sábado, 26 de enero de 2013

LO DISCUTIDO Y LO INDISCUTIBLE


Según va pasando, el tiempo va poniendo a todos en su sitio; generalmente, en el cementerio (o en el cubo de basura, según lo que cada cual se merezca). Lo digo por tanto enteradillo como hay en Mierdaña, especialmente en su prensa deportiva.

Cristiano Ronaldo llegó en el verano de 2009 y su entrenador, Mourinho, un año después. Así que ya se puede hacer balance de lo que ha significado su aportación al Madrid y de si ésta ha sido meramente cuantitativa o alcanza la dimensión cualitativo-estratégica.


Por supuesto, también podríamos hablar de otros elementos destacados del equipo, como el central Pepe, o el delantero Benzemá, o el centrocampista Özil; pero, si los analizamos a fondo, hemos de reconocer una cosa: si se fueran, los echaríamos en falta sin duda (sobre todo, si no consiguiéramos reemplazarlos con jugadores de nivel equivalente), pero el equipo seguiría siendo el mismo en su ambición y capacidad de lucha para obtener títulos; porque estas cualidades sólo las aportan los superclases y es de ellos, exclusivamente, de quienes vamos a ocuparnos en este artículo.

Por eso se notaría tanto la marcha de Cristiano o Mou; se podrá estar a favor o en contra de ellos (por asombroso que parezca a los que no pertenecen a la jauría mediática que los intenta dar caza desde su llegada y a tanto desinformado o escaso mental que ríe las deposiciones de los plumillas, incluso entre las filas blancas), pero no se puede ignorar tan fácilmente como a muchos les gustaría la esencial aportación de la pareja portuguesa al Madrid.

CRISTIANO

Llegó acompañado de una ofensa cantada ante la pasividad culposa de autoridades e informadores: “este portugués, qué hijoputa és”. Esto ocurrió antes de que hiciera nada inapropiado o provocador en el terreno de juego (por cierto, enseguida estuvo dos meses lesionado por una agresión que no se sancionó). Evidentemente, no se trata únicamente de un insulto sino también de xenofobia al ser extranjero; pero, él no se llama Eto’o ni pertenece al brazo armado deportivo-político de un movimiento separatista antiespañol; así que nadie interviene para cortar esta bajeza ilegal con sanciones ejemplares (igual que no se hace nada cuando se convocan linchamientos públicos contra el Madrid, incluyendo amenazas de muerte, porque eso, al parecer, no es problema de nuestra autoridades deportivas ni políticas).

No es la primera vez que se intenta insultar al Madrid o a sus miembros más destacados en lugar de ganarle en el campo (porque ésto ya no es tan fácil, ni siguiera con los conocidos “apoyos” disponibles). Lo saben bien en Gijón, cuyo equipo epónimo actualmente juega, para bien de muchas anatomías, en Segunda División (la  suya genuina, sin la menor de las dudas).

Otros más “asépticos” optaron por el análisis “objetivo” (por la vivisección, más bien) del juego de Ronaldo. De hecho, esta fue la táctica de los “campañistas”, o sea, de la gran mayoría de periodistas de la línea del “desportismo ilustrado” (todo para el público, pero sin el público; que la opinión publicada es la única que vale). Hay que destacar que tales “profesionales” no son sólo de Farsalona sino también de Madrid (con muy honrosas excepciones, pero ya se sabe que lo excepcional no es más que la confirmación de la regla).

Era digno de leerse como ésos que dicen “amar” tanto el fútbol (mientras no signifique que gana el Madrid) dedicaban al delantero portugués continuamente argumentos tendenciosos para restarle méritos mientras eran todo cariño con quien, quizá porque su naturaleza neuronal no fue especialmente generosa con él, precisaba de mayor apoyo y comprensión (por ejemplo, de su costumbre de escupir y menospreciar a sus adversarios).

