martes, 27 de noviembre de 2012

MOURINHO EL RECONQUISTADOR


Como siempre que el Madrid tropieza, frecuentemente “ayudado”, los carroñeros de la prensa abandonan sus cubiles y salen a lo suyo, que es buitrear: atacarnos todo lo posible e intentar de alguna manera escaparse del silencio insignificante al que los reduce Mou con su bloqueo informativo.

 Podrán acusarlo de todo lo que se les ocurra, pero él no ha empezado la confrontación, porque ya antes de fichar por el Madrid habían comenzado ellos a atacarlo; como pasó un año antes con Cristiano Ronaldo. Porque el pecado de estos “malditos” no es su perversidad intrínseca sino fichar por nosotros.
 
Así que vienen estos “notarios de la verdad” dándonos clases no pedidas sobre lo que hay que hacer para ser un equipo triunfador y nos comunican que, al parecer, se ha dado con la fórmula mágica que, asombrosamente, concilia la defensa sacrosanta del bien (general) del fútbol con la conquista (particular) de éxitos para sí. Y nos lo vienen a decir a nosotros, que fuimos los que enseñamos a todos los demás a ser un gran club y a hacer historia.

 Así que nos aburren contándonos batallitas que, nada casualmente, comienzan siempre por donde les interesa y no por el principio verdadero del fútbol de trascendencia planetaria; cuando el Madrid fue el único equipo de todo el mundo en cofundar la FIFA con un puñado de federaciones nacionales; o en darle un significado mítico a la naciente Copa de Europa. Pretenden que tenemos que recapacitar “nosotros” y aprender de otros lo que inventamos antes que ellos.

Pues no. La tarea que le toca al Madrid actual no es un descubrimiento ni una conquista de “territorios” ajenos sino una reconquista de sus auténticos orígenes. Se trata de volver a ocupar nuestro sitio, el lugar que sin duda nos merecemos, exactamente por encima de todos los demás equipos del mundo. Para lograrlo, no necesitamos más que volver a utilizar el método con el que edificamos nosotros mismos ese pedestal.

 Que yo sepa, el Madrid, como Buenos Aires, fue fundado dos veces. Además de la fecha oficial de 1902 hay otra, 1953, que señala la metamorfosis decisiva de nuestro club, que pasó entonces de ser un equipo de fútbol más a convertirse en El Equipo por antonomasia. ¿Por qué?

 Ese año, ¿casualmente?, fue el del fin del franquismo fascista (con la firma del tratado de las bases yanquis), España intentó “evolucionar” y ser aceptada como un país más de occidente. Y sí que hubo un cambio, pues, de pronto, los equipos a los que “mejor les había ido” durante la primera parte de la dictadura, que fue la más sangrienta, o sea, el Farsa, el Atávico de Bilbao y el Patético de…¡Aviación! pasaron a un segundo plano desplazados “deportivamente” (lo recalco) por el Madrid.

Hubo un factor que acabó con la sequía de títulos del Madrid en Liga (desde antes de la Guerra Civil) y en la Copa (apenas dos títulos de quince posibles, y sólo a partir de la derrota del Eje en la Segunda Guerra Mundial), pero no se llamaba Franco sino Santiago Bernabéu, que ese año logró fichar a Alfredo Di Stéfano y puso en marcha la Fábrica de Títulos.

Hay que contextualizar este hecho recordando que, “en los viejos tiempos previos”, cuando, en 1950, quiso el Madrid hacerse con los servicios de Kubala, el régimen “madridista”, representado adecuadamente por la federación de fútbol de la época, lo impidió, para, inmediatamente, permitírselo al Farsa; a pesar de que ello vulneraba la legislación, según dicha institución. Así de poderoso políticamente era el Madrid de la postguerra.

Bernabéu no era un pusilánime y sabía lo que quería, es decir, lo que le hacía falta al Madrid para ser grande. Empezó por construir un gran estadio (1947), pero, como se decía entonces, “el Madrid tenía un estadio de primera y un equipo de segunda”; de hecho, a punto estuvo de bajar de categoría.

Sin embargo, con el campo ampliado, el Madrid obtenía más recaudación y con el tiempo eso le permitió una política de fichajes ambiciosa cuyo elemento decisivo fue la Saeta Rubia. Para traerlo, no le tembló la mano a Bernabéu, que se propuso conseguirlo a toda costa.

Si algún antimourinhista quiere explicarme qué es eso del “señorío”, que se fije en la actuación del presidente madridista en este asunto, donde lo único que importó fue obtener el resultado buscado “por lo civil o lo criminal”, no “los valores”; pues, después de lo de Kubala, no nos íbamos a seguir creyendo las supuestas “reglas del juego”. Está claro que en la vida hay que enseñar los dientes de vez en cuando y, llegado el caso, también hay que clavarlos. Dicho de otra manera: hay que hacerse respetar; y si no temer.
 
Presidente y jugador coincidían en su carácter ambicioso y luchador, y ello permitió que el Madrid se convirtiera en el mejor equipo de todos los tiempos “por derecho de conquista”, pese a los múltiples celos y recelos que despertó en España y en el extranjero.

 No sé si ya lo ha destacado alguien antes, pero quiero aprovechar para recordar a los “canteristas” que Bernabéu no nació en Madrid, aunque fuese de nuestra cantera (si se puede hablar de aquella época en estos términos), y Di Stéfano ni siquiera nació en España y llegó a Madrid con 27 años. Así que lo que importa no es dónde se nace sino dónde se trabaja y para quién. Y los clubes internacionalistas (en vez de xenófobos y excluyentes), los que tenemos dimensión “galáctica”, lo sabemos.

 Si llegar a la cumbre es muy difícil, mantenerse indefinidamente en ella es sencillamente imposible. Esto es algo que hay que aceptar sin neuras mentales, pero con lo que no hay que resignarse estoicamente; porque, aunque temporalmente, el regreso al olimpo es posible. Y esa es la obligación esencial del Madrid: cuando se ha estado en el cielo, aunque sea de visita, no se puede uno conformar con ningún otro lugar.

Sabemos que el Madrid del Quinquenio de Oro es seguramente irrepetible; no obstante, el club ha tenido otros equipos muy grandes: la Quinta del Buitre o la Edad de Plata Europea (tres Champions en 5 años). Estos éxitos no nos impiden reconocer que también ha tenido épocas de decadencia. Ésta hay que aceptarla por inevitable, pero nunca con complacencia, por muy “elegante” que sea tal reconocimiento, sino que hay que enfrentarla con deseo de superación, aunque cueste muchos esfuerzos volver a estar arriba.

Invito, pues, a los madridistas a conocer quiénes somos y de quiénes provenimos, pero sin hipocresías ni omisiones; porque don Santiago y Alfredo no eran unos angelitos sino unos tigres hambrientos y peligrosos, implacables con sus adversarios. Su “señorío” no es otra cosa que el territorio que controlaban como señores, es decir, como vencedores, después de la batalla. Lo demás, la hagiografía barata sobre sus “vidas ejemplares”, mejor ni la comento: es el opio del derrotado mentalmente ya antes de luchar que intenta justificarse así.

Será, quizá, porque hemos vuelto a ganar títulos últimamente, incluso en la presente temporada, y volvemos a ser peligrosos; o será, simplemente, por la actual alineación de los astros; el caso es que se ataca sin cesar el Madrid de Mou por la falta de “estilo” incluso cuando gana (por ejemplo, la Liga de los 100 Puntos).

Pase que los adversarios perros nos ladren, pero que no se enteren de la diferencia funcional entre su culo y su cabeza algunos de nuestros propios seguidores sí que es preocupante. Porque el modo de trabajar de Mou no puede ser más parecido al del Madrid de Bernabéu-Di Stéfano. Basta ver el volumen de las críticas mediáticas al portugués para comprender la importancia real de la labor de rehabilitación del madridiismo que está haciendo.

