Efectivamente, el Madrid está de rebajas de enero (en realidad, ya acabó el año así). En los últimos tres partidos ha cosechado tres derrotas y el saldo goleador es abrumadoramente negativo: 8 goles encajados frente a sólo 3 marcados. 2 de ellos son de Cristiano; los demás delanteros prácticamente de vacaciones: el día que él no fue titular ni se marcó. Y Fallillas ha dejado claro que ya no le quedan reflejos; así que estamos de pena.
Lo único positivo de este desastre es que es esclarecedor; porque lo que evidencian estas tres derrotas encadenadas es que el Madrid es un ramillete de figuras, de jugadores extraordinarios, sí, pero anárquicos: no quieren ser un equipo (por eso echaron a Mou, porque exigía trabajo y juego colectivo). También podríamos hablar sobre si hay suficiente equilibrio táctico en el centro del campo, pero esto es totalmente secundario frente a la “figuritización” del equipo.
Lo que nos lleva al consabido debate de la inspiración contra la transpiración. Todos hemos conocido a estudiantes talentosos y vagos que no obtenían todo el rendimiento que habrían podido por falta de motivación para esforzarse; mientras, a su lado, otros más trabajadores sí lograban sus objetivos. Porque en la vida todo tiene un precio; no esforzarse también; y el fútbol no es un curso escolar sino más bien una oposición donde no pueden ganar todos; mucho menos si no se intenta seriamente.
Además, lo de la Copa hiede a que los genios “autogestores” del vestuario blanco podrían haber decidido ya que para esta año basta con la Liga y la Copa de Europa; para ir más descansados durante la temporada. Ya veremos, dijo un ciego, pero renunciar a algunos títulos no garantiza que se ganen los otros; sobre todo con la falta de actitud (que no de aptitud) de tantas y tantas figuritas blancas.
Don Carleone, tan magníficamente trajeado como, pésimamente equipado anímicamente para imponerse a la plantilla blanca, no va a hacer nada que se oponga a los designios de sus “superiores” por mucho que yerren; luego el Madrid está condenado a la incertidumbre de ir a la deriva, entre golpe de inspiración salvador y derrota por “incomparecencia”.
Además, cuando a la falta de rendimiento blanco se suma la caza sistemática de nuestros jugadores con la complaciente colaboración de los árbitros correspondientes (el extremeño Gil Manzano en Valencia y en el Calderón el aragonés Carlos Clos Gómez, el amigo de Mou), entonces ya no hay nada que hacer (según lo visto estos días).
Por lo visto, las encerronas antimadridistas, con preaviso incluido, no son para las autoridades deportivas y políticas de España parte de la violencia ligada al fútbol que hay que erradicar.
Antónimus.
Post scriptum: Lo peor es que el que durante los últimos años había sido el “Compléjico” de Madrid le está cediendo este triste papel a los merengues, que salen a estos partidos entregados, como si fuera cosa del destino, y no de ellos, plantarle cara a los ”intensos” (léase “violentos”) del Pateti con sus mismas armas (es increible que ya se hayan olvidado de la eliminatoria de Copa del año pasado).
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