Por la gracia de ellos, nos enteramos de que Cristiano “nunca hacía nada” en los partidos decisivos; de que no le marcaba goles al Farsa; de que no daba la cara por el equipo sino que era un egoísta incorregible; de que no era decisivo para ganar campeonatos. Esos genios no lograron ver nada positivo en el fichaje del portugués por el Madrid. ¡El dinero que estarán ganando los ópticos con esa caterva!

Desgraciadamente para ellos, Cristiano se ha convertido en la figura madridista absolutamente indiscutible. Es lo mejor que le ha pasado a este equipo en décadas. Se ha impuesto por aplastamiento, marcando goles a un ritmo inimaginable. Ahora sus detractores sólo pueden desahogarse por los rincones, pero no en público si no quieren provocar risa en lugar de adhesión.

Ciertamente, hay una última barricada a la que se aferran (que por bueno que sea Ronaldo, hay otro mejor que él), pero no es más que una falacia y vamos a explicarlo sin la menor ambigüedad.

Para saber si Cristiano es mejor que la me$$ita farsista (que sale casi a contrato por temporada) habría que verlos jugar en igualdad de condiciones, es decir, con el mismo grado de protección/desprotección arbitral; sufriendo el mismo número de entradas malintencionadas e ilegales; con la misma impunidad por sus acciones extradeportivas; con la misma manera de contarles los goles (no sumándole a uno más de los que marca, incluso con la mano, mientras al otro se le restan)…Evidentemente, nos moriremos antes de que ocurra tal ucronía; así que no hay modo de hacer tal comparación seriamente. Ni siquiera en sus selecciones son “iguales”, pues para la FIFA vale mucho más Argentina que Portugal.

Sólo queda observar el trabajo que realizan uno y otro. Entonces se advierte quién tiene la polivalencia en el remate, la versatilidad en las distintas parcelas del terreno de juego, el derroche físico, la entrega estajanovista y la necesidad de de jugar con muchos menos apoyos (de su equipo o de los “otros”). Aún así, lograr, con todas esas rémotas estar ahí es suficientemente significativo.

Por eso se impone la evidencia de que a Cristiano no le hacen regalos ni homenajes los adversarios o los colegiados. Todo lo que gana es suyo, legítimo, sin farsa ni cartón. Con eso nos quedamos los que hablamos sólo de fútbol y no de otras cosas “màs”.

Su última intervención magistral no ha ocurrido en sino fuera del terreno de juego (bueno, también dentro; aunque, una vez más incluyendo sustracción arbitral de gol legítimamente marcado). Su discurso al madridismo es una “intervención de capitán”, de “estadista deportivo” que quiere hacer ver al madridismo dónde no tiene que buscar enemigos, que nos sobran por lo demás. Se echa en falta a otros “capitanitos” que no intervienen para defender ni a sus compañeros ni a su entrenador (permanentemente acosados).

Que mediten los que siguen empeñados en llamarse madridistas: mientras atacan a nuestros mejores elementos nos debilitan. Si siguen por este camino, Cristiano perderá su vinculación emocional con el Madrid y se irá a otro equipo grande donde levantará copas con bastantes menos dificultades políticas (y ganará bastante más) que en nuestro club. Esperemos que no tengamos que lamentarnos de haber tenido razón en esto y se rectifique a tiempo; porque su marcha sería un cataclismo del nivel de haber dejado irse a Di Stéfano después de tenerlo fichado.

MOU

Heredó la cantinela de Cristiano y llegó a ver como le deseaban públicamente la muerte sin que nadie, absolutamente nadie, tuviera nada que decir o hacer (dirigentes madridistas incluidos). También a él le estaban esperando con las plumas entre los dientes los secuaces de las redacciones teledirigidas. Pero él tiene un principio muy sencillo: ¿para qué hacen falta las opiniones ajenas cuando uno es capaz de tener las propias? Eso es lo que le permite pasar de todos los cantamañanas de la prensa deportiva y esta capacidad incrementa la inquina y las mezquina bajezas con que se le ataca.