Por lo demás, no se podrá hablar de una afición madridista madura mientras que aplauda a en el Bernabéu a un rival, a Llorente, y no a Rolando (incluso jugando tocado todavía por una agresión descarada e impune). Se ve que aún no sabe quién es ella y quién defiende sus intereses.

 Así que, aprovechando que los malos resultados pasan de momento por el Madrid, vuelve la campaña (enésima) para fomentar la marcha de los portugueses de nuestro club o, en su defecto, para desprestigiarlos (con el mismo objetivo a largo plazo).

Entre otras lindezas que circulan por los medios, en el MUNDO, en el foro “Libre directo”, hay un tal Orfeo Suárez que se permite titular una de sus deposiciones “Atila en la Castellana”:


Hay que reconocerle algo más de interés a su columna de lo corriente en estos casos (cosa bien fácil de conseguir, por otra parte, dada la baja estofa habitual), pero, reincide en lo de siempre: empieza queriendo enseñarnos a hacer hijos al estilo farsalán a los que inventamos la reproducción (triste monomanía en la cual malgasta más de la mitad de su artículo; pero, aún así, supongo que por falta de espacio, no habla de los “pañales” que se ponía el Farsa de Cruyff cada vez que visitaba el Bernabéu).

 A continuación, se permite una serie de valoraciones-lucubraciones “para-históricas” que sí merecen una contestación.

 En primer lugar, hay que llamar a las cosas por su nombre: lo que el Madrid obtuvo con Bernabéu, además de títulos, se llama poder fáctico. Pero no lo consiguió por sus excelentes relaciones con el franquismo (ni siquiera logró que el ayuntamiento de Madrid le recalificara el Bernabéu para modernizar el estadio) o con la UEFA sino por la fuerza de un prestigio mundial “debelado” título a título.

 Pondré un ejemplo sobre este tipo de poder: la madre de Kubala salió de Hungría porque el Madrid, no Franco, la sacó de allí. O sea, que el Madrid era bastante más importante tácticamente en el plano internacional que lo pudiera ser políticamente todo el gobierno español junto. Ni más ni menos.

Hablemos ahora de quién se beneficia en esta época “autonómica” del poder fáctico en España. Si fuera el Madrid, seguro que no se podrían hacer encerronas como constantemente le sucede en muchos antros de provincias, con agresiones incluidas. Entonces, ¿quién?. Un profesional de la información se lo preguntaría. Pero, claro, Vds. son meramente portavoces de quien manda; investigar no es ya su cometido.

Pues bien, ya que de lo que estamos hablando no es de fútbol sino de poder fáctico, yo acuso a los medios periodísticos actuales de actuar “propagandísticamente” contra el Madrid y a favor del Farsa porque así se ha decidido en las “esferas” adecuadas (no sólo españolas). ¿Con qué finalidad? Bueno, Mas lo ha dejado bastante claro: o nos dais más o nos vamos; así que empezad a mandarnos “cariño”. Y el cariño se deja notar en todo tipo de medidas y contramedidas:

¿Sólo me llama la atención a mí que el último partido de Liga del Madrid se tuviera que jugar el sábado de “reflexión” antes de una especie de referendum soberanista en Farsaluña? No se podía mandar mejor mensaje que una derrota de los merengues para convencerlos de que no se vayan.

Más facilito aún: el Madrid no está jugando contra rivales futbolísticos sino políticos (independentistas) y el “juez”, el estado, aún español, ha decidido que es mejor abandonar a los leales y tener contentos a los rebeldes, no sea que se independicen. Y mientras, todos los emborronapáginas, se dedican a trabajar “en la dirección del Führer”, “al dictado”, para mayor gloria de la Verdad, la Independencia y la…Paga.

