Ayer,
26 de febrero de 2013, falleció el Farsa en su propia casa debido, según el
parte médico, a las siguientes causas: agotamiento de modelo, falta de
alternativa, el tiempo que de nadie se olvida…y la acción deletérea del Gran
Depredador Blanco (vini, vidi, marqui).
RUEGAN
UNA ORACIÓN POR SU ALMA
Antónimus.
Primero
le dio un zarpazo que lo dejó renqueante, luego otro más que lo hizo caer patidifuso
y, finalmente, con la ayuda del Gran Defensor Blanco, el difunto recibió el
tercero, ya definitivo, que lo fulminó en el sitio.
Pese
a que estaba en posesión de un 62 % del balón, que se le administró de
inmediato, nada se pudo hacer por él salvo darle Cristiana sepultura en su
propio campo, mientras los aspersores lanzaban los manguerazos de rigor mortis.
Sus
apenados duelos, entre otros, su marido Sandrito, su ahijado Rourín, su yerno,
más conocido como la me$$ita escupidora, y otros elementos afines
Se
da la triste circunstancia de que un de sus hijos no pudo asistir al sepelio
por encontrarse enfermo en el extranjero; se confía en que esta mala noticia no
complique la gravedad de su estado.
Otro
no pudo ser localizado, pese a que se le buscó por todo Munich.
Sí
que compareció el Sr. Mourinho, antiguo empleado suyo, que no quiso perder la
ocasión de dejar su tarjeta de visita en casa del finado.
Las
autoridades farsalanas; el obispo de Farsalona;, Hurtangarín (sin su señora,
que no se enteró); el tambor del Bruch; las sardanas y castillitos de toda
Farsaluña; el brazo incorrupto de Tarradellas; el seny, la Caixa y el jinete
enmascarado, entre otros, asistieron compungidos al entierro de la sardina, que
hubo que acelerar porque, para decirlo todo, hedía ya.
Sic transit gloria farsae.
Post scriptum: La venganza, cuanto más fría, más
gusto da.
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