comparara la forma en que jugó y trabajó nuestro equipo en el último partido (contra el Baviera) y determinar qué aspectos lo diferencian, en su caso, del último partido de Liga.
Nada que oponer al juego de contraataque del Madrid, tan merecidamente alabado; el problema tampoco va por ahí. Pero si se trabaja menos en el centro del campo, de un modo más desorganizado e insuficiente que en Munich y, sobre todo, si físicamente no se disputa el balón y la posición en el terreno de juego tanto o mal que el equipo contrario, entonces pueden pasar estas cosas; de hecho, podrían suceder muchas más veces si este riesgo no fuera contrarrestado a menudo por nuestra pasmosa pegada en la delantera (volvemos a alcanzar los 100 goles, como en las últimas Ligas, y aún restan dos jornadas).
La defensa no estuvo tan bien como en Copa de Europa, pero, sobre todo, estuvo desasistida por el resto de sus compañeros.
Así que lo que falla, aparte del consabido abstencionismo técnico de Ancelotti (que sólo está ahí para figurar y sobre todo para tapar el motín de los jugadores, que se han adueñado del club), es la pésima selección de los elementos del centro del campo.
Alonso aparte (aunque con sus conocidos límites físicos por la edad), los otros tres “elementos”, Illara, Isco y Bale (si es que éste jugó en tal posición, pues se habló de un 4-4-2), no fueron los jugadores adecuados para esta zona. Para empezar, en el segundo gol se ve llegar a un rival a rematar netamente desde el centro del campo, sin que nadie le obstaculice, y esta fue la tónica general del partido; como si los madridistas sólo tuvieran en cuenta una de las dos porterías que tiene cualquier estadio.
Illara, una vez más, fue insustancial; es un jugador que no aporta nada, que no marca diferencias ni mejora el nivel del equipo. Como mucho, acompaña la labor de otros compañeros; demasiado poco (y demasiado caro) para ser válido para el Madrid.
Isco será todo lo bueno que se quiera regateando y meterá golazos (de vez en cuando, como hacía Özil, al que se parece demasiado por sus intermitencias, incuso eclipses), pero carece de físico para jugar de centrocampista; si el Madrid precisa un mediapunta, que juegue ahí, si no, que sea reserva, de lujo si se quiere, pero nada más.
Bale es un delantero; fue defensa, cierto, pero actualmente no tiene vocación de mirar hacia atrás sino hacia delante. No es un medio y sólo puede desempeñar esa función en los partidos importantes en los que se sacrifica al igual que los demás (como el mismísimo Ronaldo, tal y como se lo pedía su paisano, por mucho que le molestara).
Precisamente, el problema es el que indicó Mou: el equilibrio táctico como equipo: se tiene o no se tiene; lo malo es que carecer de él se paga muy caro, por ejemplo, dejando de ganar esta Liga.
Luego sacó a Di María, por supuesto, incluso a Casemiro; pero a éste sólo lo puso unos pocos minutos al final. ¿Por qué esperó tanto si es el único jugador capaz de colaborar eficazmente, con fuerza, junto a Alonso, para equilibrar nuestra media y convertirla en un pivote ambivalente, tanto en la defensa previa como en la preparación del ataque (por ejemplo, robando balones a base de correr y entrando al adversario, lo que exige un físico poderoso). Si no le gusta al italiano como jugador, que lo traspase el año que viene, pero éste no tenemos a nadie más para hacer esa labor y tiene que jugar más, incluso ser titular (ya que no puede hacerlo Khedira). Reconocer los errores es de sabios; empecinarse en ellos, de necios.
Así que no basta con tener fe en San Cristiano Metegoles y ponerle todas las velas a él; el resto del equipo tiene que estar bien dispuesto en el campo y actuar solidariamente, como un estructura y no como un grupo de anarquistas, más o menos talentosos, pero incapaces de superar individualistamente a un equipo rival que, aunque con limitaciones, sí que estaba bien organizado.