Si hablamos de su trabajo, hay que recordar que Mou, en unas condiciones mucho más difíciles que las de otros; en varios países; ha conquistado toda clase de títulos. Mou, guste o no, es un triunfador nato. Acaba de ser denominado por cuarta vez mejor entrenador del mundo por la federación internacional de estadística del fútbol (la que no cuenta los “botox” uefadirigidos sino los marcadores). Ningún otro entrenador tiene más de dos galardones de este tipo.

Los que tuvieron que morderse la lengua (y a punto estuvieron de morir envenenados) cuando ganó la Liga 100 se precipitan ahora sobre él como único responsable de la mediocre temporada madridista. ¿No le toca ninguna responsabilidad a los jugadores en el fracaso después de atribuirles generosamente la prensa casi en exclusiva su aportación al éxito?

Los mismos que no ven en él más que animadversión contra Fallilllas (creyendo que el portugués es tan poco profesional como ellos) serían incapaces de explicar cómo se pudo tragar el “superportero” goles como el del Ajax y tantos otros. Así que como no pueden decir que no pasa nada raro en nuestra portería, se lo callan, mejor dicho, se dedican a tapar cualquier crítica al mostoleño como una mafia diligente.

Pues bien, mientras ellos se dedican al camuflaje, el entrenador luso seguirá tomando decisiones sin vacilar, con tres huevos, que son los que él tiene. Porque no ha venido aquí a hacer amigos sino a ampliar la sala de trofeos. Para ello, todos los jugadores, más o menos, son prescindibles, sólo el éxito es necesario. Mou seguirá su camino caiga quien caiga, eso que no lo dude nadie; la única cuestión a plantear al respecto es si los madridistas lo recorreremos con él o no. De nosotros depende.

CONCLUSIÓN

Un equipo que antaño fue grande y últimamente estaba en declive, aquejado de conformismo y parálisis institucional, ha sido sacudido hasta los cimientos por el dúo portugués y parece que vuelve a reemprender su camino exitoso. Es comprensible que esto moleste a sus enemigos o a los parásitos que detentaban la administración de esa ruina en cómodos despachos; o a los periodistas deportivos con ínfulas de privados blancos que los acunaban con cantos interesados para que nada cambiara; o a los que anteponen la dimensión localista de un club de fútbol moderno a su cosmopolitismo, que es lo que ha hecho grande de verdad, planetariamente, al Madrid; o a los que anteponen la selección nacional a los intereses de un club privado olvidando que nadie está obligado a ser madridista, pero si se es tal, entonces no puede mezclar las perspectivas y se tiene que comprender que ningún bien nos hacen los triunfos ajenos sino los nuestros y nada nos debe distraer de este propósitos en “nuestros” campeonatos (ya lo avisaba  la biblia: no se puede servir a dos señores a la vez).

También es muy lamentable que haya tanto merengue delicuescente que prefiere una decadencia “señorial” a dar la cara y morder para buscarse un sitio bajo el sol. No hay nada más que decir que recordarles que en la vida se paga por todo, por lo que se hace bien y por lo que se hace mal De hecho, no siquiera saben qué significa el concepto “señor”, es decir, dueño de sí mismo, no sometido a otros, autónomo; algo que no se logra sin lucha.

Los que son señores y saben lo que quieren son los que hablan de sus cosas y se ocupan debidamente de ellas; los otros, los “criados”, son los que hablan de las cosas de sus señores, ya que ellos no han sabido serlo de sí mismos. Pueden consolarse y seguir creyendo en el mito de la armonía universal, que al final contará también con ellos; pero los pobrecitos tendrán que esperar mucho tiempo a que el éxito tenga la amabilidad de ir a verles a su casa (si es que sucede). Los demás ya sabemos cómo se obtiene el éxito: “con hierro y sangre”.

Antónimus.

No hay comentarios: