viernes, 25 de octubre de 2013

DEL DELIRIO AL DELIQUIO

Después de la marcha del Innombrable, de una época en la que no cabía duda, ni entre sus detractores, de que teníamos un entrenador en la banda capaz de reaccionar en segundos a las incidencias de un encuentro y de mandar y de ordenar sobre el vestuario, hemos pasado a la era anodina de un “observador respetuoso de la naturaleza”, al estilo del Sr. marqués, un entrenador amigo de todos, que no se mete con nadie, pero, precisamente por ello, enemigo del equipo y sus verdaderos intereses deportivos, equipo que sigue sin formarse pese a que la plantilla madridista no está precisamente escasa de recursos.

Nadie sabe a qué juega, ni dónde. No se explica el aficionado por qué sigue insistiendo el todavía entrenador del Madrid en que juegue Benzema, que está tapando el paso a Morata, que se muere de ganas de darlo todo en el campo.

No estamos enterados de si Casemiro ha fallecido recientemente (habrá que mandar una corona de flores a la familia), pero lo cierto es que ni Xabi Alonso ha vuelto, ni Illarra ha llegado y Khedira no puede hacer todo sólo y más cuando los demás centrocampistas (Isco, Modric) se dedican a la media punta y no a amontonarse en el medio del campo para evitar que la superioridad numérica rival domine esa zona vital para el desarrollo de los partidos.

No se explica por qué tiene que jugar Bale en la derecha cuando es zurdo y podría formar con Cristiano una banda izquierda demoledora (sería mejor sentar a Marcelo y poner en su puesto al galés que quitar a un Di María que ha vuelto a recordarnos el de sus mejores tiempos en el Madrid).

Y lo de Fallilas ya es punto y aparte: en la Champions hemos padecido este miércoles, una vez más, su pánico al juego aéreo que le lleva a jugar en la raya, o incluso casi dentro de su meta, con lo que no puede hacer nada más que despejar y esperar el posterior fusilamiento (¿sabe que el portero tiene derecho a jugar con las manos en el área y que puede retener el balón en ellas en lugar de soltarlo a tontas y a locas? No lo parece).

En definitiva, con Íker juega el Madrid no ya con uno menos sino con uno más en contra. Sentar a Diego López para eso, para que el chantajista se salga, encima, con la suya, es de denuncia en el juzgado de guardia por antimadridismo; si encima recibe una ovación del enemigo en Farsalona, entonces ya nadie deberá dudar de lo que hay que hacer con él (como dirían Les Luthiers, si tenerlo en el banquillo es un auténtico desperdicio, habrá que hacer algo adecuado al respecto: librarse de él de una puñetera vez.

Si no fuera porque la sombra de Cristiano es alargada y tapa tantas cosas, ¿qué sería de este calamitoso Madrid? Juega con miedo y sin alineación o plan específico que sea reconocible durantes varios partidos seguidos. Veremos si este sábado no hay que empezar a calcular el finiquito del italiano.

Antónimus.

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