Ni siquiera vale está vez la excusa del partido de Copa de Europa en la misma semana, pues el Violencia lo jugó también, y dos días después, En cuanto al plus de moral para el Madrid por llegar a la final o la frustración del Violencia por ser eliminado acabando su partido, factores psicologicos bien diferentes que pudieron influir en este partido, no hacen falta comentarios. Simplemente, de lo que se trata es de que alguien inculque a nuestros jugadores que para estar arriba del todo hay que trabajar en todos, todos los patidos, para evitar “sorpresas”; lo contrario, la economía de esfuerzos, sí que tiene que ver con la suerte (la excusa de los que no saben anticiparse a los problemas y resolverlos) y, francamente, los madridistas no queremos jugar a la lotería sino asegurar la consecución de nuestros intereses reduciendo al mínimo el margen de error.
Pero ¡ojo!, que lo más importante que nos queda esta temporada no es la Liga sino la final de Lisboa y allí nos espera el Pateti, archiconocido por jugar fuera del reglamento y además derrochando físico y motivación. Es muy preocupante que encaremos ese encuentro con tan poco espíritu competitivo y haciendo tan mal las alineaciones. Más vale que “alguien” (seguramente, no será nuestro teórico entrenador) tome nota de que va a ser un partido para “atletas” y comprenda que sólo ganando en y trabajo y coraje al antifútbol patético y contando con nuestros mejores jugadores en cada puesto se puede ganar La Décima.
Antónimus.
Post scriptum: Si el fútbol fuera un deporte del tipo del ajedrez, donde sólo contase el talento y sobrara totalmente el aspecto físico, también se jugaría sentado.
En principio no parece que al farsismo le interese darnos la Liga, pero, aparte de que si actúa demasiado descaradamente sufrirá el correspondiente desprestigio, menoscabando aún más sus “valores” (sería fácil resucitar el debate sobre Tenerife y La Coruña), el Farsa se juega más de lo que parece, pues si queda segundo será quien dispute la Supercopa de España al Madrid, campeón de Copa.
Al final, podría ocurrir que el gol de Ronaldo al Violencia nos dé otro título (por cierto, un golazo que hubiera firmado el mismo Di Stéfano, que metió uno muy parecido al Pucela). En cuanto a si Cristiano hizo falta en el primer gol, es discutible, pero no lo es que, si la hizo, fue al zafarse de un agarrón, previo, del defensa a él, luego, pitando por orden, primero penalti a favor del Madrid y después ya no hay nada más que decir, pues lo demás queda anulado.
Si hablamos del modo en que se produjo nuestro empate in extremis, podemos echarle la culpa a la mala suerte: no es normal meter sólo dos goles tirando a puerta con peligro más de diez veces y encajar los mismos en sólo cuatro ocasiones del Violencia. Los porteros no fueron el factor diferenciador, pues ambos hicieron buenas paradas, sobre todo el violencianista.
Seamos pues más analíticos. Lo que tenemos que hacer es comparara la forma en que jugó y trabajó nuestro equipo en el último partido (contra el Baviera) y determinar qué aspectos lo diferencian, en su caso, del último partido de Liga.
Nada que oponer al juego de contraataque del Madrid, tan merecidamente alabado; el problema tampoco va por ahí. Pero si se trabaja menos en el centro del campo, de un modo más desorganizado e insuficiente que en Munich y, sobre todo, si físicamente no se disputa el balón y la posición en el terreno de juego tanto o mal que el equipo contrario, entonces pueden pasar estas cosas; de hecho, podrían suceder muchas más veces si este riesgo no fuera contrarrestado a menudo por nuestra pasmosa pegada en la delantera (volvemos a alcanzar los 100 goles, como en las últimas Ligas, y aún restan dos jornadas).
La defensa no estuvo tan bien como en Copa de Europa, pero, sobre todo, estuvo desasistida por el resto de sus compañeros.
Así que lo que falla, aparte del consabido abstencionismo técnico de Ancelotti (que sólo está ahí para figurar y sobre todo para tapar el motín de los jugadores, que se han adueñado del club), es la pésima selección de los elementos del centro del campo.
Alonso aparte (aunque con sus conocidos límites físicos por la edad), los otros tres “elementos”, Illara, Isco y Bale (si es que éste jugó en tal posición, pues se habló de un 4-4-2), no fueron los jugadores adecuados para esta zona. Para empezar, en el segundo gol se ve llegar a un rival a rematar netamente desde el centro del campo, sin que nadie le obstaculice, y esta fue la tónica general del partido; como si los madridistas sólo tuvieran en cuenta una de las dos porterías que tiene cualquier estadio.
Illara, una vez más, fue insustancial; es un jugador que no aporta nada, que no marca diferencias ni mejora el nivel del equipo. Como mucho, acompaña la labor de otros compañeros; demasiado poco (y demasiado caro) para ser válido para el Madrid.
Isco será todo lo bueno que se quiera regateando y meterá golazos (de vez en cuando, como hacía Özil, al que se parece demasiado por sus intermitencias, incuso eclipses), pero carece de físico para jugar de centrocampista; si el Madrid precisa un mediapunta, que juegue ahí, si no, que sea reserva, de lujo si se quiere, pero nada más.
Bale es un delantero; fue defensa, cierto, pero actualmente no tiene vocación de mirar hacia atrás sino hacia delante. No es un medio y sólo puede desempeñar esa función en los partidos importantes en los que se sacrifica al igual que los demás (como el mismísimo Ronaldo, tal y como se lo pedía su paisano, por mucho que le molestara).
Precisamente, el problema es el que indicó Mou: el equilibrio táctico como equipo: se tiene o no se tiene; lo malo es que carecer de él se paga muy caro, por ejemplo, dejando de ganar esta Liga.
Luego sacó a Di María, por supuesto, incluso a Casemiro; pero a éste sólo lo puso unos pocos minutos al final. ¿Por qué esperó tanto si es el único jugador capaz de colaborar eficazmente, con fuerza, junto a Alonso, para equilibrar nuestra media y convertirla en un pivote ambivalente, tanto en la defensa previa como en la preparación del ataque (por ejemplo, robando balones a base de correr y entrando al adversario, lo que exige un físico poderoso). Si no le gusta al italiano como jugador, que lo traspase el año que viene, pero éste no tenemos a nadie más para hacer esa labor y tiene que jugar más, incluso ser titular (ya que no puede hacerlo Khedira). Reconocer los errores es de sabios; empecinarse en ellos, de necios.
Así que no basta con tener fe en San Cristiano Metegoles y ponerle todas las velas a él; el resto del equipo tiene que estar bien dispuesto en el campo y actuar solidariamente, como un estructura y no como un grupo de anarquistas, más o menos talentosos, pero incapaces de superar individualistamente a un equipo rival que, aunque con limitaciones, sí que estaba bien organizado.
Ni siquiera vale está vez la excusa del partido de Copa de Europa en la misma semana, pues el Violencia lo jugó también, y dos días después, En cuanto al plus de moral para el Madrid por llegar a la final o la frustración del Violencia por ser eliminado acabando su partido, factores psicologicos bien diferentes que pudieron influir en este partido, no hacen falta comentarios. Simplemente, de lo que se trata es de que alguien inculque a nuestros jugadores que para estar arriba del todo hay que trabajar en todos, todos los patidos, para evitar “sorpresas”; lo contrario, la economía de esfuerzos, sí que tiene que ver con la suerte (la excusa de los que no saben anticiparse a los problemas y resolverlos) y, francamente, los madridistas no queremos jugar a la lotería sino asegurar la consecución de nuestros intereses reduciendo al mínimo el margen de error.
Pero ¡ojo!, que lo más importante que nos queda esta temporada no es la Liga sino la final de Lisboa y allí nos espera el Pateti, archiconocido por jugar fuera del reglamento y además derrochando físico y motivación. Es muy preocupante que encaremos ese encuentro con tan poco espíritu competitivo y haciendo tan mal las alineaciones. Más vale que “alguien” (seguramente, no será nuestro teórico entrenador) tome nota de que va a ser un partido para “atletas” y comprenda que sólo ganando en y trabajo y coraje al antifútbol patético y contando con nuestros mejores jugadores en cada puesto se puede ganar La Décima.
Antónimus.
Post scriptum: Si el fútbol fuera un deporte del tipo del ajedrez, donde sólo contase el talento y sobrara totalmente el aspecto físico, también se jugaría sentado.
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