Nueva
encerrona en Violencia, con Pérez Lasa, una vez más, de maestro de ceremonias
antimadridistas. Volvía a tocar encerrona para salvar el “honor” de los
levantiscos. ¿Consecuencia? El Madrid, con menos faltas, recibió más tarjetas
amarillas y rojas (en plural) que el Violencia, que hizo una cacería de los
jugadores madridistas tan deliberada como impune; particularmente de Ronaldo, que
salió bien librado de milagro de un duelo en el que el Violencia no mereció
acabar con 11 ni la primera parte.
Otra
vez los “errores” se cruzan en el camino del Madrid, en esta ocasión,
desprotegiendo a nuestros jugadores como tantas otras veces. Son demasiadas
para seguir creyendo en casualidades o en la mala suerte.¿No es extraño que
hasta equipos tan poco poderosos “federativamente” como el Osamula o el Betis
obtengan arbitrajes tan sesgados a su favor cuando juegan contra el Madrid?
Se
impone una reacción y, si queremos actuar inteligentemente, no debería provenir
de los técnicos o jugadores de la primera plantilla, que pueden ser fácilmente
sancionados y eliminados por los que tienen propósitos definidos y permanentes
en relación con nosotros. No hablo de nada que no esté pasando ya, luego hay
que cambiar de táctica.
Por
todo ello, me gustaría plantearle unas cuantas preguntas a la Directiva del Madrid
¿Cuántas
agresiones, la mayoría impunes, tiene que recibir Ronaldo para que el club
reaccione y dé la cara por él y por el resto de la plantilla?
¿Por
qué no se hace frente, con la máxima energia, a las provocaciones, encerronas y
ataques permanentes, mediáticos y “físicos” que sufrimos sin cesar? No puede
ser que salga tan barato atacarnos. No deberíamos seguir tolerándolo.
¿Por
qué no hace el club una denuncia decidida de la politización del deporte
español en la que el gobierno central es tan culpable como ciertas “regiones” o
los medios de comunicación que les sirven de portavoces?
No
basta con ser buenas personas, como era el presidente De Carlos, al que
toreaban como querían precisamente por eso. Hay que hacerse respetar o temer.
Lo que no vale para nada es esperar el advenimiento de la justicia universal
sin hacer nada mientras. No vamos a vivir tanto tiempo como para que sea una
opción a considerar.
Antónimus.
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