 Así que no es una casualidad que esta temporada (y no es la única) haya habido un montón de errores arbitrales en relación con el Madrid, pero en su contra. Tampoco que los haya, aunque no en el mismo sentido, con otro “más que un club” (está claro qué significa ese plus político, ¿no?). A ver si va a resultar que “casualmente” los equipos “pequeños” tienen más poder de influencia en la federación de “fúrbor” que el hiperpoderoso Madrid.

Tampoco extraña a estas alturas que mientras a cierto jugador de un equipo tan “influyente” como supuestamente es el Madrid se le puede abrir la ceja en una agresión tan descarada como impune, “otro” juega dentro de un “corralito” arbitral a donde ninguna coz ni ningún codazo accede; aunque, curiosamente, semejante blindaje no impide que desde el interior salgan esputos y menosprecios (incluso para sus compañeros de equipo) sin la menor dificultad. Ni consecuencia. Ni crítica.

En cuanto a la “historia”, le recordaré al Sr. Suárez que, posiblemente, Atila mató a menos gente que Alejandro el Magno, pero a éste nadie lo llama Alejandro el Genocida y esta es precisamente la cuestión principal.

Al final importa mucho menos lo que se hace que cómo se cuenta (por los cronistas). Y si hay algo innegable y negativo en Mou es que ni él en particular ni el Madrid en general disponen de apoyos en la prensa deportiva madrileña como para que se oigan suficientes voces postulándose a su favor. Así que no es extraña la tendencia predominante antimadridista.

 Pero no todo es negativo en esta situación: lo bueno que tiene ser insultado por los indeseables es que ellos mismos te están reconociendo con su actitud que tú no eres de su misma calaña.

En cuanto a que el Madrid fue “Atenas” y no “Roma”, aquí ya me río sin disimulos: Atenas fue una polis o ciudad-estado, ciertamente, pero no por eso era menos deletérea  o “imperial” que Roma. Y, en contra de lo que suele comentarse, también se expansionó o, al menos, lo intentó hasta que se lo impidieron, por este orden, Esparta y Macedonia (la de Alejandro el Santo, no la de ahora). Y si tiene Vd. alguna duda sobre mi crítica a la “democrática” Atenas, infórmese sobre en qué consistió la Liga de Delos que “lideró” la actual capital griega y sobre qué “valores” usaron los atenienses para “controlar” tal “alianza”.

 No se preocupe tanto por los capiteles: hay que saber evolucionar con los tiempos y, tras las obras, seguro que en el nuevo estadio habrá, no lo dude, instalaciones adecuadas dónde seguir exponiendo nuestros trofeos, los ya conquistados y los futuros. Porque esto no acaba aquí, desgraciadamente para muchos: el Madrid es eviterno.

Y sí que vamos a destruir bastantes cosas: todo lo que se nos ponga por delante o tenga que ver con nuestros enemigos. Y lo son todos los que nos atacan; no sólo en el campo.

Así que, al final,  lo que pasa con la historia (o con las historietas que se cuentan, mayormente por encargo) es que unos escardan la lana y otros se la llevan “puesta” por hablar “debidamente” y “hacer historia” a favor de quien “se lo merece”.

Pero, hablando de emolumentos: al final todo se paga; porque, como decía Bernardette Devlin, en la vida todo tiene un precio, tanto lo que hacemos como lo que no.  Y el Madrid ni perdona ni olvida las deudas pendientes.

Antónimus.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aclarar que deportivamente el Real Madrid empezó a dejar en segundo plano en la década de los 50 al Atlético de Madrid, no al Atlético de Aviación (1939 - 1947). La diferencia fundamental entre Bernabéu y Mourinho es que Mourinho es un personaje ensoberbecido por su indudable éxito que se aprovecha del Madrid para engrandecer su figura, mientras que Bernabéu hizo del Trampas (equivalente a lo de Patético) lo que es sin necesidad de ponerse medallas. Por lo demás, desde mi campamento en la ribera izquierda del Manzanares, sencillamente chapeau.