martes, 22 de julio de 2014

HASTA SIEMPRE, SAETA

Se fue don Alfredo Di Stéfano, con 88 años recien cumplidos. No sólo ha sido el mejor jugador de fútbol, es decir, el más completo, sino que además fundó con don Santiago Bernabéu el fútbol moderno y el modelo de club adecuado para jugarlo.

Si hubiera que ponerse a recordar anécdotas de la Saeta Rubia, bastaría decir que llegó a Madrid una mañana en tren desde Farsalona (en un viaje de los de entonces); dejó a su familia en el hotel Nacional de Atocha y a primera hora de la tarde ya debutó en el Bernabéu y marcó su primer gol. Eso es adaptación ultraacelerada y no la temporada entera de aclimatación que necesitan tantos.

Se dice que esperaba el máximo de sus compañeros y que sólo se conformaba con ganar. Cierto es que su ambición no conocía límites, pero también lo es que a nadie exigía más que a sí mismo y que él, por supuesto, daba ejemplo aportando todo lo que tenía, que era muchísimo.

Acostumbrados durante las últimas termporadas a verlo entregando la camiseta blanca a los nuevos fichajes; inmersos en la rutina establecida año tras año con dicho acto, en el que sólo cuenta el recién llegado; hemos ido olvidando lo muchísimo que le debemos a este viejecito encorvado sobre su garrota, a este gigante finalmente derrotado por la edad, pues el tiempo, que no se olvida de nadie, ni siquiera de los mejores, ha ido acabando poco a poco con el que fuera un portentoso atleta.

Esta es una lección vital que todos necesitamos para tener presente lo poco que somos, la escasa huella que dejamos tras nosotros al morir. Bueno, no todos: algunos sí que son capaces de imprimir carácter y dejan testimonio imborrable e irrepetible de su grandeza, lo que nos hace olvidar que también son humanos. Este es el caso de don Alfredo.

¡Que el Pentacampeonato Europeo no impida admirar el principal éxito de este gran maestro argentino! Es el momento de comprender que con Di Stéfano no llegaron sólo los títulos (aunque sus cinco Copas de Europa consecutivas, las primeras que se disputaron, marcaron la historia del fútbol para siempre); sobre todo, con él se consagró un estilo en el que garra y clase son las dos características indispensables que desde entonces exigimos los madridistas a nuestros jugadores. ¡Ojalá no las olvidemos nunca ni tampoco al que nos las supo legar!

Por todo ello, ahora, en la triste hora del adiós, sólo es posible decirle a nuestro ídolo una cosa:



¡¡¡¡¡Gracias, viejo!!!!!



Cibeles Madridista.

No hay comentarios: