Los
periodistas son unos intermediarios; esa es toda su importancia. Su peligro
consiste en que, como los que manipulan el precio de la verdura, se creen los
dueños de la mercancía (la información, en este caso) en vez de sus transportistas,
y en lugar de servirla, se sirven de ella como parásitos. Eso es lo que hacen cuando
no la hay y la crean ellos mismos, por supuesto, a favor de sus intereses; o
cuando la quieren protagonizar impúdicamente, olvidando que el mensajero no es
el mensaje.
Todo
el que se quiera molestar en ver las hemerotecas de la propia prensa podrá
comprobar que los problemas de casi todos los periodistas deportivos españoles
con Mou comenzaron mucho antes de que llegara a poner un pie en la capital de
España; exactamente, cuando se empezó a rumorear que podría fichar por el
Madrid; justamente, tras cierto partido en Farsalona, donde fue agredido por el
portero del Farsa, Valdés, lo cual no repiten los medios cada vez que hablan
del portero farsigrana y algunos tenemos muy claro por qué se callan eso y por
qué ladran sin parar sobre otras situaciones o personas.
Los
periodistas deportivos no tienen ya ningún derecho a quejarse de la agresividad
de Mou: lo han perdido por su forma vergonzosa de acosarlo y denigrarlos sin
tregua; no pueden extrañarse a estas alturas de la guerra que han declarado a
Mourinho de que él repela sus agresiones después de ser provocado tantas veces
(en realidad, eso es lo que quieren que suceda, que el portugués pierda los
nervios).
No
engañan a nadie diciendo que si lo critican ahora es sólo por que el Madrid va
mal, pues también lo hacían el año pasado cuando el portugués llevó a los
madridistas a un triunfo histórico y plusmarquista frente al mejor Farsa de
“su” historieta; la de los farsistas y también de los palabristas, que quieren
confundir la realidad con sus descripciones interesadas y sesgadas (como que
Cristiano nunca hace nada frente al Farsa; o que Mou no sabe cómo ganar al
Farsa; o que acaso lo pueda hacer en un partido aislado pero nunca en una
eliminatoria; o que hay una relación directamente proporcional entre la
posesión del balón y el éxito en un deporte que no se gana por puntos sino
marcando goles).
Los
periodistas. se han convertido voluntaria, por no decir deliberadamente, en
parte respecto a una cuestión que debería serles ajena (a saber, la rivalidad
deportiva, si no política, entre Madrid y Farsalona, capital de un estado
fallido al que se le viene “compensando” por su triste “dependencia” de un modo
curiosamente silenciado por los mass media y de lo cual es el Madrid la
principal víctima).
Además,
no conformes con hablar de lo que no deben y no hacerlo sobre lo que es su
trabajo, ahora, tras ser los denunciantes, quieren ser también jueces, dictar
sentencia y ejecutarla como diligentes verdugos. ¡Y encima se quejan de que
alguna vez se les paren los pies! Lo único extraño es que no ocurra más a
menudo.
En
cuanto a si es atinado decir que Mou está en la cumbre de su profesión o que cierto
“profesional” (ni me molestaré en citar su nombre) es un “periodista de
mierda”, a los datos me remito. Tomando en consideración lo hecho por uno y por
otro, parece claro que Mou sí tiene razón sobre sí mismo, pues tal afirmación la
avalan los títulos conquistados. En cuanto a lo que significa que una
conversación reservada sea publicada por ese cuentacuentos, no creo que haya
nada que añadir a lo ya dicho por Mou; sólo elevar sus conclusiones a
definitivas.
Al
final, esta jauría mediática va a conseguir, le guste o no, ser sometida a un
juicio sumarísimo en el que va a tener que responder ante el madridismo sobre
su actitud y aclarar a quién interesa esta exacerbación permanente contra el
entrenador portugués (y los jugadores de dicha nacionalidad del Madrid) y el por
qué del silencio clamoroso ante el “temporadón” que está haciendo este año
(Liga pasada incluida) su amiguete Fallillas.
Porque
es de suponer que, en un equipo, la culpa no puede ser exclusivamente de una
sola persona y que el maniqueísmo que así lo sostiene sólo aclara una cosa: la
simpleza neuronal de quien perpetra semejante “juicio”. (quien, o bien no es
capaz de pensar con menos simpleza o cree que los simples son los que van a
tragarse semejante deposición).
Lamentablemente,
presuponer que la prensa está en posesión de la capacidad de dirimir crítica y
analíticamente primero una cuestión para elevar después a una síntesis
esclarecedora y resolutiva del problema estudiado es contar con la capacidad de
pensar y, a la vista de las opiniones publicadas en los medios, hay que deducir
que en la facultad de periodismo no enseñan semejante veleidad sino a demonizar
propagandísticamente, como una mafia, a quien no se aviene a ser un tonto útil
para las redacciones.
Si
yo fuera Mou, los periodistas deportivos españoles no me verían nunca; porque
un entrenador no tiene por qué ser un portavoz y menos cuando se encuentra con
el “personal” que hay en las salas de prensa habitualmente. Una hoja del
departamento de prensa con la alineación, la misma que estaría en Internet a
disposición de cualquier aficionado, sería todo lo que recibiría tal caterva de
mí.
Antónimus.
Post Scriptum: Conviene leer este artículo de Orfeo Suárez en El Mundo del 17.12.12
para entender como se aplica la “protección” del sindicato de periodistas
cuando cualquiera de ellos se siente atacado. Se ve que los plumatas tienen la
piel bastante más delicada que la de sus víctimas:
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